Alemania (Argentina-España/2023). Dirección y guion: María Zanetti. Fotografía: Agustín Barrutia. Edición: Sebastián Schjaer. Música: Sergio de la Puente. Elenco: Maite Aguilar, Miranda de la Serna, María Ucedo, Walter Jakob, Vicky Peña, Andy Pruss. Calificación: apta para mayores de 13 años. Distribuidora: CineTren. Duración: 87 minutos. Nuestra opinión: buena.

“-¿Ladislao, estás ahí?

-A tu lado, Camila”

Con este diálogo referencial del cine argentino elige María Zanetti comenzar su delicada ópera prima. En la evocación a María Luisa Bemberg se evidencia un homenaje, aunque el modelo narrativo que elija luego con Alemania se aleje del gran registro histórico que gustaba a la también realizadora de Miss Mary, Yo, la peor de todas y De eso no se habla. Pero si existe una potente mirada femenina en el cine argentino es gracias a Bemberg y eso junto a un momento de la vida argentina enclavada en los años 90 -tamizada por pinceladas autobiográficas de la infancia de la realizadora- son parte de las reflexiones que entrega Zanetti en esta encomiable labor.

Desde esa mirada íntima se presenta la historia de Lola, que vive con sus padres y su hermana mientras rinde las materias del colegio, cuando aparece la insospechada posibilidad de estudiar en Alemania. Lola acaricia ese anhelo desde hace tiempo, con su planificación y ahorros. “Después lo vemos” será la frase con la cual sus padres retrasen las definiciones al tiempo que no se muestran felices con el horizonte ampliado que se le presenta a la chica. La excusa del problema intrafamiliar que esgrimen no podrá esconder los miedos e inseguridades que ellos tienen sobre ese viaje. Lola tiene dieciséis años y su familia de clase media vive disimulando la decadencia económica, que añade inseguridades a la toma de decisiones. Se suma al cónclave familiar la delicada situación de su hermana y la abuela española, que consigue apaciguar las angustias en el momento oportuno y con la palabra certera.

Y así transcurre ese momento de la vida de Lola, entre la escuela, recitales, los exámenes, las clases de manejo del padre, algunas changas para sumar dinero y los enamoramientos con aquel chico siempre inalcanzable. También así se sucede la sensible película de María Zanetti (con su cámara al hombro y mirada inquieta) sobre el paso de la adolescencia a la vida adulta y, sobre todo, a la compleja relación con la construcción de la propia identidad, de la mano de un gran trabajo protagónico de Maite Aguilar acompañada por Miranda de la Serna como Julieta, su hermana; un gran trabajo de la española Vicky Peña como la abuela, y con María Ucedo y Walter Jakob, parte fundamental del elenco que acompaña con profesionalismo una historia sencilla, pero profunda sobre las relaciones familiares y la complicidad de la amistad enmarcada en una época no tan lejana (notablemente reconstruida de la mano de diseñadora de arte Micaela Saiegh), donde los volantes eran el Instagram, las cabinas telefónicas los celulares, y las distancias y búsquedas se enunciaban escuchando a Charly García para sintetizar emociones. Este último es lo único que sigue siendo posible de un tiempo inexorablemente perdido, pero que tiene sus situaciones repetidas en los sentimientos que afloran a la hora de decirle adiós a la adolescencia.

 

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