Steve Jobs falleció el 5 de octubre de 2011, pero más de una década después, su legado aún persiste. Así quedó demostrado no solo en la revolución del mundo tecnológico, sino también en las lecciones de vida que trascendieron con él, tanto en lo que refiere al terreno personal, como laboral. Cuando Apple estaba en uno de sus momentos más bajos, el genio informático implementó una peculiar regla para que la marca escalara hasta lo más alto. Y lo consiguió.

El empresario estadounidense se fue de Apple en 1985, presuntamente por discrepancias que mantuvo con la junta directiva; pero regresó en 1997, ya como CEO de la marca. En aquel momento, la empresa atravesaba una situación complicada en cuanto a la industria tecnológica, ya que Microsoft y otros competidores le ganaban terreno a la manzana mordida. Así, Jobs puso sobre la mesa una técnica que la haría resurgir.

Se trató de lo que se denominó como “la regla del 30%”, una técnica que Steve Jobs implementó para que Apple escalara a lo más alto, cuando se encontraba en uno de sus momentos más bajos en el ámbito empresarial. Mientras los altos cargos de la empresa planteaban reducir los costos operativos a 500 millones de dólares al año; el genio informático manifestó su propuesta.

Jobs analizó la oferta con la que contaba la empresa en aquel momento y descubrió que solo el 30% de los dispositivos alcanzaban el nivel de calidad y exigencia que demandaba la marca, mientras que el otro 70% se trataba de elementos que no eran realmente necesarios o que no cumplían con los estándares que requerían. Así que decidió eliminar por completo aquello que consideró que no servía y centrar todos sus esfuerzos en ese porcentaje que sí les daría ganancias.

El proyecto que Steve Jobs llevó a cabo tuvo sus contras, más allá de la inversión de todos los esfuerzos en un número más limitado de puntos. Y es que este método conllevó el despido del 31% de los trabajadores, que constó de 4.100 personas.

El resultado que quería conseguir Steve Jobs

“Son negocios en los que, realmente, no necesitábamos estar”, apuntó Jobs en una entrevista en octubre de 1997, en diálogo con CNBC. “Examinamos la futura hoja de ruta y lo que encontramos fue que el 30% de los productos eran increíblemente buenos, mientras que alrededor del 70% no eran tan buenos o eran cosas que no requeríamos hacer”, apuntó.

Y siguió: “Hemos reducido mucho esa contraparte, para poder concentrar, aún más, la misma cantidad de recursos originales en lo que quedaba y agregar algunas cosas nuevas. Así, los recursos que estamos invirtiendo son iguales o mayores que los que hemos invertido, pero están en menos cosas”.

El genio informático evaluó la estrategia como “muy positiva”, al alegar que los recursos serían destinados a mejores resultados. “De esta manera, garantizaremos que cada dispositivo lanzado cumpla con los más exigentes estándares de calidad y de excelencia”, aseveró.

Steve Jobs no solo contribuyó a la revolución de la tecnología en todo el mundo, sino que dejó un legado de lecciones y aprendizajes también en el terreno personal y laboral.

 

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