El asesinato de Lola Chomnalez tiene un condenado. A casi diez años del femicidio ocurrido en el balneario uruguayo de Barra de Valizas, la Justicia sentenció a 27 años y seis meses de prisión a un exconvicto por el asesinato de la adolescente argentina.

En las últimas horas, el juez penal de Rocha, Juan Giménez Vera, dictó el veredicto condenatorio contra Leonardo David Sena, al considerarlo responsable del homicidio agravado de la joven, ocurrido el 28 de diciembre de 2014 en el mencionado balneario, al que la adolescente, de 15 años, había llegado para pasar Año Nuevo con su madrina.

Para fundar la sentencia contra Sena, el magistrado tuvo en cuenta el informe de la genetista Natalia Sandberg que, primero, encontró y preservó el ADN masculino hallado en la mochila de la víctima y en otros restos de tejidos en los que se mezclaban los perfiles genéticos de Lola y del sospechoso del asesinato que, durante más de ocho años, no tuvo nombre.

Según consta en la sentencia, el cuerpo de Lola fue hallado el 29 de diciembre de 2014. El crimen habría ocurrido el día anterior, entre las 15 y las 16.30. El horario del femicidio coincidía con el período de descanso que tomó el acusado, de 14 a 18. Al describir cómo ocurrió el femicidio, el magistrado expresó que la adolescente sufrió una agresión en la que la violencia creció hasta que la mataron.

Ante la falta de coincidencias con los ADN de los presos y procesados en el sistema penal de Uruguay por homicidio y por otros delitos, la genetista decidió utilizar otro método para ponerle nombre al perfil genético encontrado entre las pertenencias de la víctima.

Así, en 2021, la científica logró separar los componentes del linaje paterno y materno que forman parte del perfil genético hallado en la toalla, en la mochila y en el DNI de la adolescente asesinada.

Con este análisis, la genetista comenzó a comparar, por separado, los linajes del ADN del asesino de Lola con los perfiles genéticos de los presos por diversos delitos, alojados en cárceles uruguayas. En 2022, la científica encontró una coincidencia: el linaje materno del ADN del homicida de Lola correspondía al componente materno de un recluso que estaba detenido por robo y lesiones graves en un penal de Uruguay.

Al revisar los vínculos familiares de este preso, los investigadores establecieron que un pariente suyo había sido condenado, en 2009, a seis años de cárcel por el delito de lesiones personales, tal como califica el Código Penal de Uruguay, a una agresión sexual. El familiar de ese preso con antecedentes, era un oficial panadero que vivía en Chuy, en la frontera con Brasil, que fue identificado como Leonardo David Sena.

A partir de este indicio, la Justicia ordenó la captura de Sena. El 19 de mayo de 2022, el sospechoso fue apresado en la casa en la que vivía con su pareja y cuatro hijos menores de la mujer, en el barrio La Pista, de Chuy.

Una semana después, los investigadores judiciales y policiales recibieron el resultado del estudio de ADN realizado en la muestra de sangre extraída del acusado. El análisis concluyó que el perfil genético de Sena correspondía al ADN hallado en la toalla, la mochila y el DNI de la adolescente argentina.

De nada le sirvió a Sena la defensa que intentó esgrimir ante la contundente prueba científica. El acusado sostuvo que encontró la mochila y que se llevó el dinero de la billetera, pero afirmó que no mató a Lola. Así explicó cómo llegó su ADN a las pertenencias de la víctima.

“La narración de los acontecimientos por parte del acusado no resulta verosímil. No pudo estar al mismo tiempo dónde fue hallado el cuerpo y dónde dijo que encontró la mochila”, expresó el magistrado en los fundamentos de la sentencia en la que condenó a Sena a 27 años y medio de prisión.

La fiscal Mariela Núñez había solicitado una condena de 30 años de cárcel para Sena.

“Constancia, trabajo en equipo y grandeza espiritual de la familia. Pueden dormir con menos dolor. Se hace justicia en la condena emitida por Juan Giménez en el homicidio de Lola”, en la red social “X” el abogado Jorge Barrera, quien representó a los padres de Lola, Adriana Belmonte y Diego Chomnalez, en el proceso penal.

En el mismo mensaje, el abogado destacó el desempeño de dos letrados de su estudio Juan Williams y Marianella Melgar,

Lola había llegado a Barra de Valizas el 27 de diciembre de 2014 y se alojó en la casa de su madrina, Claudia Fernández, quien se encontraba junto a su esposo, Hernán Tuzinkevcih. Al día siguiente, la adolescente desapareció cuando salió a caminar por la playa. Fue encontrada asesinada a cuatro kilómetros de la casa, en una zona de médanos.

La autopsia determinó que Lola murió por asfixia por sofocación y que presentaba varios cortes hechos con un arma blanca en distintas partes del cuerpo.

A partir de la reconstrucción del crimen realizada por los funcionarios de la fiscalía, la adolescente trató de escapar corriendo de sus asesinos, fue alcanzada, herida con un arma blanca y golpeada en la cabeza. Murió asfixiada cuando, ante sus probables pedidos de auxilio, le apretaron la cara contra la arena.

Con respecto a la prueba de ADN que resultó clave para fundar la sentencia contra Sena, el letrado Barrera había explicado: “Nunca pudo explicar cómo fue que estaban ambos ADN cruzados”.

Sena se convirtió en el segundo condenado por el femicidio de la adolescente argentina. Debido a que el asesinato ocurrió antes de la reforma del Código Procesal Penal uruguayo, de 2017, fue juzgado en un proceso escrito.

Dos años antes, Ángel Eduardo Moreira Martínez, alias El Cachila había sido sentenciado a ocho años de cárcel como encubridor del asesinato.

Este “trapito” había sido absuelto en primera instancia por el juez Giménez Vera, pero el Tribunal de Apelaciones del 4to. Turno revocó ese fallo y lo condenó a 8 años de prisión por “encubrimiento” del crimen de Lola.

Actualmente, la sentencia está en la Suprema Corte de Justicia de Uruguay que debe revisar la condena.

 

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