La Premier sigue al rojo vivo. Nunca mejor dicho. Manchester City y Arsenal firmaron las tablas en el Etihad Stadium en un partido en el que hubo de todo menos buen fútbol y le dieron todos los honores del mundo al Liverpool para festejar su nuevo liderato. Los ‘citizens’ hicieron todo lo que estuvo en su mano para cargarse el muro que había plantado Arteta cerca de Raya, pero el resultado fue un disparo a puerta en todo el partido.

No renunciaron a su estilo, algo que sí hicieron los ‘gunners’. El técnico vasco planteó un partido impropio de lo que había construido en el Emirates, con un equipo que se olvidó de atacar, que no le dio miedo de poner el autobús y cerrar todos los pasillos interiores, y que, aun así, chutó más veces a puerta que su rival. Quién sabe qué hubiera pasado si el miedo no hubiera invadido una de las grandes finales de la Premier. El City, por miedo a perder balones y no ser más atrevido desde un inicio, y el Arsenal, por miedo a encajar y a quedarse fuera de la lucha por la Premier. Así son las finales.

Sin Grealish ni Doku

Quiso Pep Guardiola controlar tanto al Arsenal que hasta todo un City, con Haaland, De Bruyne, Foden y Bernardo Silva, le costó generar peligro. El de Santpedor, consciente de la final que había por delante, planteó en el inicio un equipo muy consistente en medio, que embotellara al Arsenal en su área, y prescindió de un generador de uno contra uno como Doku o Grealish en el sector zurdo. También Foden, desparecido, se fue por dentro. Eso obligó a estirar a Gvardiol. Y el croata no es extremo.

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Tuvieron los ‘citizens’ tanto miedo a la pérdida que se quedaron en un primer tiempo muy plano, con apenas una ocasión clara con el cabezazo de Aké a la salida de un córner. Demasiado jugador por medio, demasiado pase atrás. Más del 70% de la posesión, pero convirtiendo el duelo en un partido más de balonmano que en lo que nos tiene acostumbrados este equipo.

Ni rastro de un solo desmarque en profundidad de Foden o De Bruyne. Totalmente maniatados. Tampoco ayudó que el Arsenal decidiera romper con su filosofía habitual y vivir en su propia área.

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Planteamiento rácano de Arteta en el Etihad
EFE
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El Arsenal estuvo tranquilo cerquita de Raya, sabedor que el City no podía vivir de no perder una sola pelota. A cada pérdida, intento de contra para los ‘gunners’. Gabriel Jesus, en dos acciones individuales, le decía a los ‘citizens’ que había que hacer algo más arriba.

Guardiola pedía consejo a Juanma Lillo en busca de la fórmula del éxito. No le estaba gustando demasiado el partido. Estaba el Arsenal más cerca del 0-1 sin el balón que el City del 1-0 con él. Tampoco Lillo parecía tener la receta. Había que darle una vuelta al partido y al equipo, sobre todo tras la lesión de Aké y la entrada de Rico Lewis.

Más de lo mismo en la segunda parte

En la reanudación, esperaba el Etihad que el partido cogiera ritmo, que hubiera más espacios y que la Premier se pusiera al rojo vivo. Pero se quedaron con las ganas. Guardiola metió todo el desequilibrio que tenía en el banquillo con Doku y Grealish para tratar de encontrar un agujero en el solidísimo muro del Arsenal. Pero no hubo forma. Era imposible. Gabriel y Saliba fueron dos colosos en el eje de la zaga ‘gunner’.

Apenas un disparo de Kovacic desde fuera del área y una acción a la salida de un córner en el que solo Haaland sabe qué quiso hacer. Si no decimos nada del Arsenal es que tampoco hubo demasiado. Una intentona de Trossard, que le pegó a portería porque su primer control había sido nefasto y no pudo asistir a Martinelli en carrera, fue lo único potable de un equipo que salió desde el minuto 1 con miedo a encajar.

Al final, un empate que solo hace más líder al Liverpool, con dos puntos de ventaja sobre el Arsenal y tres sobre el City. Los ‘citizens’ lo intentaron hasta el final, pero ni jugando tres partidos más hubieran encontrado la fórmula para desajustar a un Arsenal que, eso sí, hizo un auténtico partidazo en defensa. A Arteta ya le iba bien el empate. O eso pareció. Todo abierto para un tramo final de Premier al rojo vivo.

 

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