La respuesta no es simple y, sin embargo, todos lo sabemos, aunque no todos queramos verlo. Una gota de agua no humedece un desierto, sin embargo un río lo hace fértil. De nada sirve llenarnos la boca de palabras vacías y de simples expresiones: «Se acaba el tiempo», «No hay planeta B»…

La realidad es clara, ya una vez dijo Nietzsche que «Dios ha muerto, y nosotros lo hemos matado», la única diferencia es que el planeta no está muerto, sin embargo está muriendo, y nosotros lo estamos matando.

Un dato que ha sido investigado y que aseguran cierto una gran mayoría de los científicos que estudian el tema es la subida de la temperatura global, que ha aumentado 1,18° de media en el planeta. Por ejemplo, la subida de temperatura en España alcanza los 1,55 grados Celsius. A priori puede parecer muy poco, al fin y al cabo es sólo un grado, ¿no? Basta con realizar una comparación con la temperatura hasta 1880 con esta subida de 1,18° únicamente en los siguientes 100 años.

La revista Conservation Biology ya publicó un estudio que marcaba la tasa de extinciones al año unas 10.000 veces más alta que antes de aparecer la especie humana. Ya está claro el argumento dado para estas cosas, las grandes empresas, el materialismo… Simples excusas, comentarios de gente que no quiere asumir que lo está haciendo mal o que no está tratando realmente de ayudar, simples frases que ayudan a cerrar más los ojos a una humanidad que lleva siglos dormida, argumentos carentes de sentido y cargados de ignorancia, cargados de la triste realidad de esta cultura del olvido y del «es que el gobierno no hace nada», del «¿Yo qué puedo hacer? Si solo soy un don nadie».

Efectivamente yo solo no voy a poder hacer nada, pero ¿estamos solos? Hay una frase que describe muy bien esto, una frase de Eduardo Galeano: “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”. Nosotros somos el mundo, ¿quién lo iba a ser sino? «Los jóvenes sois el futuro». No, los jóvenes somos el presente, los jóvenes ya estamos aquí, y cuando vemos las injusticias y los destrozos producidos por el ser humano levantamos la cabeza, nosotros somos los que con cada una de nuestras voces, estamos dando fuerza suficiente al grito que conseguirá salvar el planeta; somos el gran bastión que combate siglos de estupidez humana; y somos los ojos que verán renacer el planeta.

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