La mayoría conoce a Graciela Camaño de su extensa carrera política: fue diputada nacional durante más de 20 años, ministra de Trabajo en la presidencia interina de Eduardo Duhalde e integrante del Consejo de la Magistratura entre 2018 y 2022.

Después de las elecciones generales de 2023, en las que Javier Milei fue consagrado presidente, la abogada chaqueña de 71 años anunció su retiro de la función pública para concentrarse en su otra pasión, el derecho ambiental. Conoce el tema en profundidad: obtuvo una especialización en esa materia en la Universidad Católica Argentina (UCA), además de una Diplomatura política para el desarrollo sostenido en el mar de la Universidad Austral. Asimismo, durante su trayectoria parlamentaria trabajó en varios proyectos de ley que apuntan a la regulación ambiental, a la protección de los océanos y al desarrollo sostenible.

Su interés radica especialmente en el futuro del Mar Argentino, expuesto a problemas como la pesca ilegal, la contaminación por plásticos, el aumento de temperaturas récord en los océanos y los peligros vinculados a la prospección offshore. También vislumbra el potencial de desarrollo que representa el mar para la Argentina, que caracterizó como un “país que le da la espalda a sus costas, a pesar de tener 1.782.500 kilómetros cuadrados de mar”. La economía azul, y el potencial económico del mar son parte de los temas que estudia y que imparte como profesora en la UCA.

Para ella existe una desconexión entre la política y todos los cambios que sufren con alarmante velocidad tanto el clima como los mares. “El mundo lo ve, está girando para un lado y nosotros vamos a contramano”, advierte. En diálogo con LA NACION, Camaño analiza estos desafíos y evalúa la gestión del Gobierno en estos cuatro meses.

–¿La política argentina le da la espalda al mar?

–Totalmente. Bueno, es el reclamo eterno de los marineros. Todos los que ejercen la profesión y están en el mar te lo dicen. Imaginate que en el mundo hay 57 millones de empleos vinculados al mar, se provee del 15% de la proteína que consume el planeta con industrias relacionadas y 680 millones de personas viven en zonas costeras. Es mucha gente, y en la Argentina tenemos una zona marítima extensísima y 45000 kilómetros de costa. Tenemos puertos importantísimos para toda la región. El mar es muy central, y sin embargo no hacemos caso a muchos problemas que suceden en él. No se piensa en dar orden al mar. Los políticos están desconectados. Y aquí hay algo que tenemos que tener muy presente. El cambio climático y los océanos están estrechamente vinculados, esto es determinante para pensar el futuro de nuestro país que depende tanto de las actividades primarias.

–¿Cuál es el vínculo?

–Te tiro datos: Los mares se tragan el 80% del calor que se acumula en la atmósfera. Es el aire acondicionado más grande del mundo. Pero también es el océano el que absorbe el 30% del dióxido de carbono y más del 50% del oxígeno viene de los mares. Además, nos da rutas de comercio y nos da alimentos. Y no tenemos que olvidarnos que tanto El Niño como La Niña son ciclos oceánicos acelerados e intensificados por el cambio climático. Hoy, los científicos reportan un récord de las temperaturas del mar y eso puede devenir en muchísimos cambios para nosotros: distribución de los cardúmenes, ralentización de las corrientes marinas, acidificación y por supuesto, cuanto más temperatura haya en el mar, más rápido se calentará la atmósfera. Desde el año pasado, tanto el programa de monitoreo climático europeo, Copernicus, como la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica registraron un estrepitoso aumento en las temperaturas oceánicas. Los científicos calculan que cuanto más caliente sea el agua, menos calor podrá absorber y más rápido se elevará la temperatura en la superficie. Además de los efectos que puede generar en especies marinas, esto podría causar desajustes en las dinámicas en los climas mundiales. Este año se registró un aumento de 0,6° C del océano con respecto de la época preindustrial.

#C3S has regularly reported on record global average sea surface temperatures in the past year. How are rising sea temperatures affecting marine life? 🌡️🌊

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— Copernicus ECMWF (@CopernicusECMWF) March 6, 2024

–¿A la gente le preocupa la crisis climática y oceánica?

–La gente lo escucha cada vez que llueve, se inunda todo, y pierden fortunas y bienes. O cuando hay sequía y les arrebatan todas las cosechas. Solo tenemos que recordar el año pasado para dar cuenta de las vicisitudes de una sequía en un país que depende de las materias primas, fundamentalmente la agrícola. Yo pienso que cada vez menos gente descree de todo esto.

