«¿A quién podría ocurrírsele, pues, que damas y caballeros exquisitos se deleiten con una esencia surgida de las tristes entrañas de una ballena enferma? Y sin embargo, así es». De este modo describía Herman Melville en su novela Moby Dick el ámbar gris, un producto muy cotizado en el mundo de la perfumería que, vista desde el punto de vista científico, no es más que una secreción biliar mezclada con restos de excremento endurecido y formado en el intestino de un cetáceo con problemas digestivos. Una piedra parecida al cálculo renal, que, no obstante, puede llegar a tener un valor desproporcionado en la industria de la perfumería y en algunos casos, un desenlace letal para el pobre cetáceo que la produce. 

UN CASO MUY POCO COMÚN

El equipo de expertos en patologías veterinarias acudió a la playa de Nogales, en el nordeste de la isla de La Palma, alertados por la noticia del varamiento de un cachalote. Después de realizar un arduo trabajo en un lugar inaccesible, concluyeron que el cetáceo había fallecido como consecuencia de una piedra encallada en el intestino. Un objeto de 9 kilos de peso y 60 centímetros de diámetro que había quedado atascado muy cerca del colon distal y que había obstruido parcialmente el tránsito intestinal. 

La piedra, de 9 kilos de peso y 60 centímetros de diámetro, se había quedado atascada en el intestino

LA CAUSA DE LA MUERTE: INFECCIÓN BACTERIANA

Sin embargo, la causa principal de la muerte no fue la piedra en sí -que suele ser expulsada en la mayoría de los casos- sino la lesión provocada en el colon, concretamente, una dilatación llamada megacolon que resultó letal, pues provocó la filtración de parte de la mucosa intestinal, hábitat natural de las bacterias entéricas que pueblan esta parte del organismo, que en última instancia acabaron con la vida del cetáceo, explica a National Geographic España Antonio Fernández, catedrático de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y director del Instituto Universitario de Sanidad Animal, la institución encargada del estudio forense del cetáceo.

“Era importante llegar a un diagnóstico de causa natural, pues había sospechas de que podrían ser causas antrópicas, derivadas de la actividad humana, bien fuera como consecuencia de unas maniobras militares que se habían producido recientemente o debido al paso de los ferris, que a veces colisionan con los cachalotes”, argumenta el experto. 

Pero, aunque la muerte fue natural, no por ello es habitual. «Se trata de un caso único en mis más de 30 años de oficio y miles de autopsias realizadas», afirma Fernández. Y es que, según los expertos, la muerte por este tipo de piedra solo afecta a cerca de un 1% de todos los cetáceos, pues, por lo general, suelen ser expulsadas sin problema a través del recto del animal.

La mala digestión de los picos de calamares suele derivar en la formació de una piedra muy similar a los cálculos que se forman en el riñón. 

Estos casos, explica Fernandez,  podrían estar relacionados con la edad o con posibles problemas digestivos, pues su formación es consecuencia directa de la acumulación de trozos poco digeribles, en este caso, sobre todo picos de calamares que, junto con las secreciones gastrointestinales, van conformando una especie de piedra, muy similar a los cálculos que se forman en el riñón. 

En el caso del desafortunado cachalote, aquella piedra resultó letal, y eso que la tenía alojada en el colon distal, muy próxima al recto, un órgano elástico que suele deformarse para facilitar la salida del excremento. Pero en este caso no fue suficiente, y el objeto acabó provocando una lesión con consecuencias fatales.

UNA JOYA PARA EL SECTOR DE LA PERFUMERÍA

Lo paradójico del caso es que la denostada piedra es una auténtica joya para el sector de la perfumería. Tal y como apuntaba el autor de Moby Dick, los turcos introdujeron este producto en la Meca hasta convertirlo en una exquisitez embriagadora. Su alto contenido en ambreína, una secreción de colesterol ampliamente utilizado para fijar aromas en los perfumes, lo convierte en un elixir preciado en la industria de los aromas. Algunos expertos calculan que un kilo de este material podría tener un valor de unos 70.000 euros, lo que convierte a la fatídica piedra de 9 kilos en un tesoro de casi 600.000 euros. ¿Alguien da más?

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