Facundo Garayalde y Wally Diamante llegaron a este departamento de Recoleta a través un amigo, hace ya una década. El lugar había tenido como únicos dueños a un matrimonio que lo compró cuando se estaba construyendo y vivió ahí hasta sus últimos días. Todo estaba original de obra, y así quisieron mantenerlo: con sus herrajes y bronces traídos de Venecia, su recepción imponente y un único cuarto amplio en reemplazo del tercer dormitorio, era todo lo que una pareja con el amor por el arte y la vida social de ellos necesitaba.

“Cuando nos mudamos ya teníamos una pequeña gran colección, que fuimos ampliando. Tanta pared nos daba la posibilidad jugar con las obras y seguir profundizando en el coleccionismo”

Facundo Garayalde, dueño de casa

“Es un departamento especial por varios motivos, empezando por su estilo. Uno podría decir que es un edificio eminentemente neoclásico, pero tiene reminiscencias francesas también”, analiza Facundo. La segunda de las particularidades es que, de sus casi 300m2, la enorme mayoría le fue destinada a la parte social. “Está pensado para recibir gente, de ahí que tenga esa recepción enorme, un living muy amplio comunicado con un escritorio y un comedor, también muy grande”.

Las obras de arte se combinaron con los objetos de diseño. Por ejemplo, un tono de los cuadros de Julián Prebisch se retoma en el terciopelo de los sillones.

No parece haber habido mejor elección para Facundo y Wally, socios y dueños del Grupo Mass, una de las agencias de relaciones públicas más importantes del país. Y si sus espacios fluidos les dieron la bienvenida a infinitas reuniones, las paredes que los contienen alojaron a su “pequeña gran colección” de obras de arte, como ellos mismos la definen. Fondo y gran forma.

A medida

Coleccionistas, no solo de arte sino de objetos y piezas únicas, para el escritorio eligieron diseños vintage comprados en los remates de El Sótano. La clásica Eames Lounge Chair en el rincón abierto al living genera un rincón de lectura. Un sillón de terciopelo con dos mesas de arrime de acrílico acompañan la foto de un paisaje de Juan Ballestero.

“La casa está repleta de objetos que fuimos juntando a lo largo de los años. Algo que tiene en común la mayoría es que los compramos durante algún viaje… y que siempre fueron cosas incómodas de traer”

Repensar los espacios

“No somos de invitar gente a comer en una mesa formal: no son así nuestras reuniones. Por eso, no pareció mejor aprovechar el espacio del comedor para hacer un playroom, que hoy es el corazón de la casa”, cuenta Facundo. La biblioteca fue el elemento clave en la transformación del comedor clásico en playroom. Junto a la ventana, una mesa extensible de nogal con guarda de papiro y cuatro sillas de terciopelo diseñadas por Carlos Entenza son suficientes para tener el tipo de comedor que sí se usa en la diaria. Aprovechando mejor el espacio, se ubicó un larguísimo sofá ideal para ver cómodos una película y dos sillones franceses antiguos.

“El departamento tiene una particularidad notable: a pesar de ser grande, no está pensado para que vivan muchas personas, sino para recibir”

Rodearse de belleza

Lejos del típico cuarto infantil, en el de la única hija de la pareja se combinan juguetes con piezas de diseño y obras. La cama es un somier clásico con un baldaquino. Un escritorio de estilo escandinavo se combinó con una silla negra que suma carácter.

“Nuestra casa no cambió cuando tuvimos una hija: ella se crio acá y entiende perfectamente con qué se jugar y con qué no. Siempre fue libre de estar donde quisiera, pero es cuidadosa”

“El dormitorio principal es una licencia que se tomaron los primeros dueños. En el plano original figuran dos más chicos; lo que hicieron fue unirlos en uno solo con vestidor”

El dormitorio principal fue el único ambiente en el que se eligió una paleta neutra, aunque se interrumpe con dos elementos poderosos: una obra de Jojo y Bosco sobre la cabecera y almohadones y pie de cama de piel. Las mesas de luz y las lámparas antiguas se compraron en un remate.

El baño principal tiene como gran protagonista la grifería veneciana. La particular elección de azulejos negros que lo revisten de piso a techo combinada con las canillas de cuellos de cisne en bronce le dan teatralidad.

 

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