Se dijo que la irrupción de la fotografía, entre muchas otras cosas, fue liberadora: emancipó a las artes plásticas de la obligación de recrear al mundo. En tiempos de IA, aquel viejo atributo –la impronta de lo real; fotografío y eso que fotografié es prueba, testimonio, verdad– viene siendo puesto en duda, y está por verse si tendrá algo que ver con un mínimo gesto liberador. Pero mientras tanto, mil cosas suceden. Y aquí tenemos esta imagen, fotografía pura y neta, testimonio y verdad: un instante en las escaleras de la Feria del Libro de Leipzig, con el logo del evento reproducido a lo largo de los escalones. La magia de la foto es que, además, tiene el alma lúdica de las artes visuales. Entonces, las escaleras son superficies en ascenso y, a la vez, planas; el movimiento se materializa y se evapora; nuestros ojos ríen por un instante y eso, pequeñito y enorme, basta para sacudir el sopor cotidiano.

 

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