Con la declaración como testigos de los familiares directos de Alejandro Cohn, el joven de 35 años que falleció el 29 de julio de 2025 dos días después de haber ingreso a una guardia médica por un episodio diabético, retomó el juicio en el que nueve médicos están imputados por homicidio culposo por haber intervenido en la atención del paciente en el hospital municipal de San Isidro antes de su derivación al Hospital Italiano, donde finalmente murió.

En la segunda audiencia, que tiene lugar en los Tribunales de San Isidro, ya declararon el padre y la madre de Alejandro, y empezó ahora a hacerlo su hermano, el reconocido cineasta Mariano Cohn, luego seguirán las dos mujeres que asistieron a la víctima en la vía pública, los médicos que lo atendieron en el Hospital Italiano y otros testigos.

En el juicio se intenta demostrar qué ocurrió durante las últimas horas de vida de Alejandro desde que ingresó por sus propios medios a la guardia del Hospital Municipal Melchor Posse, de San Isidro, hasta que fue trasladado al Italiano con muerte cerebral, la clavícula fracturada, dos fracturas de columna con desplazamiento de médula y otras lesiones que no son compatibles con la atención de un paciente diabético.

“Voy a decir la verdad, es lo que se merece mi hijo…”, comenzó su testimonio Mario Cohn, el padre de Alejandro. Entre suspiros pidió disculpas al juez Facundo Ocampo, titular del Juzgado Correccional N°4 de San Isidro, por hallarse “un poco nervioso” a pesar de ser abogado, porque era la primera vez que declaraba en un juicio. “Tuve un hijo que llegó al hospital de San Isidro con una descompensación diabética y se llegó al resultado de su muerte. Jamás puedo emparentar a la diabetes con la muerte, me pregunto si alguien acá en la sala lo puede hacer”, indagó el hombre.

“Mi hijo, en 15 años, tuvo dos episodios diabéticos. Recuerdo uno cuando fue atendido en el sanatorio privado San Lucas. Allí nos atendieron bien, le dieron suero, se quedó un ratito y le dijeron: ´Bueno, ya está’. Esos episodios son normales en personas diabéticos. ¿Cómo íbamos a imaginar lo que le pasó?”, intentó descifrar el padre de Alejandro.

El hombre realizó un relato detallado de lo que ocurrió la noche del 27 de julio de 2025 cuando recibió la noticia de que su hijo estaba en la guardia del Melchor Posse. “Llamaron desde la ambulancia y nos relatan lo que había pasado. En ese momento le pasan el teléfono a Alejandro, que dice ‘Mamá, estoy bien´, lo que demuestra un grado de lucidez absoluto. Alejandro les dio la clave del teléfono a quienes lo asistieron para que lo desbloquearan. Por eso no podemos imaginar el fatal resultado al que se llegó por una suma de imprudencias y negligencias”, dijo.

“El ‘Ya va a ir la atención’ se convirtió en el latiguillo porque pasaba el tiempo y nadie lo atendía. Empiezo a ver mal a mi hijo, de repente, lo recuerdo con una tremenda tristeza porque comenzó a emitir ronquidos, gritos guturales, fuertes, inentendibles, nunca lo había visto en mi vida. Se lo llevaron de la guardia, a la media hora nos dijeron que había llegado con convulsiones y me dijeron que le tuvieron que poner un respirador artificial. Me quedé duro, temblando, como estoy ahora. Les pregunté a los médicos ´Qué es lo que tiene´ y me respondieron que no sabían. El ´No sabemos´ se volvió habitual”, prosiguió el hombre.

El derrotero de Mario y su esposa prosiguió durante la madrugada del 28 de julio, según su relato, cuando seguían recibiendo algo de información sobre el estado de su hijo. La necesidad de realizar una traqueotomía, sangre en los pulmones, un catéter, problemas para controlar la presión y un traslado a la sala de terapia intensiva. “Nadie sabía qué le pasaba. ´Ah, no sé´, repetían todos los médicos que actuaban como departamentos estancos, cada uno en lo suyo, como en una industria”, sostuvo Mario.

“Se notaba la mala praxis enorme, lo digo como un padre dolido, partido, los facultativos no merecen seguir ejerciendo. Les pido que se pongan en mi lugar, de un padre partido que sueña por la noche, son momentos muy dolorosos”, admitió el padre de Alejandro.

Recién en el Hospital Italiano, contó Mario Cohn, pudo saber la verdad sobre el estado de su hijo, una vez logrado el traslado a pesar de la reticencia de los médicos del Melchor Posse de entregar la epicrisis, el documento necesario para sacarlo de allí. “¿Ustedes sabían que Alejandro tenía fracturas? ¿A ustedes no les dijeron nada? Alejandro tiene líquido en el cerebro, Alejandro tenía muerte cerebral”, nos dijo el jefe de Terapia Intensiva, que lloraba a la par nuestra. Nos avisó que debía realizar una denuncia policial. ‘A este muchacho lo destrozaron’, nos dijo”, cerró Mario.

“No puedo dejar de pensar en Alejandro”

Otra de las personas que declaró en el juicio fue Beatriz Arroyo, la madre de Alejandro “No puedo dejar de pensar en Alejandro, tenía un vínculo muy especial con él, estaba por volver del trabajo y recibía el mensaje de él. Alejandro estaba perfecto, había hablado esa tarde, el día anterior habíamos ido a almorzar, estuvimos toda la tarde mensajeándonos y el lunes, el 27 de julio, me mandó un mensaje que le había llegado su pasaporte. Le dije ‘que lindo, vamos a poder hacer ese viaje’, le puse un corazón y un avioncito. Ese fue mi último mensaje con Alejandro”, contó la mujer.

“Mi hijo era sano, corría maraton, sabía llevar su enfermedad… En el hospital de San Isidro nos dijeron que nuestro hijo corría riesgo de vida. Entré a la sala de terapia intensiva, le di la mano pero no tenía reacción. Y en el Italiano nos confirmaron la muerte cerebral, un momento terrible porque había que pensar en desconectarlo….”, dijo la madre de Alejandro haciendo una pausa y con la voz quebrada. “Había que pensar en donar los órganos… se pudieron donar las córneas de él. Alejandro miraba en colores, miraba como pintaba”, recordó Beatriz.

La noche del 27 de julio de 2015 Alejandro Cohn iba a jugar al fútbol con amigos, pero nunca llegó a destino porque sufrió una descompensación diabética. Estacionó su moto, se bajó y fue asistido por dos mujeres, Mariana Masotti y Cecilia Sanguineti, madre e hijas, que llamaron a la ambulancia en la que fue trasladado al Melchor Posse de San Isidro.

Entró consciente y junto a Cecilia a la guardia del hospital municipal y pasó varias horas en diferentes sitios de atención, como el shock room y la unidad de terapia intensiva. Ese tiempo se convirtió en un agujero negro en el que no se sabe qué le pasó porque las actas desaparecieron, fueron arrancadas las hojas en los libros de protocolo y las grabaciones de las cámaras de seguridad no aparecieron durante la etapa de instrucción. Lo que vino después fueron dos días sin diagnósticos claros, sin explicaciones concretas sobre el estado de Alejandro y una marcada resistencia a efectuar el traslado a otro hospital. Hasta que se produce su derivación al Italiano donde se constata una luxofractura de vértebra cervical, una luxofractura de vértebra torácica, fractura de clavícula, fractura de costillas y muerte cerebral. Alejandro murió el 29 de julio de 2015.

 

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