dep-kuMB--620x349@abc.jpgEl Deportivo de La Coruña es ahora un gigante enterrado, como titulaba Ishiguro, pero no en la Bretaña artúrica, sino en Segunda división B. Tan culpable fue el equipo, que abrazó la mediocridad futbolística durante toda la pasada temporada, como el polémico final de Liga en lo que algunos bautizaron como el «Fuenlagate». Pero como se dice popularmente, temporada nueva, vida nueva. El deportivismo se ha hermetizado en los últimos meses de puertas hacia dentro y ya no busca culpables, solo una regresión a los valores inamovibles del fútbol, alejados de la estéril burocracia que ha monopolizado su hoja de ruta en los últimos meses. Prueba de ello, son los más de 17.000 abonados que ha conseguido para la temporada venidera, récord absoluto en la categoría. «Jugamos en Segunda B, pero a nivel social estamos en Primera», aseguran con orgullo desde el club gallego. Prueba de la lealtad que practica la masa social blanquiazul hacia su equipo, más de la mitad de los abonados de la temporada pasada renunciaron a lo que les correspondía por los partidos suspendidos a causa de la pandemia. «Este dinero hubiese supuesto para el Deportivo unas pérdidas importantes, cerca de un millón de euros», comenta Gabriel Barrós, responsable de comunicación del club. «Cuando éramos los mejores» Los motivos de esta fe, difícilmente entendible desde fuera de la ciudad custodiada por Hércules y Breogán, son evidentes entre los aficionados del Deportivo. «Fuimos atropellados, como se descendió no se había visto en la historia del fútbol, y eso ha unido al deportivismo», afirma Carlos Carballal, vocal de la Federación de peñas del Deportivo. Aunque tiene claro que este año lo de viajar «va a estar difícil», observa ilusión en los ojos de los peñistas y ganas de «defender lo nuestro». Asegura Carballal con seriedad que los 17.000 aficionados son solo el principio, que él aspira a los 25.000. Falta de razón no le falta. La temporada pasada, de los más de 23.000 abonados que consiguió el Deportivo, solo cerca de 3.700 hicieron los trámites de manera online. Este año, la cifra ascendió hasta los 16.000. «Aún faltan los socios más veteranos y los que se abonarán de forma presencial», concluye Barrós. Para explicar el porqué de esta movilización, sobre todo del aficionado novel que no vivió la época dorada del club, la tradición oral cobra una gran importancia, como en las grandes leyendas de antaño. Javier Manjarín, exjugador y antiguo entrenador de filial, tiene clara la respuesta. «La gente de La Coruña se siente importante, recuerda el pasado glorioso. Esto se ha transmitido de manera intergeneracional», admite. Curiosamente, el exdelantero del Sporting de Gijón ha sido una de las caras más reconocibles de la campaña de abonos, que homenajea a los jugadores que consiguieron alzar la Copa del Rey en 1995. Cuando el Deportivo alcanza los 17.000 abonados no solo se puede mirar al noroeste. Mateo, hijo de gallego pero nacido en Madrid, ha tomado la decisión de apoyar a su equipo a casi 600 kilómetros de distancia. Pese a que le falta el acento, su sangre tiene tanto salitre cómo la de cualquier otro deportivista. «Ya era socio amigo, pero la decisión de dar este paso la doy debido al descenso y como se dio», comenta. También está ilusionado, habla de renaceres y alaba la aparente estabilidad institucional y deportiva, personificada en cierto modo por Fernando Vázquez, entrenador encargado de dirigir al equipo en el nebuloso río que es la Segunda B. Marcos, que es por primera vez socio del club, sí que nació a las orillas del Atlántico, aunque ahora trabaja en territorio comanche, es decir, en Vigo. Ha vivido y llorado dos descensos en Riazor y el sufrimiento deportivo es ya una cualidad innata en él. «Desde que tengo uso de razón, siempre quise ser deportivista» sería la primera frase de su biografía hecha película. «Si algo bueno hubo en todo lo malo que nos pasó fue esto, el sentimiento de unidad que ha despertado en nosotros y yo quería aportar mi granito de arena», narra, mientras rememora sus momentos predilectos de la historia del club. «Si tuviese que quedarme con uno sería la salvación con el 2-2 en el Camp Nou. Estamos locos. Con la de cosas que le han pasado al Dépor en los últimos años, y todas prácticamente malas… No trates de entenderlo».

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