Es probable que, pronunciada tanto por voces de izquierda como de derecha, la siguiente afirmación resulte a unos y otros muy pertinente y, más allá de ciertas licencias dramáticas, absolutamente contemporánea: “Hay una crisis de representaciones que mina la autoridad, palabras en otro tiempo activas han terminado por no ser creíbles, puesto que no abren las puertas cerradas y no cambian las cosas. Allí donde la credibilidad deja de habitar las representaciones, la autoridad, que se ha vuelto infundada, pronto es abandonada y su poder se desmorona, socavado desde adentro”. La frase, sin embargo, fue escrita por el sociólogo y filósofo francés Michel de Certeau (1925-1986) hace medio siglo en La cultura en plural, un ensayo en el que analizaba los movimientos que, a partir de los eventos de Mayo del 68, sacudían los “fundamentos democráticos de la organización social de la autoridad”.

Como es sabido, lo que por entonces parecía augurar grandes transformaciones políticas y sociales en Europa derivó, en cambio, en una progresiva estratificación de las expectativas en torno a lo social, muy pronto aprovechada por el ascendente neoliberalismo. Fue así como bajo las nuevas formas del individualismo, el hedonismo y el consumismo, aquel clima insurgente se convirtió en apatía y escepticismo, como suele señalar otro agudo escritor francés, Michel Houellebecq.

Martín Caparrós (Buenos Aires, 1957) intercala en El mundo entonces, su nueva recopilación de artículos periodísticos escritos para el diario español El País, la voz de una historiadora ficticia del mañana que intenta ofrecer una “historia del presente”

Aun así, el ánimo intelectual de quienes se disponen a pensar lo que pasa mientras pasa perdura a través del tiempo y el espacio. Y, a veces, lo logra de maneras extrañas. En el caso particular de De Certeau, ¿acaso sus viejas advertencias contra “las terapéuticas erróneas que explotan el malestar por los beneficios inmediatos” o su amonestación a quienes son incapaces de interpretar detrás de la cólera “el deseo de crear una polis y una política” no nos suenan hoy más inequívocamente cercanas que ayer?

Con un espíritu semejante, Martín Caparrós (Buenos Aires, 1957) intercala en El mundo entonces, su nueva recopilación de artículos periodísticos escritos para el diario español El País, la voz de una historiadora ficticia del mañana que intenta ofrecer una “historia del presente”. Detrás de ambos libros, por supuesto, no hay ninguna extraña fuerza de adivinación proveniente del pasado o del futuro, sino el largo eco de problemas y soluciones todavía pendientes e inquietantes. En palabras de la historiadora que presenta los artículos de El mundo entonces: “Mirar de lejos, a veces, te muestra cosas que de cerca ni siquiera sospechabas”.

Entre ambos intervalos de tiempo, por otra parte, lo único indudable es la expansión global ininterrumpida, al menos durante los últimos cincuenta años reales pasados para De Certeau y los próximos cien imaginarios de Caparrós, de un tipo particular de organización social y económica cuyos traumas irresueltos se globalizan (con ligeras diferencias de forma) tanto en el centro como en la periferia del mundo. En La cultura en plural, este trauma nace de la “monstruosa proliferación de una zona neutra donde se repite la forma de un universal abstracto que reemplaza las particularidades y las convierte en elementos de su modulación”. Eso mismo, que otros intelectuales y observadores interesados celebrarían o condenarían poco después bajo el nombre más genérico de “sociedad de mercado”, nos conduciría para De Certeau a la inevitable “devaluación” de lo político, lo religioso, lo económico y lo social que experimentamos en la actualidad, donde escasean las posibilidades de existencia para cualquiera auténtica “alteridad”.

Teñida de datos estadísticos, temas de coyuntura, personajes exóticos y un toque de ligera paranoia ante el poder tecnológico de Silicon Valley (la historiadora que presenta cada artículo pronto desliza estar bajo el control de alguna especie de “Saber Central” que condesciende a delegar tareas a los humanos), también en lo que El mundo entonces llama “Edad Occidental” está la fórmula prístina de una actualidad traumática o en descomposición (“eran tiempos ambiguos”, insiste la historiadora imaginada por Caparrós) que intenta cifrarse como si fuera el borrador de las certezas del futuro.

Respecto a la tecnología, un vector fundamental para pensar la acelerada intensificación de todos los conflictos en todas las áreas restantes de la vida en sociedad (la concentración económica, la desigualdad educativa, las turbulencias de la democracia, los cambios en el trabajo, las diferencias entre los géneros sexuales, la contaminación ambiental y un largo etcétera), Caparrós ofrece, entre muchas cosas, escenas breves tanto de la vida del inventor del teléfono celular portable, Martin Cooper, como de las grandes corporaciones del mercado digital. Entre las curiosidades, como para subrayar que las nuevas jerarquías digitales tampoco son tan eficientes ni transparentes como se presentan o les gustaría ser, también se recuerda la historia de Elizabeth Holmes, una estadounidense que en 2023 terminó presa por estafar a varios multimillonarios con una falsa app para realizar controles médicos.

“Se podría decir que nuestros tiempos de medios de comunicación masivos han convertido a la sociedad en un ‘público’ (palabra clave que reemplaza la de ‘pueblo’) y que coloca el bienestar en los íconos de los objetos que ofrece al consumo”, escribió por su parte de Certeau en La cultura en plural respecto a la creciente influencia de la tecnología. Sin esfuerzo, bastaría anotar que hoy los “medios de comunicación masivos” han quedado reducidos a un puñado de redes sociales y que al “público” se lo ha rebautizado como “usuarios” para reiniciar, casi en el mismo punto que El mundo entonces, la pregunta a propósito del presente y su crisis en el siglo XXI.

Quizá lo más atractivo de volver en pleno 2024 a un autor como De Certeau sea, precisamente, confirmar su precoz e inteligente percepción de fenómenos culturales que el paso del tiempo haría tan evidentes que, en la actualidad, resultan poco menos que naturales. Uno es el individualismo, al que describe desde el pasado como la posibilidad de “una formación de ‘caparazones’ individuales, corazas que protegerán las células automóviles, autoinmobiliarias y autodidácticas, y cuyo endurecimiento será proporcional al desarrollo codificado de las constricciones y los servicios”. Desde un futuro imaginario, por su parte, Caparrós anticipa otra nueva capa de conflicto para lo mismo: superada la etapa en que cualquiera puede difundir lo que hace en soledad gracias a las redes digitales, nos acercamos al drama de encontrar quien lo mire, lo perciba, lo consuma.

El mundo entonces

Por Martín Caparrós

Random House

427 páginas, $ 27.999

La cultura en plural

Por Michel de Certeau

Godot. Trad.: Rogelio Paredes

222 páginas, $ 19.999

 

Facebook Comments