SAN NICOLÁS.- “La Argentina tiene que utilizar la sustentabilidad como una herramienta de diferenciación para generar valor para el agricultor”, dice Gustavo Portis, director de Soluciones para la Agricultura de BASF para la Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia.

Más que una definición académica, la frase del ejecutivo del grupo de origen alemán apunta a señalar una tendencia del negocio agrícola de los últimos años que se profundizará en el corto plazo.

En una entrevista con LA NACION en Expoagro, Portis afirma que uno o dos años se van a consolidar los modelos de negocios que apunten a la certificación de la producción y a los mercados de bonos de carbono con una ventaja económica concreta para el agricultor.

“El mercado existe. Hay muchas iniciativas pequeñas, privadas y costosas y transformar eso en un ‘negocio para el agricultor’, va a llevar uno o dos años”, señala y cree que va a haber una decantación de esos sistemas. “Estamos trabajando en esas puntas [vincular compradores y vendedores], para que el agricultor pueda tener un precio mayor el día de mañana. Son modelos de negocios que podamos poner en marcha en unos años”, dice.

Para Portis, el cruce de herramientas digitales con el lanzamiento de productos fitosanitarios que tienen un perfil toxicológico de menor huella ambiental que en el pasado implica uno de los principales desafíos de la agricultura moderna.

“Vienen conversaciones muy interesantes sobre los requerimientos de huellas de carbono o sustentabilidad. La Argentina, en el promedio de los cultivos, tiene un bajo impacto en la huella de carbono. ¿Lo podemos aprovechar hoy? Todavía, no. Hay herramientas para hacerlo, sí”, asegura.

“El manejo agronómico fue siempre la clave y hoy en el país hay un mayor respeto por el uso del suelo a largo plazo”, considera. Según el ejecutivo de BASF, “la producción ya no se hace tanto mirando la ecuación económica, sino el sistema de cultivos a dos o tres años. Este es un factor clave para el manejo de malezas y enfermedades”, señala. De acuerdo con las estimaciones propias, hay un 40% del mercado de cultivos extensivos que ya incorpora esa mirada de mediano y largo plazo, en el que Portis incluye a los grupos CREA o los miembros de Aapresid.

“La biología va un paso adelante de nosotros y del agricultor. Sin embargo, la tecnología también ha avanzado con cosas que no las teníamos previstas hace algunos años”, dice . Uno de esos ejemplos es el de la agricultura digital. “Un agricultor de limones de Tucumán me decía que desarrolló su propia herramienta digital para poder satisfacer las necesidades de supermercados de Europa, porque exporta allí. Estamos trabajando con él en eso”, informa. Al respecto cita el caso de la propia herramienta digital de BASF, Xarvio, con la que, aseguran, pueden trabajar con mapeos que permiten anticipar enfermedades y monitorear los lotes. “Eso permite mejorar el uso de productos e inclusive reducirlos”, informó. Llevan 2,3 millones de hectáreas digitalizadas en el país.

Mapeos

En malezas, por ejemplo, utilizan mapeos con drones para identificarlas. “Nuestra herramienta digital, con su algoritmo, procesa los datos, el productor los baja a la máquina de aplicación y permite tener reducciones de uso de productos fitosanitarios de entre 30% y 60%”, indica. También destaca que hay una menor cantidad de tiempo de trabajo.

Respecto de lo que vendrá en herbicidas y fungicidas, Portis adelanta: “trabajamos con una mirada de sustentabilidad, con productos que puedan mejorar lo que hay hoy en el mercado”, dice. Uno de esos casos es un fungicida que lanzaron recientemente que reduce en un 7% el impacto ambiental, según informa.

Al ser consultado si prevén nuevas inversiones, Portis aclara que las decisiones no están motivadas por los cambios de gobierno. Cuenta que hace dos semanas estuvo de visita en el país uno de los miembros del board de BASF, Michael Heinz, y que se reunió con el secretario de Agricultura, Fernando Vilella, para conocer la nueva perspectiva del país. “El agro argentino están en la agenda del board mundial de BASF”, señala.

La compañía construyó en Rojas una estación experimental con una inversión de tres millones de euros hace tres años. “Es la primera en el mundo que combina todas las tecnologías, desde el desarrollo de biotecnología, semillas, fitosanitarios y herramientas digitales”, dice .

Por otra parte, en la ciudad santafecina de Santo Tomé, tienen una planta de productos biológicos para toda América Latina y los EE.UU. que en su última etapa tuvo una inversión de dos millones de euros en automatización y reciclado de materiales.

“Estamos enfocados en estar cerca del productor. Nos proponemos reducir un 30% la huella de carbono de los cultivos de la pampa húmeda con tecnologías y modelos de negocios para eso, con productos menor impacto ambiental y llegar a impactar hasta 2030 en 400 millones de hectáreas con herramientas digitales a nivel global”, dice.

 

Facebook Comments