Los desafíos del actual ciclo 2023/2024 casi nos dejan sin aliento. Pero más allá que todavía tenemos por delante casi la totalidad de la cosecha gruesa y que venimos arrastrando los resultados de una de las peores sequías de la historia, resulta interesante seguir observando y planificando los escenarios del próximo ciclo productivo. Porque casi sin darnos cuenta se viene la siembra de la fina (trigo y cebada) y, luego, el periodo crítico en Estados Unidos, con la implantación de la cosecha gruesa.

La reciente caída de los precios internacionales, sumada a la suba de los costos de los insumos (agravado por el reciente incremento del impuesto país, que actúa como si fuese un derecho de importación), nos deja con márgenes proyectados muy magros o negativos hacia adelante. Por ejemplo, la soja julio 2024 en Chicago tuvo pérdidas de más de 100 dólares por tonelada desde mediados de noviembre pasado, al tiempo que para el maíz las bajas se ubicaron por encima de los 80 dólares desde fines de junio de 2023. No obstante, existen algunos argumentos como para esperar una recomposición de los valores de los granos hacia el segundo semestre de este año.

“Una mano de truco”: la venta de soja está en el menor nivel en casi 10 años

En primer lugar, debemos entender la magnitud de la posición sobrevendida de los fondos de inversión en Chicago. Las razones de un nivel de sobreventas sin precedente pueden ser varias, pero es difícil que estos actores especulativos ingresen en el mercado climático estadounidense (julio/agosto) en las condiciones recién mencionadas. Estadísticamente los fondos esperan el desenlace crítico de los cultivos con posiciones compradas. En tal sentido, las compras de cobertura podrían darse desde ahora y hasta ese momento, o bien, pueden hacerse violentamente más cerca de dicho acontecimiento y en función de cómo se comporte el clima.

Está claro que los fondos necesitan “estímulos” para salir de sus posiciones vendidas. El devenir climático, por supuesto, es “la variable” más importante. Pero este año podría sumarse otro factor de igual trascendencia. Según los economistas en Estados Unidos un recorte en la tasa de interés en el país más importante de América del Norte debería darse hacia mediados de año. De ser así, los fondos podrían tener un doble estimulo (o tal vez triple) para apostar por las commodities agrícolas. A saber: el clima y la necesidad de buscar alternativas de riesgo si los activos seguros ya no brindan buenas tasas (léase bonos del tesoro estadounidense), además, si el dólar acompaña la baja de las tasas, la demanda genuina también estaría un poco más vivificada.

Pero los mercados poseen fundamentos, situaciones estructurales de largo plazo y también tienen “momentos”. Así como los climatólogos elaboran modelos meteorológicos de corto, mediano y de largo plazo, los mercados también los tienen. Si la decisión pasa por invertir una enorme cantidad de capital en la adquisición de un campo determinado, pues bien, ahí van los modelos estructurales de largo aliento. Para cerrar los números de una campaña, en cambio, los “tiempos” o “momentos” del mercado son vitales.

Alguna vez, mientras analizábamos el mercado de la soja, uno de mis grandes mentores me dejo un concepto en inglés: “Stay tuned”, fue la frase elegida, que quiere decir, “manténganse en sintonía”, porque estos mercados cambian a diario. Nunca tan cierto, nunca tan actual.

El autor es socio de Nóvitas SA

 

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