–En el Gobierno de Milei critican mucho al cambio climático…

–Los escépticos te dicen habitualmente que esto ha pasado siempre, que es el proceso normal de la Tierra. Y si vos te ponés a examinar, te das cuenta de que efectivamente calentamientos globales ha habido. Pero hay una diferencia clave que deshace ese argumento y es que desde el inicio de la era industrial, la actividad humana aceleró muchísimo estos cambios. Lo que pasaba en miles de años está pasando en decenas. Si antes pasaban varias generaciones de personas para notar cambios, hoy lo voy a sufrir yo que tengo 71, mis hijos también y especialmente mis nietos. ¿Por qué la Argentina está en la situación en la que está?

–¿En qué sentido?

–A que los gobiernos hacen sus cálculos económicos y financieros sobre la base de la lógica de un país sin todos estos cambios. Mauricio Macri tuvo el drama de la sequía, lo expuso y nadie lo escuchó. Su Gobierno empieza a declinar y tiene que empezar a pedir plata a como dé lugar a la par del proceso de sequía del 2017-18. ¿Cuánto le llevó a Massa? Se cansó de decirlo en la campaña y nadie le dio bola. Vos ahí tenés dos procesos de ciclo climático acelerados por el calentamiento global que nos trajo la cuarta Niña del siglo. Y ahora viene la quinta, que lo va a agarrar a Milei y que también va a tener el mismo problema. Es un anticipo de lo que podría ser otra fuerte temporada seca. Después va a estar llorando, tratando de explicarle a la sociedad que no fue él, un experto en Economía, sino que fue la sequía.

–¿Qué rol debe cumplir la Justicia en materia ambiental?

La Corte tiene un ámbito específico sobre causas ambientales: la Dirección de Ambiente, que es la que apuntala las decisiones de todos los jueces en este tema. Yo creo que ahí nosotros tenemos un resguardo. Pero faltan cosas, por ejemplo, integrar el delito ambiental al Código Penal.

Por ejemplo, Brasil asigna responsabilidad penal a los funcionarios cuando no hacen las evaluaciones ambientales correctamente para permitir un proyecto productivo. Y por supuesto que hay legislación internacional en torno a la consagración del derecho ambiental como un derecho humano.

–¿Cuán relevante es hoy la temática climática y ambiental en el Congreso?

El Congreso viene diluido en materia ambiental desde hace tiempo. Yo creo que lo único interesante que pudimos hacer en los últimos cuatro años del Gobierno anterior fueron la Ley de Educación Ambiental Integral y la Ley Yolanda. Más allá de que se sacaron otras, la frustración con la ley de Humedales, donde claramente los gobernadores de las provincias con litio hicieron lobby, fue terrible. Proyectando, opino que nosotros tenemos que tener una ley de presupuestos mínimos de evaluación de impacto ambiental y otra de ordenamiento territorial. Me parece que estas dos son la base de lo que vayamos a decidir en materia ambiental. Si vos mirás bien, hoy en día los que terminan decidiendo el ordenamiento son los consejos deliberantes. Si visitás las ciudades del conurbano y ves la manera en que se han generado edificios para arriba, te das cuenta de que el ordenamiento territorial no depende de una estrategia ambiental, sino de lo que le place al intendente de turno.

–¿El caso de los océanos es todavía más complejo?

–En los océanos pasan muchas cosas y los Estados no tienen tanto acceso. El 80% del comercio transita a través de los océanos. En 2018 había 4.560.000 buques pesqueros en el mundo. Estos son datos fundamentales para poder ver al océano con inteligencia. Y me parece los gobiernos argentinos no ven la necesidad y el potencial que implica ponerle atención al mar. Hace muchos años el mundo se puso de acuerdo para ver de qué manera usábamos los océanos para que sea sustentable. Y el mundo estableció cuáles eran las responsabilidades y los atributos de los Estados ribereños. Nosotros no somos los dueños de la milla 200 porque acá lo decidimos.

–¿Qué se puede hacer con la problemática de la milla 200?

–La tecnología hoy permite mucho. Vos tenés sistemas de monitoreo internacionales con los que podés identificar a todos los barcos del mundo. Eso está en Internet. Nosotros tenemos un cuerpo especializado que se llama Prefectura Naval Argentina. El problema de la Prefectura es que no tiene entidad ante los ojos de los políticos, los ponen a cuidar las calles o a enfrentarse manifestantes.

–¿Qué opina sobre la exploración offshore que se está desarrollando tanto en el sur como en el norte del Mar Argentino?

–En los últimos tiempos se ha hecho mucha exploración offshore cerca de una zona que los biólogos llaman el supermercado del Atlántico Sur. Tenemos un caladero interesantísimo porque tiene la profundidad necesaria para que el Sol penetre y las algas hagan mucha fotosíntesis. Es un sitio ideal de resguardo y de crianza de peces. Pero el offshore puede envenenar y degradarlos. Debemos protegerlos para mantener de forma sustentable la crianza de peces tanto para la biodiversidad como para la pesca.

