La muerte de Carlos Menem Jr. tras el choque del helicóptero que piloteaba contra líneas de alta tensión –en marzo de 1995– y de su acompañante Silvio Oltra abrió de inmediato el interrogante: ¿fue un atentado? La pregunta se transformó en sospecha cuando la propia Zulema Yoma comenzó a exponer en los medios y en la Justicia la hipótesis que sostiene hasta hoy y que apunta a decisiones de su exmarido, Carlos Menem –que terminaba ese año su primer mandato presidencial–, como la causa del presunto ataque.

La docuserie Menem Junior: la muerte del hijo del presidente ofrece detalles de aquella tragedia que conmocionó al país y que se mantiene en la memoria colectiva como un capítulo emblemático de los años 90. Plantea distintas conjeturas en cuatro episodios de 45 minutos, que se estrenaron de manera semanal y que ya están todos disponibles en Max (antes HBO Max). “El documental mantiene las preguntas abiertas –dice Mariano Cesar, responsable de los contenidos y la programación de la plataforma en América Latina–. Contribuir a clarificar es un desafío de los documentales, más allá de las cuestiones en la Justicia. Esta serie permite comprender el contexto, desde la geopolítica internacional y el poder local hasta la dinámica familiar”.

Más allá de accidente o atentado, la serie se ubica en el marco de las true crime stories –producciones basadas en crímenes reales–, en auge desde hace por lo menos un lustro. “Es difícil pronosticar si esta tendencia está cerca del punto de saturación de la audiencia o si puede durar veinte años más. No ocurre solo acá. En Brasil, por ejemplo, el asesinato de Daniella Perez, una protagonista de telenovela que, en el momento cumbre de su carrera, fue asesinada por su coprotagonista, o el caso en México de la narcosatánica, con una secta involucrada en narcotráfico, demuestran un interés general. Creo que es mucho más que una moda. Hay casos reales superan la imaginación de cualquier guionista y la atracción que generan, sumada al deseo de justicia, es una combinación de intereses muy arraigada en la naturaleza humana”.

La serie cuenta con material de archivo, escenas recreadas y testimonios del juez Carlos Villafuerte Ruzo, del exministro Domingo Cavallo y de los periodistas Facundo Pastor, Chiche Gelblung, Román Lejman y Olga Wornat. También, de Zulema Yoma y Zulemita Menem. “El testimonio de ellas es fundamental, pero no es un documental hecho por la familia Yoma o Menem. Eso nos permite mantener distancia. Obviamente Zulema tiene argumentos de peso y la contundencia de ser la madre de una víctima que ha mantenido su pedido de justicia durante años… Al hacer este tipo de producciones, tenés una responsabilidad ética, porque hay víctimas, seres queridos, familiares. Este género obliga a ser siempre cuidadosos más allá de lograr un relato atrapante”, continúa Cesar, que encabeza los equipos de contenido y producción de Warner Bros Discovery en Latinoamérica.

–Hoy las producciones deben atraer público de otros países para que sean rentables. ¿Una serie de política local es de interés en el exterior?

–Como plataformas globales, es indudable que buscamos que el contenido viaje más allá de su mercado de origen. Pero somos cuidadosos, porque no hay una fórmula única, mágica. Para nosotros es importante evitar lo híbrido, eso de mezclar talentos, de tener historias universales… Preferimos que sean lo más local posible. Lo hablamos mucho con las productoras [en este caso, Anima Films]: la mejor forma de tener un éxito internacional es asegurarnos primero su éxito local. No buscamos ese éxito global con una receta.

–¿El éxito de las series sobre el caso García Belsunce se toma como referencia?

–Estos casos que trascienden las décadas tienen algo en común: reflejan una parte de la sociedad, un momento histórico. Cuando estrenamos El crimen del country estaba en ese momento el juicio a (Nicolás) Pachelo, era increíble cómo el caso seguía produciendo novedades. A la hora de elegir un caso pensamos: cuál es el momento justo para contar la historia. No es salir corriendo cuando el caso acaba de suceder ni llegar demasiado tarde, cuando todo es sabido y el caso está cerrado. Cuando transcurrieron décadas, es más fácil: si el tema está vivo en la sociedad es porque genera interés.

 

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