Bajo la premisa de que “la crisis climática es una crisis de salud pública y que, para proteger a los pacientes, hay que proteger al planeta”, la ministra de Sanidad, Mónica García, ha marcado entre sus objetivos que los hospitales y centros sanitarios españoles dejen de contaminar: es decir, estén plenamente descarbonizados en 2050. Para ello, aprobará los planes y leyes que sean necesarias, según se ha comprometido.

El reto, no obstante, es de primera magnitud, puesto que la administración sanitaria emite el 4,4% de los gases de efecto invernadero, lo que equivale a la contaminación producida por 514 centrales eléctricas de carbón o 3,5 millones de coches circulando durante un año. Si el sistema sanitario global fuera un país, sería el quinto emisor más importante, solo un poco por detrás de Rusia. Las emisiones sanitarias -que no incluyen a la industria farmacéutica- superan a las de la aviación o a las del sector marítimo.

200 hospitales, públicos y privados, han calculado ya su huella de carbono y se están analizando los datos preliminares

Por ello, en la Cumbre del Clima celebrada en Glasgow, en 2021, más de 50 países, entre ellos España, se comprometieron a reducir la huella de carbono de sus sistemas de salud. Fijarse la fecha de 2050 para lograr la neutralidad de emisiones, en los diferentes sectores, es un mandato de Naciones Unidas respaldado, entre otros, por la Comisión Europea.

En este marco, la ministra de Sanidad se ha comprometido a impulsar, durante esta legislatura, el marco normativo necesario para cumplir con el objetivo, con el argumento de que “no hay salud humana sin salud planetaria”. De hecho, el sistema sanitario es culpable y víctima de la crisis medioambiental. La contaminación y el cambio climático causan cada año miles de enfermedades y muertes prematuras, hasta el punto de que la OMS ha señalado que es el desafío más importante para la salud global del presente siglo.

Medidas

Por eso, el Gobierno ha puesto en marcha el Observatorio de Salud y Cambio Climático, con el objetivo de mejorar la respuesta ante las enfermedades que causa el calentamiento global. Bajo el principio de que la medicina ‘primum non nocere’ o ‘lo primero es no hacer daño’, García se ha comprometido a “desarrollar y promover la legislación necesaria para asegurar que el sistema de salud alcance la plena descarbonización antes de mediados de siglo, integrando en sus leyes fundamentales la importancia de ser resilientes y estar preparados frente a la crisis climática”.

El 71% de las emisiones corresponden a la cadena de suministros, que engloba medicamentos, dispositivos, alimentación o el transporte de los sanitarios

El primer paso que ha dado el Ministerio de Sanidad es incluir el reto en el Plan Estratégico de Salud y Medio Ambiente 2022-2026, que recoge la elaboración del primer estudio detallado de la huella de carbono del sistema sanitario español. Fuentes del Ministerio de Sanidad indican que ya han hecho el cálculo unos 200 hospitales (de los más de 800 existentes), públicos y privados, sobre en qué áreas y departamentos se contamina más y cuánto, y ahora se está realizando un análisis preliminar de los datos. Asimismo, también se están elaborando un Plan Nacional de reducción de la huella de carbono sanitaria, que incluirá una guía de recomendaciones sobre cómo avanzar en la descarbonización. Cumpliendo con la promesa de la ministra, se están estudiando las posibles modificaciones legislativas necesarias para cumplir con la neutralidad climática.

«El propósito de la ministra suena muy bien pero tenemos que darnos prisa e implementar los objetivos de reducción, porque el cambio cultural no es sencillo y necesitamos correr”

Pablo Barrenechea

Director de Acción Climática de Ecodes

El propósito de la ministra “suena muy bien porque el apoyo público es determinante” y en un país descentralizado “es necesario que el compromiso se integre en la legislación sanitaria”, advierte Pablo Barrenechea, director de Acción Climática de la Fundación Ecodes y secretario técnico de Sanidad #PorElClima, la plataforma que aúna a los sectores sanitarios comprometidos con el medio ambiente. “Sin embargo, tenemos que darnos prisa, pasar rápido del cálculo y la foto a implementar los objetivos de reducción, poner las herramientas, porque el cambio cultural no es sencillo y necesitamos correr”, añade.

Porque, además del compromiso gubernamental, las comunidades y muchos hospitales hace tiempo que están dando pasos encaminados a la descarbonización, pero los especialistas consideran que el apoyo del Gobierno es determinante.

Los servicios más contaminantes

Ecodes tiene una herramienta para medir la huella de carbono, que es la que están usando muchos centros sanitarios. Según los datos introducidos hasta ahora, la mayor contaminación proviene del uso de combustibles fósiles como el gas natural para climatizar los hospitales. El segundo apartado contaminante es la generación de residuos; el tercero, el consumo eléctrico, y el cuarto, los gases anestésicos, que multiplican por 2.000 el efecto del CO₂. De ahí que la recomendación de la sociedad de anestesistas es que se usen lo menos posible.

La contaminación y el cambio climático causan cada año miles de enfermedades y muertes prematuras

Mientras, un informe de la ONG Healt Care Without Harm, que proporcionó la primera estimación de la huella climática del sector sanitario mundial, calcula que solo el 17% de las emisiones provienen directamente de los centros de salud. La mayor parte, el 71%, corresponde a la cadena de suministros, la cual engloba a los medicamentos, los dispositivos y aparatos médicos, la alimentación o el transporte de los sanitarios hasta su puesto de trabajo. El 12% restante son las emisiones provenientes de las fuentes de energía comprada, como la electricidad.

Energía renovable

Ante ello, desde Greenpeace, Pedro Zorrilla, responsable de la campaña de cambio climático, advierte de que la transformación que el sistema sanitario tiene que realizar “es muy grande”, aunque hay “cambios que se pueden realizar más rápidamente”, como que la energía que se emplee en los centros de salud sea renovable, colocando por ejemplo paneles solares en las azoteas, mejorando el aislamiento de los edificios, que las ambulancias sean eléctricas o que la alimentación proceda de la agricultura ecológica.

Otro nivel en el que hay que actuar, apunta Barrenechea, está relacionado con la industria farmacéutica. Es necesario ajustar las compras a las necesidades reales, que los envases tengan las pastillas o el medicamento que se necesite y no sobre y que los blísteres sean reciclables. “Se pueden hacer un montón de cosas sin necesidad de elevar los costes”, concluye.  

 

Facebook Comments