A los 93 años, murió ayer en una residencia de cuidados paliativos en Bonita Springs (Florida) el escritor y académico estadounidense John Barth, según comunicó la Universidad Johns Hopkins, en Maryland, de donde Barth había egresado y donde se desempeñó como profesor emérito de inglés y escritura creativa de 1973 a 1995. Había nacido en Cambridge el 27 de mayo de 1930. Junto con autores como William Gass, Stanley Elkins, William Gaddis, Robert Coover y Donald Barthelme, rompió con las formas tradicionales de la narrativa, a las que consideraba “agotadas”. Antes de dedicarse a la literatura, en su juventud había incursionado en el mundo del jazz como baterista.

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Autor de varias novelas, “antinovelas” y libros de cuentos, fue uno de los cultores del posmodernismo literario debido al uso de recursos metaficcionales como los “saltos” de niveles narrativos, los diálogos del autor con sus personajes (y con los lectores), los relatos del proceso de escritura por sobre la narración, la combinatoria de imágenes y escenas y las digresiones que, de a poco, avanzan hacia el centro de la trama.

No obstante, sus dos primeras novelas -a las que él mismo consideraba cuentos largos- fueron de corte realista y existencialista. La ópera flotante, de 1956, es el relato en primera persona a lo largo de un día de Todd Andrews, que considera la posibilidad de suicidarse; El final del camino, de 1958, es una comedia filosófica sobre un triángulo amoroso, con un trasfondo nihilista (que respondía al “cilma de época” durante la Guerra Fría). Barth revisó ambas novelas en 1967. “Tenía una visión muy oscura de la vida en ese entonces”, admitió.

Murió John Barth, uno de los pilares del posmodernismo norteamericano que a partir de los años 60s renovó la narrativa de ese país. Antes que @EdSextoPiso rescatara sus dos primeras novelas, la monumental «El plantador de tabaco» y tradujera «Giles Goat-Boy», su obra traducida + pic.twitter.com/W1iOy8zQQ2

— Diego Zappa (@dzappa68) April 3, 2024

Su primera novela “posmoderna” fue El plantador de tabaco, de 1960, que narra la divertida odisea de Ebenezer Cooke que, a finales del siglo XVII, viaja de Londres a la colonia de Maryland para hacerse cargo de la plantación de tabaco de su padre y escribir un poema épico, a la manera de los clásicos. Sin embargo, el Nuevo Mundo le reserva sorpresas y sobresaltos.

Barth alcanzó notoriedad con el best seller Gilles, el niño-cabra, de 1966, donde el protagonista (un chico criado como una cabra) cree que es el Mesías. Está ambientada en una universidad, “que es el universo y viceversa”, describió el autor con su característico ingenio. Por las apreciaciones sobre mujeres, negros y judíos, la novela no pasaría hoy el filtro de la corrección política; la revista Life la consideró “una comedia negra que ofende a todos”, aunque el autor remarcó la clave alegórica; el protagonista lleva a cabo las “pruebas del héroe” consignadas por el mitólogo Joseph Campbell en El héroe de las mil caras. Un año después, Barth dio a conocer el polémico ensayo The Literature of Exhaustion (La literatura del agotamiento), donde firmaba el acta de defunción del realismo literario; una década después, en otro ensayo, matizó aquel enfoque.

En Quimera, de 1972, se entrelazan tres novelas cortas de fantasía inspiradas en Las mil y una noches (varias veces Barth declaró su fascinación por Sherezade como “icono de los narradores de cuentos”) y personajes de la mitología clásica; por esta “novela de novelas” compartió el Premio Nacional del Libro de Ficción con John Edward Williams. Sabático, protagonizada por una pareja en crisis que viaja a bordo de un velero durante un año, también se tradujo al español. En una de sus últimas novelas, Every Third Thought, de 2011, un profesor de escritura creativa, ya jubilado, y su esposa, una poeta, planean un viaje a Inglaterra para conocer el lugar de nacimiento de William Shakespeare (el título está tomado de una de las grandes obras de Shakespeare, La tempestad).

En 1997, obtuvo el Premio F. Scott Fitzgerald por su trayectoria literaria, y en 1998, el Premio PEN/Malamud a la Excelencia en el Cuento. Contó que había llegado a la universidad con poca formación literaria y que su entrenamiento como lector lo había hecho en la biblioteca donde trabajaba; allí descubrió la edición de Las mil y una noches ilustrada por Newell Convers Wyeth, la Odisea y Don Quijote.

Perdido en la casa encantada, su primer libro de cuentos, tuvo inspiración borgeana. “Fue por esta época cuando me topé con los escritos del gran argentino Jorge Luis Borges, cuyo temperamento estaba tan apegado a la forma del cuento que, al igual que Chéjov, nunca escribió una novela, y cuya brillantez poco ortodoxa transformó la forma del cuento -sostuvo Barth-. Los escritores aprenden de la experiencia de los demás, así como de su experiencia de la vida en el mundo; fue la feliz unión entre forma y contenido en Ficciones de Borges lo que me sugirió cómo podría intentar hacer algo similar, a mi manera y con mis materiales”. También admiraba al escritor italiano Italo Calvino.

Su último libro, una colección de escritos de no ficción titulada Postscripts (o Just Desserts): Some Final Scribblings, se publicó en 2022.

 

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