Poco conocido en la Argentina por fuera de ciertos círculos, el italiano Erri de Luca (Nápoles, 1950) es uno de los escritores, o habría que decir criaturas literarias, más singulares de la Italia de las últimas décadas. Al mito le conviene el mote de “escritor obrero”, pero el término define poco más que la confluencia de esos dos destinos, o el modo en que uno le cede su espacio al otro. Lo primero, con todo, se nutre de lo segundo, aunque no se trate más que de una circunstancia y sí, el triunfo de abandonar la rigurosidad de una vida para volcarse a otra, sin duda más benévola para con su cuerpo y su mente.

Polemista agudo y metódico, alpinista mucho más que aficionado, estudioso lector y versionista del Antiguo Testamento, autor de una obra múltiple y voluminosa a pesar de su relativa condición “tardía”, De Luca va mucho más allá del paradigma del escritor comprometido; uno que, aunque tenga siempre a Mao en la punta de la lengua, ha defendido con insistencia el carácter independiente de sus escritos, dejando sus convicciones sociales y políticas –aunque inevitablemente pidan pista en sus textos– para las arenas de lo real.

El más y el menos es un libro de memorias, o de viñetas en su mayor parte nostálgicas. Una suerte de concentración, de recuperación intensa de ciertas instancias iniciáticas, aunque se trate en el fondo de una larga transición: todo aquello que lo convirtió desde el silencio en el que es, en aquel que ha sido.

El recuento de sus años de juventud le permite a De Luca deslizarse por diversos tonos. Algunos más íntimos, como aquellos en que recuerda a su madre (que allá lejos le enfatizó que solo lo consideraba escritor, y que lo previo no contaba). Otros, más reflexivos, como los que dedica a su época de albañil y a la fraternidad espontánea –y a veces fugaz– entre compañeros de trabajo pero asimismo de esfuerzo extremo, de padecimiento. Otros ya preanuncian una pasión por las letras que excede la mera inclinación de lector (el texto que le dedica a Céline y al fervor adictivo e impensado que le despertó Viaje al fin de la noche), o desde el oficio consumado indagan en alguna deriva –como la semblanza de Giacomo Leopardi– que bien podría espejarse en la suya.

Aunque no se prive de ciertos lugares comunes –los primeros pantalones largos, el aroma de los fuegos–, De Luca siempre tiene, en el contraste entre el tiempo de antes y el de ahora, entre lo que podría ser y lo que es, algo más para decir, y esos episodios menores son en parte una excusa para revisar no una existencia sino la transformación de un mundo, o del mundo. “Como bípedo paseo, como cuadrúpedo escalo”, apunta en uno de los últimos textos. Pero no hay esquema o fórmula que al escritor italiano le permita reducir una escritura, ni la vivacidad del recuerdo.

El más y el menos

Por Erri De Luca

Portaculturas. Trad.: Javier Folco

133 páginas, $ 18.000

 

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