Su hogar en Nuevo México, Estados Unidos, parecía lejano, monótono, ajeno. Ante él, Buenos Aires había amanecido magnífica en una explosión de colores, voces y cultura. Jamás había visto una ciudad tan grande en su vida. La inmensidad lo envolvió por completo y lo hechizó de maneras inesperadas.

Sin embargo, la vida en el suroeste de Estados Unidos tenía su atractivo, les solía contar Aaron Hagler a sus nuevos amigos argentinos, no lo podía negar. Allí, en ese rincón casi olvidado del “país de las oportunidades”, era usual observar costumbres hispanas en los diversos barrios. En definitiva, aquella tierra había sido colonizada en 1598 por los españoles para formar parte del Virreinato de la Nueva España. Más tarde, fue parte del México Independiente hasta convertirse en territorio estadounidense y, finalmente, en un estado: “Estar rodeado de cultura hispana tuvo sus influencias. Y desde muy joven me atraía lo latino, en especial todo lo que tuviera que ver con Argentina”, cuenta Aaron.

Con su mirada puesta en el país del sur, en el 2015 pisó suelo porteño por primera vez de la mano de un intercambio estudiantil: “Quedé impresionado no solo por la magnitud y cultura de la ciudad, sino por las emociones que sentí a lo largo de mi estadía. Era una época en la que estaba descubriendo quién era y qué quería de mi vida y en Argentina empecé a sentirme más yo y comprender mi conexión con la latinidad”, revela. “Pero no fue fácil de entender para todos. Mi madre, en especial, estaba asustada, temía que no fuera posible alcanzar una buena vida en un país latinoamericano”.

Argentina en el corazón: La importancia de llegar con estabilidad para vivir bien

Luego de aquel período argentino colmado de nuevos descubrimientos, Nuevo México emergió como una tierra alejada de su ser. Sin embargo, allí Aaron se recibió en Periodismo y Español, y más tarde halló un muy buen empleo en una agencia de publicidad y gráfica en Nueva York.

En la Gran Manzana vivió tres años, tiempos enriquecedores en extremo, aunque algo a Aaron no lo convencía: el costo de vida era elevado, un frío desconocido para él lo apagaba en los inviernos, y pronto comprendió cuánto extrañaba a sus amigos argentinos: “Me encontré siguiendo todos los acontecimientos políticos y hasta de la farándula argentina”, sonríe.

Es rusa y buscaba un mejor lugar para vivir: “En Argentina me pasó algo increíble”

Casi cinco años habían pasado desde la primera vez que había viajado a Buenos Aires y su anhelo por regresar definitivamente se había instalado, firme. “En Argentina sentía que podía ser libre y expresarme”, asegura. “Por suerte, mi agencia cuenta con una base de datos de creativos en el mundo. Mi jefa me permitió venir a una empresa asociada. Por lo que, cuando tomé la decisión, lo hice sabiendo que llegaba con trabajo y la seguridad de que podría vivir de la mejor manera. Estoy inmensamente agradecido a mi jefa: ella me abrió la puerta a la estabilidad futura. Si no probaba una vida en Buenos Aires sabía que me iba a arrepentir. No podía sacar el país de mi mente; para mí la cultura vale todo y las costumbres argentinas estaban en mi corazón”.

Aaron jamás olvidará el vuelo que lo vio volver. Miedo y esperanza se entremezclaron durante aquellas horas. Sabía que llegaba preparado y, aun así, sentía mucha incertidumbre. “Pero me fui también sabiendo que todavía soy joven y tengo tiempo para equivocarme”, continúa pensativo. “Recuerdo que en mi escala en Chile pensé: Wow, este es el comienzo de mi vida”.

Argentina: Un lugar para tomarse todo con tranquilidad, paciencia y mucha pasión

Llegó el 31 de diciembre de 2019, una fecha que la sintió muy simbólica. Aquellas amistades que había forjado en el pasado lo aguardaban en Ezeiza y, junto a ellos, Aaron recibió el 2020 en Argentina.

“En el 2015 había vivido el cambio de Cristina a Macri y estaba muy involucrado con la política argentina, incluso, con un proyecto universitario, fuimos hasta el bunker y entrevistamos a Prat Gay. Volver justo con un nuevo cambio me dio esperanzas de que podía ser un buen momento para establecerme, aunque siempre supe que Argentina es un lugar muy turbulento socioeconómicamente hablando, pero mantengo que este lugar es para mí”.

Como para casi todo inmigrante con raíces anglosajonas, acostumbrarse a los horarios resultó casi imposible; hasta el día de hoy, Aaron no se habitúa a los tiempos tardíos y al extremo relax con la puntualidad.

