Tánger, una ciudad que atesora las más fascinantes leyendas, se asoma como un gran balcón de Marruecos al remolino que se forma en el encuentro de las aguas del Mediterráneo y el Atlántico. El puerto que fundaron los fenicios y fue invadido por cartagineses, romanos, almorávides, portugueses, españoles, espías de las grandes potencias o los alegres beatniks de los años cincuenta es hoy una urbe vibrante con nuevos museos y hoteles con encanto, mientras los rehabilitados paseos marítimos facilitan el acceso y disfrute de sus hermosas playas. Todo ello, sin perder la esencia tradicional de los comercios, restaurantes y cafés de su medina árabe.

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