Que Colombia es uno de los países más biodiversos del mundo es un dato ampliamente conocido. Su variedad de ecosistemas, que abarcan desde la altitud de los Andes, hasta la riqueza de los arrecifes de coral en el Caribe, pasando por la humedad de su selva amazónica, hace que, tanto actualmente como en un pasado muy lejano, habitasen el país una enorme cantidad de especies. 

Una de ellas fue la tortuga gigante, cuyos fósiles han sido descubiertos recientemente en el municipio de Socha, en Boyacá, ubicado en un punto de los Andes colombianos.

Tal y como detalla el equipo de investigadores de la Universidad del Rosario, se trata de una especie llamada Puentemys mushaisaensis de aproximadamente 1,5 metros que vivió en el país hace 57 millones de años, durante un tiempo geológico conocido como el Paleoceno y Eoceno.

El estudio, publicado en la revista de la Asociación Paleontológica Argentina, muestra que la presencia pasada de tortugas gigantes ya se conocía desde 2012, cuando se localizaron restos de un ejemplar en Cerrejón, una zona minera ubicada a pocas horas de la costa Caribe. Sin embargo, el nuevo hallazgo ofrece información hasta ahora desconocida sobre la conectividad entre los ecosistemas acuáticos costeros y continentales más internos en el norte de Sudamérica.

fósiles que ayudarían a comprender la paleofauna colombiana

Los restos fósiles hallados en el pasado y en la actualidad han revelado las increíbles dimensiones de esta especie: el ejemplar de Socha medía alrededor de metro y medio, mientras que el de Cerrejón, como un coche Smart -aproximadamente 1,70 metros-, lo que representó en su momento una primera evidencia de gigantismo entre las tortugas de agua dulce descubiertas en la región y correspondientes a ese período.

Ya en 2012, a partir del estudio de fósiles de especies que habitaron en el mismo período geológico, se pudieron conocer las posibles razones por las cuales estas tortugas adquirieron un gran tamaño: su versión gigante apareció cinco millones de años después de que los dinosaurios desaparecieran, y esto habría resultado en unas condiciones ideales para su supervivencia. Entre estas, un menor número de depredadores, una zona de hábitat más grande y el suministro de comida abundante.

Pero, sin duda, lo más interesante de la noticia es la distancia geográfica entre ambos hallazgos: al menos 500 kilómetros separan Cerrejón de Socha. Así pues, la nueva localización respaldaría la existencia de un ecosistema más amplio, sin grandes barreras geográficas, durante el Paleoceno-Eoceno. 

«Esto creó un corredor faunístico que no solo facilitó la migración de estos vertebrados, sino que también, junto con condiciones más cálidas, respaldó el desarrollo de una herpetofaunade gran tamaño«, asegura en un comunicado el profesor de la Universidad del Rosario Edwin Cadena, quien lideró ambas investigaciones.

Un registro fósil en auge

En las últimas décadas, la comunidad paleontológica ha puesto su foco de estudio en el norte de Sudamérica, dando con hallazgos que permiten conocer más a fondo el pasado faunístico de la región. Así, en la actual Colombia se han identificado diferentes lugares de gran interés paleontológico, entre los cuales destacan el departamento de Boyacá, donde se encuentra Socha, y la zona del Cerrejón.

En este primer enclave se han hallado especies como el Kronosaurus boyacensis, un pliosaurio de unos 10 metros de longitud que vivió durante el período del Cretácico inferior; es decir, hace entre 119 y 112 millones de años. Y en el segundo caso, antes de dar con la tortuga gigante ya se había localizado una vértebra de la Titanoboa cerrejonensis, la serpiente más larga conocida hasta el momento, de unos 15 metros de longitud.

Con esto, el registro fósil de Colombia -y más ampliamente, del norte de Sudamérica- está en auge y promete, a través del estudio de especies ya extintas, reconstruir el pasado acuático de la región, lo que a su vez podría facilitar una mayor comprensión sobre la riqueza de su fauna actual.

 

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