El tenis mundial vive un momento convulso entre bambalinas. Arabia Saudí está empeñado en entrar en el circuito ante la oposición de una buena parte del tenis ‘clásico’, que no quiere oír hablar de los petrodólares pese a que sería la tabla de salvación para la WTA y quizá evitar que los grandes tenistas se vayan de bolos -como recientemente vimos en la Netflix Cup– en lugar de participar en torneos de gran calado.

PIF, el fondo saudí propietario de LIV Golf o el Newcastle entre otras entidades deportivas, se ofrece a poner sobre la mesa 2.000 millones de dólares para tapar los agujeros de la competición; a cambio de unas condiciones que son asumibles para el circuito. Quizá la petición más controvertida sería la modificación del calendario de principios de temporada.

El Masters 1.000 de Arabia Saudí

Arabia Saudí pretende organizar su propio Masters 1.000 antes de la celebración del primer Grand Slam de la temporada, el Open de Australia. Esto conllevaría la desaparición de la United Cup, que se celebra a principios de enero y que fue lanzada en 2023 para competir con la Copa Davis. El país oceánico se opone radicalmente a perder ‘su mes’ de tenis.

El país de Oriente Medio organizaría un Masters 1.000 al aire libre, obligando a incrementar el número de torneos de esta denominación a 10 en toda la temporada. Arabia Saudí, previamente, había intentado adquirir alguno de los derechos de los Masters sin conseguir cuadrar las fechas. Lo único que ha logrado el país ha sido organizar las Next Generation ATP Finals, algo que sabe a muy poco para tanto dinero.

Más condiciones

Arabia Saudí, en su empeño por rescatar el circuito WTA y fusionarlo con el ATP, también ha pedido albergar el torneo final del circuito femenino, algo que parece bastante factible tras celebrarse en distintas ubicaciones en las últimas temporadas.

El gigante de la península arábiga también ha solicitado los derechos de ‘naming’ de ambos circuitos. Este formato no cambiaría el nombre de los Grand Slams, pero sí que modificaría el nombre de los Masters 1.000 y la denominación de los rankings de ambos circuitos.

La WTA necesita ayuda

La organización que más está empujando para que ocurra la fusión es indudablemente una WTA que está en una situación económica límite. Además de que Arabia ha prometido al circuito femenino igualar los premios con el masculino, las féminas tienen fondos para seguir ‘tirando’ tres o cuatro temporadas antes de entrar en quiebra.

La ATP no quiere oír hablar de un posible colapso de la WTA porque afectaría negativamente al negocio, pero tampoco aspiran a someterse a los petródolares sin una necesidad. Las cartas están marcadas y sobre la mesa de negociación y el plazo expira en la primera semana de mayo para dar una respuesta a los saudíes.

Lo que parece evidente es que Arabia Saudí quiere incrementar su presencia en el mundo del tenis y que lo va a conseguir utilizando su arma más seductora y conocida en forma de dinero. El plan B que tienen en el Emirato pasa por comprar una Copa Davis que se ha puesto en oferta tras el fracaso de Kosmos en la organización del evento.

 

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