Después de golpear y estrangular a Florencia Guiñazú, jugadora del equipo de fútbol de Argentino de Mendoza, de 30 años, y antes de quitarse la vida, Ignacio Agustín Notto, pareja de la víctima, escribió y dejó un mensaje en una de las ventanas de la casa donde ocurrió el crimen: “Llamen al 911. Los niños están solos”.

Así lo informaron fuentes de la investigación. Guiñazú, que también era una reconocida influencer, fue encontrada muerta en la habitación matrimonial que compartía con Notto.

Guiñazú ya había denunciado a Noto por violencia de género. En noviembre pasado, un vecino encontró a la joven cerca de su casa, en estado de shock. Según publicó el portal de noticias mendocino El Sol, la habían golpeado y encerrado en el baño del departamento de la calle Bombal entre Magallanes y Adolfo Calle, en Guaymallén, en Mendoza.

El Ministerio Público Fiscal le tomó declaración informativa a Notto, pero la causa no avanzó por falta de pruebas.

“Era una pareja de relación muy abierta. Pero las peleas eran constantes en los últimos tiempos”, dijeron fuentes de la investigación citadas por El Sol.

El sábado pasado, cerca de las 5, una serie de ruidos fuertes presagió lo peor. Sin embargo, habría que esperar a la tarde para que se develara la dimensión de la tragedia ocurrida en la calle Bombal al 400. A las 16, un vecino advirtió que en una de las ventanas alguien había pegado un cartel que decía “llamen al 911, los niños están solos”.

Ese testigo dijo que, intrigado por lo que sugería ese mensaje, llamó a la puerta de la casa. Le abrió un chico de 7 años, uno de los dos hijos de la pareja. Le preguntó por sus padres, y el niño le respondió que él había estado jugando a la PlayStation durante un buen rato y que incluso había golpeado a la puerta del cuarto principal, pero estaba cerrado por dentro y no le contestaban.

El vecino llamó de inmediato al 911. La policía llegó y encontró en el departamento 10 al menor en la casa; su hermana, de cinco años, había ido a dormir a la casa de una de sus abuelas. El chico les dijo que, como sus padres no abrían la puerta ni le atendían, había salido al patio del complejo porque “tenía hambre”.

Fueron hasta la habitación matrimonial y, efectivamente, estaba cerrada con llave desde adentro. No les quedó otra que forzar la puerta. Apenas ingresaron se encontraron con la escena de un crimen.

En la recámara estaba Guiñazú tendida en el suelo, en medio de unas manchas de sangre, ya sin vida; a simple vista, su cuerpo presentaba múltiples golpes. En el interior de uno de los placares estaba Notto, colgado de un cable que le rodeaba el cuello.

Ante ese macabro cuadro se dio aviso a la Unidad Fiscal de Homicidios y Violencia Institucional. La causa recayó en la fiscalía N°17, a cargo del fiscal Gustavo Pirrello, que ordenó la activación del protocolo para casos de femicidio. Poco después llegaron a la calle Bombal los peritos del Cuerpo Médico Forense (CMF).

También trabajaron en el lugar personal del Servicio de Emergencias Coordinado (SEC) y detectives del área de Investigaciones, que dieron inicio a las primeras averiguaciones y tomaron contacto con los vecinos, cuyos testimonios les permitieron trazar un primer mapa sobre la conflictiva relación y tomar conocimiento de los antecedentes que les permitan comprender cómo y por qué se llegó al trágico desenlace.

Tras el femicidio, el fútbol de Mendoza despedía a Florencia Guiñazú, que, además de ser futbolista profesional –también había incursionado en el rugby–, era influencer en las redes sociales (con más de 25.000 seguidores), tatuadora y técnica en Seguridad e Higiene.

La institución a la que representaba deportivamente la despidió con un posteo en Instagram: “Lamentamos el fallecimiento de nuestra jugadora… Les enviamos nuestras condolencias a Ámbar y Milo, sus hijos, y a su familia, de parte de todo el club”.

 

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