En algunos puntos de su partido ante Tiafoe, Rafa Nadal dio la impresión de estar agotado, física y mentalmente. Parecía decir basta y hasta se intuía incluso lógico. El tenista mallorquín enfila su última recta de la temporada con la cabeza más fuera que dentro de la pista de tenis. «Tengo que ocuparme de cosas más importantes que el tenis, y no sé cuándo volveré», dijo tras caer en Nueva York. Su esposa, Mery Perelló, embarazada e ingresada en el hospital, le espera ya en casa.

Si echa la vista atrás, Rafa puede elegir entre una botella medio vacía o medio llena a la hora de diagnosticar este 2022. El perfil optimista le dirá que suma dos Grand Slams más a su colección, y van 22, aupado ya en el olimpo del tenis mundial tras ganar en Australia y Roland Garros. Djokovic y Federer le miran desde abajo. Pero en el camino hacia el éxito se ha dejado la salud, literalmente.

El pie izquierdo

El obstáculo más alto se encuentra en la zona más baja, el pie izquierdo. Allí se aloja desde 2005 el síndrome de Müller Weiss, una dolencia crónica que ha cambiado incluso su forma de pisar y para la que cada año busca un nuevo tratamiento. El límite llegó este mismo año, en el que Nadal asumió la realidad de una posible retirada del tenis, pues el dolor ya era casi inaguantable. Surgió entonces la posibilidad de las radio frecuencias y de momento, la fórmula resulta y Rafa puede jugar.

No queda ahí el doloroso año de achaques del chico de Manacor que, allá por marzo, sufrió una fisura de costilla que le apartó del circuito unas semanas. La lesión se produjo en Indian Wells y también puso en peligro el resto de la temporada. Y volvió a superarla Nadal para seguir adelante.

Siete milímetros de tortura

El problema surgió entonces en el abdominal: fueron siete los milímetros que ocupó la lesión que le obligó a retirarse en semifinales de Wimbledon y que aún hoy le molesta, obligándole a cambiar su forma de saque. Cada vez que lanza al cielo la pelota y busca su cita con la raqueta, la cicatriz tira.

La parcela de dolencias físicas concluye en este punto, de momento, pero hay más. Mentalmente, no está siendo un año tampoco sencillo para Nadal, que permanecía en Nueva York pese a las problemas de salud que ha atravesado su mujer, Mery Perelló, en avanzado estado de gestación y que ha provocado su ingreso hospitalario. «Mi mujer está bien, ya lo dejo caer», respondió el tenista español hace unos días, cansado de tantos rumores.

Ese mismo día, durante el partido que jugó contra Fognini, aparte de golpearse la raqueta contra la nariz, lo que ya le faltaba, Rafa reconoció a su banquillo su estado mental: «Tengo muchísima ansiedad». Al final, logró enderezar el partido, superar el problema y derrotarlo. Como siempre.

🗣 «Estoy con mucha ansiedad»

Preocupantes palabras de Nadal a su equipo 😕#USOpen #USOpenEurosport pic.twitter.com/unNpPajBHC

— Eurosport.es (@Eurosport_ES) September 2, 2022

Nunca lo ha tenido fácil el mejor deportista español de la historia, que aprendió a vivir con el dolor desde que apenas era un crío, convirtiéndolo en un estímulo para seguir siempre adelante, cayéndose y levantándose una vez más, como si nada. Ha conseguido malacostumbrarnos y, ahora, que de repente quiere parar para atender a su familia, nos ha dejado fríos. Y no hay fecha de regreso.

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