“Algo que me llamó mucho la atención es que hasta la misma gente que critica mucho al país y su historia, tiene mucho orgullo de ser argentino. Es algo que me fascina, al igual que el hecho de encontrarme con tantas personas que tienen ganas de apostar a la vida, de gozar, poner garra al país, ¡me alegra!”, continúa con una gran sonrisa. “Asimismo, aprendí de fútbol y me puse a jugar, ¡no soy nada bueno!, pero acá es posible disfrutarlo como pura diversión, sin transformarlo todo en competencia”.

“Me regocija todo lo relacionado a la cultura popular. ¡Incluso me encanta ver videos viejos de programas televisivos en donde se puede apreciar la intensidad argentina!”, revela. “Lo cierto es que nada me asombra demasiado de este país porque me tomo las cosas de forma liviana, soy de vivir el ahora. En la Argentina hay que encarar todo con tranquilidad, paciencia y mucha pasión”.

Una sociedad injusta: Base de partida desigual, pasión y riqueza en lugares menos lujosos

Con el paso del tiempo y un día a día que, de a poco, comenzó a revelarle nuevos matices de su país adoptivo, Aaron pronto comprendió que no todo era color de rosas. Las desigualdades surgieron claras, impactantes y, a veces, perturbadoras.

“Cada vez me doy más cuenta de lo injusta que es esta sociedad. En sí misma, considero que la calidad de vida puede ser muy buena, pero creo que hay que trabajar mucho en cuanto al acceso a la educación y en todos los aspectos sociales”, observa. “Veo la pasión, pero me hace ruido que no se trate de construir una base social que brinde las mismas oportunidades de partida a todos, más allá del esfuerzo propio que cada uno deba poner después. Es un tema muy complejo”, dice Aaron, quien cursó un postgrado argentino en gestión y estrategia para el desarrollo sustentable.

“Pero, también considero que Buenos Aires no tiene nada que envidiarle a ninguna ciudad del mundo. La arquitectura, la comida, su cultura, ¡son increíbles! Vengo de un gran país, pero mi Estado, Nuevo México, no tiene demasiadas variedades. Por eso, para mí, la capital lo tiene todo y no extraño. Hay tanto acá, que no me da lugar. Sin embargo, no deja de ser una burbuja, a pesar de que se latinizó mucho en los últimos años con la ola de inmigrantes”, reflexiona. “Estoy con muchas ganas de conocer otros lugares menos lujosos en las provincias, pero más ricos en el sentido que considero que importa”.

Sin planes de volver: Las enseñanzas de una argentina que brinda paz

Aaron Hagler no piensa retornar a Estados Unidos por un buen tiempo. Está tramitando su DNI y, apenas le sea posible, ansía recorrer la Argentina y descubrir los innumerables rincones de un país que lo tiene enamorado.

“Volveré cuando me invada cierta nostalgia, y cuando sienta la certeza total de que Argentina es mi país, algo muy probable, ya que es una tierra en donde tengo una red muy sólida”, afirma. “Me da pena por mi mamá; ella no tiene ganas de conocer otro lado. Soy hijo único y me encantaría que se aventurara. Quizás, con el paso del tiempo, se dé cuenta de lo bien que estoy y pueda convencerla. Quiero transmitirle la paz que tengo. Porque Argentina me brinda paz”.

“Sinceramente, este país me enseñó a apreciar la vida. Con las tantas turbulencias, el argentino está acostumbrado a la incertidumbre y eso moldea de cierta manera su carácter y forma de ver la vida. Creo que por eso la gente vive con mucha pasión todos los aspectos de su existencia”, continúa el joven periodista. “Sin dudas, acá aprendí a tomar las cosas con más calma. Esa actitud me lleva a replantearme y a pensar mi vida día por día, para repensarme y, en el camino, pasarlo bien. ¡Argentina es para vivirla un día a la vez! Es un país intenso y siempre sucede algo nuevo. ¡Es fascinante!”.

“Por otro lado, reconozco que tengo una situación muy diferente a muchas personas en Argentina, por eso no comparo. Simplemente decidí venir acá a gozar la vida y estar tranquilo. Estoy muy feliz viviendo solo, compartiendo con mis amigos. Me siento honrado y me da placer formar parte de esta sociedad. Acá siento que tengo lugar para crecer y emprender. Siempre me dicen: `Tu país es mejor, qué hacés acá´. Mi respuesta es que soy un inmigrante más que ve la riqueza de esta nación en un mundo donde ya nada es seguro. En Argentina siento que hay un propósito”.

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Argentina Inesperada es una sección que propone ahondar en los motivos y sentimientos de aquellos extranjeros que eligieron suelo argentino para vivir. Si querés compartir tu experiencia podés escribir a argentinainesperada@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.

 

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