Ganador del Premio Nobel de Física en el año 1902 y diseñador oficial de los primeros sellos postales de los Países Bajos, Hendrick Lorentz fue un científico que dejó huella en la historia de la ciencia.

A lo largo de su carrera contribuyó de manera activa a diversas disciplinas de la física, desarrollando la teoría electromagnética de la luz, la teoría electrónica de la materia, diversos apuntes sobre electricidad y magnetismo, así como un principio sobre el cambio de forma de un cuerpo resultado de su movimiento que, posteriormente, se convirtió en uno de los fundamentos de la famosa Teoría de la Relatividad de Albert Einstein.

INFLUENCIADO POR KEISER

Hendrik Lorentz nació en los Países Bajos en el año 1853. Criado en una familia protestante acomodada, Lorentz había gozado de la libertad suficiente como para desarrollar una mentalidad de pensamiento libre en asuntos religiosos. Fue además un estudiante modelo que, en la Hogere Burgerschool de Arnhem, el centro donde cursó la secundaria, destacó en Ciencias Físicas, Matemáticas, Inglés, Francés y Alemán. En 1870 superó los exámenes de acceso universitario, comenzando la carrera de Física y Matemáticas en la Universidad de Leiden.

Fue justo en este periodo universitario en el que Lorentz desarrolló una verdadera pasión por la ciencia. La influencia de su profesor Frederik Kaiser le inspiró para especializarse en Física, aunque nunca abandonó su amor por las Matemáticas. De hecho, tras obtener su licenciatura, regresó a Arnhem, su ciudad natal, para ejercer de profesor de esta última disciplina, combinado esta pasión con la continuación de sus estudios en Leiden. Finalmente, en 1875 y a la edad de 22 años, obtuvo un doctorado en Física gracias a la presentación de una tesis en la que refinaba la Teoría Electromagnética de Maxwell.

Solo dos años después, en 1877 y sin haber cumplido el cuarto de siglo, Lorentz fue designado para cátedra de Física Teórica en la Universidad de Leiden, destacando en su conferencia inaugural sobre teorías moleculares en física. En los primeros 20 años que pasó en esa institución, nuestro científico se enfocó en el estudio de la teoría electromagnética, pero posteriormente amplió su investigación hacia campos algo más amplios, como la hidrodinámica o la relatividad general. Sus contribuciones clave se establecieron en el ámbito del electromagnetismo y la teoría del electrón, siendo reconocido con el Premio Nobel de 1902 por el desarrollo del efecto Zeeman.

REVOLUCIONANDO LA FÍSICA MODERNA

Así, Hendrik Lorentz se convirtió en una figura muy destacada dentro de la física. Durante sus años en Leiden, postuló una teoría sobre la naturaleza de los átomos en la que afirmaba que estos podrían consistir en partículas cargadas que presentaban ciertas oscilaciones a causa de la luz. Esta marcó un hito en la comprensión de la estructura atómica y fue un punto de apoyo para el resto de modelos atómicos que marcaron la física del siglo XX.

Asimismo, en el año 1896, Lorentz colaboró con el también físico Pieter Zeeman en diversas investigaciones que dieron como resultado el descubrimiento del efecto Zeeman, un fenómenos que revela la influencia de los campos magnéticos en las diferentes fuentes de luz, consolidando su posición como un pionero en la investigación electromagnética y posicionándose públicamente como un físico influyente gracias al Nobel.

Sin embargo, Lorentz no se limitó a esta disciplina, sino que dejó una huella imborrable en múltiples áreas, como la termodinámica, la radiación, el magnetismo, la electricidad o la refracción de la luz. En concreto, junto con George Francis Fitzgerald, formuló la teoría de la “contracción de Lorenz-Fitzgerald”, esencial para la teoría de la relatividad y representada matemáticamente por la transformación de Lorentz. Así, junto a Henri Poincaré y Maxwell, Hendrik Lorentz sentó las bases de la teoría de la relatividad, destacándose como uno de los precursores de esos principios tan revolucionarios.

EL HOLANDÉS HOMENAJEADO

El reconocimiento a su legado llegó, obviamente, con el Premio Nobel, compartido con su colaborador y amigo Pieter Zeeman, bajo el título de “por sus investigaciones conjuntas sobre la influencia del magnetismo sobre la radiación electromagnética”. Sin embargo, no fue su único galardón.

En 1908, Lorentz recibió la Medalla Rumford, un premio anual entregado por la Royal Society a grandes investigaciones; y en 1918 la Medalla Copley, otro reconocimiento de la Royal Society pero, esta vez, al trabajo y labor de toda una vida de investigaciones.  A mayores, fue una figura imprescindible en los Congresos Solvay, destacándose como presidente de los primeros cinco. Todos estos honores fueron suficientes para consolidar a Lorentz como una mente visionaria en el panorama científico, así como el destacado papel que jugó entre los intelectuales de su época.

 

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