Más de seis meses de bombardeos casi diarios. Muerte, destrucción. Devastación de hospitales. Bombas sobre población civil que busca alimentos. Privación de comida hasta matar de hambre a menores mientras los camiones con alimentos están a diez minutos de distancia. La lista dantesca es inacabable y ha puesto al límite de sus capacidades emocionales a expertos de las organizaciones humanitarias que no recuerdan, salvo el genocidio de Ruanda, nada parecido al infierno de Gaza. A todo ello añádase que el foco de la atención mediática ahora ya no está en Palestina sino en la escalda de la guerra hacia Irán u otros países árabes. El cóctel es letal y por ello el responsable ejecutivo de Unicef en España, Chema Vera, lanza un SOS con un motor de esperanza: estamos a tiempo de evitar que las secuelas sean de por vida.

¿Existe ahora el peligro de que se pierda atención sobre la tragedia de Gaza?

Es un peligro no sobre la extensión del conflicto sino porque siempre ha estado allí. No ha habido suficiente foco en la vulneración de los derechos de la infancia de Gaza en estos seis meses. Si lo hubiera habido, la presión sobre el alto el fuego hubiera sido más drástico y para el acceso humanitario. Y no estaríamos como estamos, con niños que se mueren literalmente de hambre. Se han muerto 23 niños ya en el norte de Gaza a diez minutos de toneladas de alimentos listos para entrar.

¿Había vivido usted algo así?

No ha habido suficiente foco en la vulneración de los derechos de la infancia

No, pero sí. Marcará un antes y un después en la acción humanitaria y en la gestión de conflictos. El equivalente, salvando distancias, ha sido Ruanda. Gaza va a ser igual que aquel. También Sudan ha generado miles de desplazados, hay zonas inaccesibles para acción humanitaria. Hay una erosión del derecho internacional humanitario que hacía que los actores nos sintiéramos con el respaldo. En la última década se han erosionando los principios humanitarios y el conflicto de Gaza es un parte aguas.

¿Cómo impacta en los niños lo que está sucediendo en Gaza?

Tiene un impacto devastador. Toda persona que vive un conflicto tiene miedo, incertidumbre. Sufre un trauma. Si es un niño, ese trauma va a ser mayor y va a tener un efecto sobre toda su vida si no se actúa pronto. Gaza tiene una diferencia sustantiva respecto a Ucrania o Sudán. Normalmente la población puede desplazarse. Es traumático, dejas tu casa, tu terreno de juego, tu raíz, pero al menos te puedes ir a un lugar seguro. En Gaza, no. Estos niños llevan más de seis meses escuchando bombardeos todos los días, han tenido que dejar su hogar una vez y volverse a desplazar hasta cuatro veces. Tienen una sensación continua de inseguridad. Sienten que nadie les puede proteger, que sus padres y madres ya no van a poder hacer nada para. Esto tiene un impacto durísimo. En Unicef intentamos, con las capacidades que tenemos, acciones de apoyo psico-social para recrear un espacio en el que el niño vuelva a ser niño.

¿Estos niños tendrán confianza en el género humano cuando sean adultos?

Lo que viven es un ataque continuado, muertes alrededor, heridos. Su confianza es en relación a cualquier tipo de orden, de Estado, de fuerzas protectoras… que están llevando a la desprotección extrema.

¿El ánimo de venganza va a ser una de las consecuencias en estos niños?

Es obvio que genera un caldo de cultivo para el extremismo en el futuro, es un riesgo alto. Pero hay que pensar también en la capacidad de resistencia y de desarrollo que un niño tiene. Va a depender de lo que se haga, de cómo se pueda trabajar y de lo pronto que acabe el conflicto y dejen de sentir violencia. Y de las posibilidades de reconstrucción y estabilidad, y de si se llegan a sentir seguros. La inseguridad es un vector de extremismo.

El conflicto genera un riesgo alto de extremismo, pero hay que pensar también en la capacidad de resistencia

¿Cómo afecta psicológicamente la muerte de hambre de niños y niñas?

Vuelve a ser ese efecto físico de no tener nadie que te esté alimentando, de la incertidumbre máxima. Todo se concentra en qué comer en las próximas horas. Cuesta mucho introducir alimentos por los dos únicos pasos abiertos. El efecto sobre el desarrollo de los niños es alto. Meses de hambre tienen un efecto devastador sobre el desarrollo físico y psicológico futuro. Es un lastre que les va a cargar durante toda su vida.

Meses de hambre tienen un efecto devastador sobre el desarrollo físico y psicológico futuro

¿Qué trabajo psicológico queda por hacer una vez se logre un alto el fuego?

El sentido de seguridad es crucial para la vida

Ingente. Una de las tareas en estos conflictos es la rehabilitación y la reconstrucción. Pero si la recuperación y la reconstrucción de las viviendas, escuelas y hospitales no va acompañada de una prevención del conflicto, si no se da una seguridad futura, no genera el mismo efecto. Te pueden rehacer tu casa, pero si se puede repetir un conflicto como el que se está viviendo, no es igual. El sentido de seguridad es crucial para la vida. Si se va dando, hay todo un trabajo a hacer de recuperación de su salud mental y de todo lo que se pueda proveer en apoyo psico-social con niños. Es importante para capacitar a los sistemas que están en contacto con los niños: familia, escuela, salud. Y luego hay casos que van a necesitar una asistencia psicológica que a veces existe y en otras ocasiones los sistemas de salud son frágiles. Si en nuestra sociedad un niño sufre un trauma, por una pérdida, acoso…su entorno reaccionará de forma capaz y coordinada. En una situación como la de ,,Gaza es lo mismo, pero con una magnitud gigantesca.

La historia de Dina

Una chica de doce años, Dina, fue herida en una pierna. Perdió la pierna. El equipo de Unicef la entrevistó. Mostraba ganas de seguir viviendo, de recuperarse. Mostró un gran afán de superación con mucha fuerza. Se produjo otro bombardeo en la zona del hospital donde ella estaba. Fue asesinada. Doble bombardeo. Y ese fallecimiento impactó, como es obvio, en todos sus vecinos, primos y en el resto de su familia. «¿Por qué a nosotros, qué hemos hecho para que esto nos caiga?», se preguntaban los menores.

 

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