La polinización mediada por insectos es la forma más común de fertilización en las plantas con flores terrestres. De hecho, la polinización en todas sus formas, ha sido siempre considerada un mecanismo limitado a tierra firme. Sin embargo, ahora, un pequeño isópodo conocido como Idotea balhica, acaba de mostrar a los científicos que los invertebrados marinos como estos crustáceos que se alimentan de y sobre algunos tipos de pastos marinos y algas, también pueden transportar y dispersar granos de polen, desterrando la arraigada creencia de que la polinización mediada por animales no se producía en ambientes subacuáticos.

Los resultados de la investigación, liderada por la experta en biología evolutiva y ecología de la algas de la Universidad Austral de Chile, Emma Lavaut, se describen en un artículo que bajo el título Pollinators of the sea: A discovery of animal-mediated fertilization in seaweed se publica esta semana en la revista Science.

Los hallazgos en este pasto marino, un tipo de alga y, por lo tanto, un especie muy lejanamente relacionada con lo que se considera plantas verdaderas, amplían el rango de las especies que se benefician de los servicios polinizadores de los animales. De hecho, el descubrimiento ya ha motivado la búsqueda de otros ejemplos de polinización submarina, particularmente en especies de algas rojas, en las que los gametos femeninos no se liberan y los gametos masculinos carecen de flagelos que le permitan alcanzar a su contraparte del sexo opuesto.

Distribución de los gametos masculinos de Gracilaria gracilis (azul) en el cuerpo de un espécimen joven de Idotea balthica. Se observan especialmente en las partes del animal que están en contacto con las algas.

Antes del descubrimiento del equipo de Lavaut, siempre se había pensado que estas plantas se reproducían pasivamente a través de corrientes de agua. No obstante, mediante una serie de experimentos, la investigadora pudo demostrar que la presencia del isópodo Idotea balhica, una criatura que se vive sobre y entre las algas rojas de la especie Gracilaria gracilis, aumenta exponencialmente el éxito de fertilización del alga.

Así, los autores descubrieron que a medida que los isópodos se alimentan en los ejemplares masculinos de Gracilaria gracilis, recogen y transportan los gametos masculinos en sus cuerpos y los entregan a las plantas femeninas. Los investigadores sugieren del mismo modo que la relación entre G. gracilis e I. balhica podría ser mutualista. Para los isópodos, las algas proporcionan refugio y alimento en forma de diatomeas que se adhieren a la superficie de las plantas y, a cambio, las plantas obtienen mayores tasas de crecimiento y mejor éxito reproductivo.

Lavaut y sus colegas, también sugieren que las estrategias de fertilización mediadas por animales pueden haber evolucionado muchos millones de años antes de lo que se pensaba, tal vez incluso antes que en las propias plantas terrestres, o que las estrategias de fertilización mediadas por animales evolucionaron de forma independiente y repetida en los ecosistemas terrestres y los ambientes marinos.

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