Un equipo de investigadores de universidades de Uruguay, Brasil y Argentina han descubierto el primer y por ahora único dinosaurio endémico uruguayo: un titanosaurio que vivió hace unos 80 millones de años, al que han bautizado como Udelartitan Celeste.

El nombre refleja su particularidad endémica: “Udelar” es el acrónimo de la Universidad de la República en Montevideo, la capital uruguaya, a cuya colección pertenecen los fósiles de este nuevo dinosaurio; mientras que celeste apela al color representativo del país.

Los fósiles de este dinosaurio fueron encontrados en 2005 durante el reconocimiento de unos territorios para el cultivo. Se descubrió que eran huesos de dinosaurio, pero su examen exhaustivo no empezó hasta 2022. El pasado mes de marzo, la conclusión de sus investigaciones fue publicado en la revista Cretaceous Research.

Es relevante el hecho de que se trate de un endemismo, ya que anteriormente se habían identificado otras especies de dinosaurios en Uruguay, pero estos ya se habían encontrado antes en otros lugares. Resulta especialmente interesante que se trate de un titanosaurio, puesto que esta familia de dinosaurios saurópodos estaba muy extendida a escala global y era muy variada durante el Cretácico.

Así era Udelartitan Celeste

Udelartitan Celeste era un titanosaurio de tamaño mediano que medía unos 15 o 16 metros de largo: una talla respetable, pero muy lejos de los más de 30 que alcanzaban las especies más grandes que se han encontrado en Argentina.

Es importante resaltar que esta longitud es una estimación basada en los huesos que se han encontrado, que pertenecen a la cola y a las patas. No se conserva ninguna pieza del cuello, lo que podría hacer variar esta estimación ya que algunos titanosaurios tenían cuellos anormalmente largos, lo cual podría hacer variar su tamaño si se encuentran nuevas piezas del esqueleto.

Vivió hace unos 80 millones de años, lo cual lo sitúa como una especie relativamente tardía, ya que los titanosaurios aparecieron hace unos 140 millones de años aproximadamente y se extinguieron hace 66, como el resto de dinosaurios no aviares. Por aquel entonces, esta familia ya se había diversificado notablemente, desde ejemplares que medían unos pocos centímetros hasta los que llegaban a los casi 40 metros.

Como otros titanosaurios, su cuerpo era ancho y robusto, a diferencia de otros saurópodos más gráciles, y la base del cuello era ancha. Su cabeza seguramente era pequeña, pero no habría parecido tan diminuta como sucedía con otras especies debido a su tamaño mediano. Es posible que tuviera protuberancias óseas dorsales, como se ha identificado en otros titanosaurios, pero no se han encontrado evidencias de ello.

 

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