–¿Cómo definiría los esfuerzos para la transición energética en el país?

–Me quedo con muchas dudas. Los proyectos de prospección y explotación de petróleo y gas costa afuera no solo son muy costosos y afectan a la biodiversidad, sino que llevan mucho tiempo de instalación y de desarrollo. Cuando te ponés a mirar los tiempos, coincide con la proyección de los países desarrollados para abandonar esos combustibles, no se van a poder insertar en los mercados en los que buscamos posicionarnos. Estamos haciendo cosas que van en contramano de lo que está haciendo el mundo. Sobre todo, los mercados europeos y el estadounidense exigen estándares ambientales cada vez más altos. Y aquí hay algo de lo que no hablamos, en estos países, que le interesan al presidente, la economía azul está creciendo a pasos agigantados.

–¿A qué se refiere con economía azul?

–Es un nuevo planteamiento de desarrollo productivo y sustentable de los océanos. Considerando que en el mundo hay mucho descontrol sobre qué y cómo se saca, y también qué se arroja al mar, este planteamiento busca dar orden y consideración a la vida y al ecosistema marino. Es un modelo de muy rápido crecimiento y en Europa y Estados Unidos se está consolidando con mucha fuerza. Y aquí hay algo que quiero resaltar algo: para este tipo de economía, tiene que haber una relación estrecha entre la producción científica y tecnológica con la política y gestión. En el mar no podés hacer gestión de la misma forma que en la tierra, pero hay herramientas y conocimiento que ya existe y que podemos desarrollar en la Argentina. Pero la dirigencia política lo ignora.

–¿A qué atribuye esta desconexión?

–Yo veo un divorcio entre la ciencia y la política. Pienso que la voracidad que hoy hay por los recursos primarios no está permitiendo que la dirigencia tome noción de todos los proyectos que se pueden desarrollar entorno a la “economía azul”. No es solo pensar en el mar como un lugar de transporte, pesca y ahora hidrocarburos. Hay muchas cosas que se pueden obtener del mar. Como dije, hay distintas fuentes de energías renovables que pueden provenir de la fuerza marina, hay desarrollo biotecnológico. Si pensamos en el agujero azul, yo he escuchado de proyectos muy interesantes que se vinculan con la tecnología.

–¿Hay antecedentes locales de estas iniciativas?

–Hay una propuesta que lleva unos años y que apuntaba en esa dirección y se llama proyecto Pampa Azul. Plantea una manera de administrar lo que implica y lo que es el mar en el país. Lo que se pretendía era armar una coordinación interministerial, con la participación de organismos autárquicos del Estado, centros de investigación y universidades… estaba muy metido el sector científico y tecnológico allí. Pero me parece que siempre se manejó sin darle una relevancia para volcarlo hacia un plan estratégico. En el último tiempo, estuvo administrado solo por científicos. Me parece un espacio que da pie a un desarrollo grandioso, pero le falta una vuelta de rosca. Falta voluntad política para darle la relevancia que merece y orientar al proyecto hacia lo que se está haciendo en otros países. Tiene que ser una propuesta atractiva para inversores e industrias. Hay que ordenar el mar para poder aprovecharlo de la mejor manera. Es decir, muchachos hay que ver cómo vamos a aprovechar el mar, cuánto puede aportar al PIB del país, cómo vamos a cuidarlo, a evitar daños y cómo vamos a anticiparnos a los cambios en el mar.

–¿Qué piensa de la gestión ambiental del Gobierno de Milei hasta ahora?

–Creo que el Gobierno está en una suerte de limbo en un montón de áreas de funcionamiento del Estado. En esas áreas funciona por inercia y en materia ambiental pasa eso. Por ejemplo, la gente de Parques Nacionales sigue trabajando a pesar de los despidos, del bajo presupuesto, del cambio de gestión. Solo llevan cuatro meses de Gobierno, pero creo que lo que siga sí tendrá que ver con lo que decidan las autoridades y los acuerdos multilaterales a los que estamos suscriptos. Tenemos que revisar nuestra política regulatoria también en términos productivos. Hasta ahora, lo que se han llevado de materia prima en nuestro país no refleja el bienestar de nuestra población, y es que el modelo que llevamos no es sostenible. Si vos comparás con Chile, las ganancias de explotación minera, empezás a mirar que estamos haciendo algo muy mal. Pienso que hay una rueda política gigantesca que está promoviendo la Agenda 2030 en el mundo, y esto es algo que este Gobierno no va a parar. No es una cuestión solo de conciencia, es pura supervivencia. Lamentablemente, si no ponen atención a esto, si se nos escucha a los que trabajamos en temas ambientales, la respuesta va a venir el ambiente mismo, eso va a ser un desastre.

 

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