Una de las fechas grabadas a fuego en la centenaria historia del FC Barcelona es la del 7 de abril de 1974. Hoy se cumple medio siglo de aquella inolvidable tarde en la que el barcelonismo, después de 14 largos años, dio rienda suelta a su entusiasmo y felicidad para celebrar la Liga 1973-74.

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Con la perspectiva que da el tiempo hay que convenir que no fue un alirón más. Aquella Liga, por deseada y esperada, reforzó la militancia azulgrana y demostró que, por muchos atropellos arbitrales sufridos —como el vergonzoso alargue (8 minutos) de Ortiz de Mendíbil en un clásico de 1966 o el penalti que se inventó Guruceta en 1971 en otro clásico, entre los más grotescos—, la llama del barcelonismo seguía invariablemente prendida.

La Liga 1973-74, la novena en la historia del club, llegó el domingo 7 de abril en Gijón, después de la victoria del Barça contra el Sporting por 2-4 en El Molinón. Era la 29ª jornada y el título se alcanzó aventajando al segundo y tercer clasificado (Atlético y Zaragoza) en 11 puntos y a falta de cinco fechas para que el torneo bajara el telón. Los números del Barça fueron de récord: era el equipo más goleador (68) y el menos goleado (19). Era el equipo que más partidos había ganado (19), también como local (13) y visitante (6 —uno de ellos el histórico 0-5 en el Santiago Bernabéu en febrero de 1974—), y el que menos había perdido (3).

El FC Barcelona cantó el alirón a la primera oportunidad, en el primer ‘match-ball’. Y lo hizo, como suele decirse, “a lo campeón” porque, pese a empezar ganando —gol de Rexach—, el Sporting volteó el marcador con las dianas de Ciriaco (de penalti) y Leal. En la recta final del segundo tiempo, sin embargo, apareció el pundonor y el orgullo del líder y, con una actuación memorable de Marcial —autor de tres goles en los minutos 75, 79 y 87—, el Barça llegó a la meta exhibiendo pegada, potencia y, sobre todo, un deseo incontenible de saborear las mieles de un triunfo que no conocía desde 1960, con Helenio Herrera en el banquillo.

Reacciones

 La caseta azulgrana fue una fiesta. Marinus Michels, entrenador barcelonista, tuvo palabras de elogio para el grupo y destacó que “el equipo, como conjunto, ha funcionado fenomenal”. Agustí Montal, el presidente, se acordó de la afición tras la victoria y, más que con palabras, habló con el corazón, como él mismo reconoció: “Me emociona el haber podido dar a nuestros seguidores esta satisfacción, pues durante muchos años han mantenido la esperanza de este logro”. Agregó que “con la fuerza de los 70.000 socios y de varios millones de seguidores adictos se ha hecho posible este pequeño milagro que hay que tratar de repetir con una asiduidad proporcional a la importancia del club, y tanto en el orden nacional como en el internacional”.

En cuanto a los jugadores, las declaraciones fueron muy emotivas, en especial las de los catalanes Salvador Sadurní y Joaquim Rifé. El portero de L’Arboç, que precisamente había debutado como azulgrana en mayo de 1961 en El Molinón en un partido de Copa y ganando también por 2-4, aseguró que la sensación de ser campeón fue “inolvidable”. El lateral derecho, por su parte, recordó que “la Liga nos propiciará el salto a la Copa de Europa. He llegado a creer en los gafes… ¡Estuvimos tan cerca de este título tantas veces!”.

Pero en el imaginario azulgrana quedó para siempre el sentido festejo del peruano Hugo Sotil. Llamó a su madre después del partido desde el hotel, desde la habitación que compartía con Quique Costas, y le dijo: “¡Mamita, campeonamos!”. Costas oyó la sentida fase del ‘Cholo’ y la compartió después con sus compañeros. Cruyff, por su parte, no se colgó medallas pese a ser el indiscutible líder (desde su debut el equipo sumó 21 partidos sin conocer la derrota, 17 victorias y cuatro empates, además de marcar 16 goles): “Yo he sido uno más de este gran equipo a lo largo de tantos partidos. Todos, simultáneamente, con el mismo esfuerzo e igual porcentaje de aciertos y errores hemos colaborado con la mejor voluntad para conseguir esta gran victoria”. Los héroes del 7 de abril de 1974 fueron Sadurní; Rifé, Torres, Costas; De la Cruz, Juan Carlos; Rexach, Asensi, Cruyff, Sotil (Gallego, min. 81) y Marcial. En el banquillo quedaron Mora, Juanito y Tomé. 

Locura

Nada más consumarse matemáticamente la conquista del título, la afición barcelonista se congregó en Canaletas para vitorear al campeón. Una explosión de júbilo invadió Les Rambles y alrededores. En algunas crónicas la locura y el desmadre se cifró en 10.000 personas, en otras en 20.000… Apareció una bandera del Barça de proporciones enormes, retumbaron los cláxones de los coches, se entonó el Virolai y la multitud no se cansó de gritar a pulmón “¡Barça, Barça, Barça!” hasta que la policía, pasada la madrugada, hizo desalojar la zona. El barcelonismo amaneció exhausto y somnoliento, pero feliz y orgulloso. Algunos, con una sensación de bienestar hasta entonces nunca experimentada.

Otro 7 de abril, pero de 1912, hace ya 112 años, el Barça también estaba de celebración. El equipo azulgrana ganó su segunda Copa al derrotar a la Sociedad Gimnástica Española de Madrid por 2-0 con goles de Alfred Massana y Pepe Rodríguez en el campo de la calle Industria. En aquella ocasión los héroes del Barça fueron Reñé; Irízar, Amechazurra; Berdié, Alfred Massana, Peris; Forns, Estévez, Rodríguez, Morales y Armet.

 

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