Volver sobre las películas que vimos tiene su riesgo. A veces, no resisten al paso del tiempo y nos terminan pareciendo “viejas”; pero también están las que nos siguen gustando y pasan a formar parte de nuestros clásicos personales. Si las de Nancy Meyers están dentro de esa categoría, se debe en mucho a los decorados y ambientaciones en los epicentros de la elegancia norteamericana: una casa de playa en Los Hamptons, un brownstone de Brooklyn o una casa neocolonial española en Los Ángeles.

Y es que, más allá de las tramas, podemos ver películas como Juego de gemelas (The parent trap, 1988), Alguien tiene que ceder (Something’s Gotta Give. 2003), El descanso (The Holiday, 2007), Enamorándome de mi ex (It’s Complicated, 2009) o Pasante de moda (The Intern, 2015) una y otra vez, solo para sumergirnos dentro de los grandes e inspiradores escenarios que la directora, guionista y productora crea para los universos de sus personajes.

Evocar la calma

Además de su increíble ojo para darles vidas a los ambientes, Nacy Meyers trabajó en muchas de sus películas con un equipo de lujo, formado por el diseñador de interiores James Radin y la decoradora de escenarios Beth Rubino. Si bien los espacios que crean no responden al mismo estilo en lo estricto, todos están atravesados por una visión clásica del buen gusto norteamericano.

Fórmula Meyers: diversos tonos de blanco en la base; cremas y beiges en muebles, paredes y textiles; gris perla, grafito o azulado en los acentos. Y, siempre, el toque fresco de plantas de interior o un buen ramo de flores.

En los decorados de “Alguien tiene que ceder”, el azul y el blanco hacían una clara alusión a su ubicación en Los Hamptons. Pero, si bien son espacios que transmiten comodidad por sus dimensiones, lo mullido de los sillones y la cantidad de almohadones, no se acercan nunca a la informalidad.

Dale a tu casa el “toque Meyers”

Más allá de los muebles cómodos y de alta calidad con los que equipa los ambientes Meyers siempre suma objetos y recursos que fácilmente podemos llevar a nuestras propias casas. Acá algunos rasgos para emular:

Los espacios unen diversas texturas y materiales, incluyendo opciones orgánicas, como canastos de mimbre o yute; así como piezas de cerámica (juegos de té o vajilla son una constante), de madera (bandejas, utensilios) y metal (como ollas de cobre o cubiertos expuestos en las cocinas).Los libros son elementos deco destacados. En pilas o estanterías, quedan a la vista, incluso en las cocinas.Suma elementos que transmiten frescura y contraste, como macetas de barro, bowls con frutas o flores frescas. Nada de minimalismo en sus ambientaciones y sí unión de modernidad y tradición.Último, pero no menos importante, ilumina bien los ambientes. De ahí que sus locaciones tengan grandes ventanales que les dan luz natural; y lámparas, veladores y velas que suman calidez y nunca fallan.

 

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