Un fenómeno estelar bautizado como el «demonio de Tasmania» ha sumido en el asombro a la comunidad astronómica, tras emitir destellos de máxima luminosidad en más de una docena de ocasiones, varios meses después de su primera aparición.

Este peculiar fenómeno, que abre nuevos interrogantes, podría arrojar luz sobre las causas de estas explosiones, conocidas como transitorio óptico azul rápido (FBOTs, por sus siglas en inglés).

 

De «La Vaca» al «Koala»

Los FBOTs, observables a lo largo y ancho del universo, representan un misterio aún sin resolver. El primero de ellos, apodado «la Vaca» tras su designación AT2018cow, fue detectado en 2018 en una galaxia situada a unos 60 millones de parsecs (equivalentes a 200 millones de años luz) de la Tierra. 

«La Vaca» se distinguió por alcanzar una luminosidad hasta 100 veces superior a la de una supernova, para luego atenuarse en apenas unos días, un proceso que en una supernova ordinaria se prolongaría durante semanas. 

Desde entonces, se han identificado más de media docena de FBOTs, con nombres tan variopintos como «el Koala», «el Camello» y, más recientemente, «el Pinzón». 

No obstante, la causa subyacente de estos fenómenos sigue siendo un enigma. Las hipótesis predominantes sugieren que podrían tratarse de supernovas frustradas (estrellas que colapsan en un agujero negro o en una estrella de neutrones antes de poder explotar), agujeros negros de masa intermedia devorando otras estrellas, o bien el resultado de la interacción entre objetos y las estrellas extremadamente calientes y brillantes conocidas como estrellas Wolf-Rayet.

El demonio de Tasmania

En un estudio publicado el 15 de noviembre en la revista Nature, un equipo liderado por la astrónoma Anna Ho, de la Universidad de Cornell en Ithaca, Nueva York, describe una actividad reciente en un FBOT descubierto aproximadamente a 1 billón de parsecs de distancia en septiembre de 2022.

Ho fue la responsable de desarrollar el software que, en septiembre de 2022, detectó la señal del evento mientras procesaba alrededor de medio millón de variaciones o sucesos transitorios registrados diariamente. Este análisis se realizaba como parte de un mapeo exhaustivo del cielo llevado a cabo por el telescopio Zwicky Transient Facility, ubicado en California, Estados Unidos.

En diciembre de 2022, mientras realizaban un seguimiento rutinario de la explosión, que estaba en proceso de atenuación, el equipo se percató de algo inusual en una de las imágenes analizadas: un destello de luz seguido de un súbito pico de luminosidad en el centro de la imagen, que desapareció tan rápido como apareció.

Registraron un total de 14 eventos de este tipo, cada uno con una duración de solo unos minutos.

Ho sugiere que estos destellos podrían respaldar la teoría de la supernova frustrada, lo que implicaría una estrella masiva, aproximadamente 20 veces mayor que el Sol, agotando su combustible y colapsando, dejando tras de sí una densa estrella de neutrones o un agujero negro en el interior de los restos estelares.

Observaciones adicionales podrían ayudar a determinar la masa del objeto, lo cual podría explicar definitivamente su origen. Según Ho, si un agujero negro de masa intermedia es un agujero negro de 10.000 masas solares, una supernova frustrada es más bien de 10 o 100 masas solares.

Los destellos podrían ofrecer una manera de calcular la masa del objeto: cuando se mide una señal de rápida variación, se puede utilizar la rapidez con la que varía esa señal para estimar el tamaño del objeto emisor. Una alta velocidad indicaría que el objeto está rotando rápidamente, lo que sugeriría una masa menor.

Se espera que el Observatorio Vera C. Rubin, actualmente en construcción en Chile y cuya puesta en marcha está prevista para el próximo año, encuentre de 10 a 100 veces más de estos objetos.  Esto podría ayudar a los astrónomos a delimitar las causas de estos extraños fenómenos.

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