La primavera en el hemisferio norte está en su apogeo y esto se ve reflejado en la explosión de flores, hierba alta, temperaturas algo más suaves y el canto de los pájaros.

Los datos de la toma son ISO 500; f/2,8; 1/250 seg; cámara réflex; lente macro de 100 mm; trípode

Solo con pisar el campo nos damos cuenta de la infinidad de posibilidades fotográficas que tenemos en estos meses, tanto de flora como de fauna. Todas las estaciones tienen algo característico que las hace especiales, pero es en la primavera cuando resulta más amable salir al exterior y disfrutar de esta disciplina.

La fotografía de macro, en especial de flora, es una rama muy accesible, ya que se puede realizar a escasos metros de casa, incluso en tu propio jardín. Con un objetivo específico de macrofotografía vamos a capturar imágenes realmente espectaculares, aquellas que a simple vista nuestro ojo no ve.

Es un objetivo que permite reducir la distancia mínima de enfoque, haciendo posible que nos acerquemos mucho al sujeto principal, en este caso de pequeño tamaño, llenando el encuadre completamente o lo que nosotros deseemos. Llevar el equipo y material fotográfico necesario es esencial para realizar el proyecto deseado.

Muchas veces salimos al campo con una idea en la cabeza, buscando objetivos muy concretos, pero cuando se trata de la flora, en ocasiones te encuentras sorpresas, como es el caso de esta fotografía de hermosas orquídeas, orchis ustulata.

Se suelen encontrar en grupos de diferentes tamaños, salteadas por el prado. Surgen desde abril hasta junio, dependiendo del año y de la zona, y muestran una floración bastante densa con pequeñas flores que forman un conjunto que va del color morado al rosa.

Al tumbarnos en el suelo, es muy importante que nos fijemos bien a nuestro alrededor, ya que es vital no estropear otras flores del conjunto que también han florecido en esa misma zona, ya que siempre van acompañadas de otras de su especie.

Colocamos el trípode lo más pegado al suelo que podemos, a la altura de la flor, en un plano paralelo, para que al abrir el diafragma al máximo tengamos la mayor superficie enfocada. Luego utilizamos el temporizador para el disparo, o el cable disparador, para no trepidar la imagen al apretar el botón, ya que para tener una medición correcta de la luz del fondo, la velocidad de obturación es bastante lenta (en este caso es 1/250 segundos).

Para que la flor salga bien iluminada, utilizamos un reflector situado a 45 grados delante del sujeto, así logramos que la luz se refleje en la flor y de este modo podemos conseguir un mejor resultado, sin necesidad de tener que modificar nada en posproducción.

Gracias a esta nueva perspectiva, nos adentramos en un mundo desconocido que hace desarrollar al máximo la destreza creativa del fotógrafo.

Facebook Comments