En el año 2017, en un control de rutina, a Celina Selvas le aparecieron unas imágenes de “algo” que parecían ser micro-calcificaciones, aunque no daba la sensación de que fuera para preocuparse. Pero ante la duda y por los antecedentes (su mamá había tenido cáncer de mama a los 39 años) su ginecólogo la derivó a un mastólogo para profundizar en los estudios.

En ese momento contactó al Dr. Claudio Lorusso, que era el Jefe de Patología Mamaria del Hospital Italiano, que le indicó que se realizara una ecografía mamaria y mamografía y posteriormente una punción con un equipo que localizaba por imágenes la ubicación de las micro-calcificaciones y tomaba muestras.

“Entonces, me pidió un estudio más que debía realizar en el hospital. Ese día me llamaron para avisarme que los dos equipos se habían roto y que para que pudiera hacerlo ya habían hablado con la Dra. Erika Meisen del Hospital Alemán que me iba a atender como un favor entre médicos que se conocían”, recuerda.

Sospechas inquietantes

Celina cuenta que siento que esa situación de alguna manera la hizo sospechar de que había algo raro. Le parecía muy extraño lo de los equipos y la derivación específica hacia esa profesional.

Al día siguiente, cuenta, se trasladó al Hospital Alemán y se encontró con una doctora seria pero que parecía muy experimentada, que le indicó una nueva ecografía, previo a punzarla.

“No te voy a poder hacer el estudio porque vi las imágenes y para mi tenés cáncer de mama”, cuenta que le dijo la doctora.

“En ese momento, las lágrimas me saltaron de los ojos sin que pudiera controlarlas. No podía creer lo que me decía. Salí del consultorio y mi marido me estaba esperando en la sala de espera, lo abracé llorando y le conté el diagnóstico. Luego, salí a la calle y lo llamé a Claudio Lorusso, quien me contuvo con mucho amor y luego a dos amigas entrañables: Luisa Herlax y Beatriz Goyoaga. Necesitaba saber que todo iba a estar bien. Más tarde, le conté a mis padres y a mis hijos.

“No dudé un ningún momento”

Celina cuenta que el tipo de cáncer que le habían diagnosticado no es de los más comunes, pero tiene la ventaja de que si se remueven los tumores no hace falta ningún otro tratamiento como quimioterapia o radioterapia.

-Si yo fuese su hija. ¿Qué haría? –le preguntó Celina al Dr. Lorusso.

-Te sacaría todo -le respondió.

Entonces, la intervención consistiría en una mastectomía de la mama derecha. “En mi mente una mastectomía era una mutilación, algo estéticamente terrible, pero no dude en ningún momento”.

“El cáncer te recuerda la propia finitud”

En ese momento bisagra de su vida, Celina se dejó llevar por el mundo espiritual del que formaba parte desde hacía muchos años. Se apoyó mucho en todos esos conocimientos que había impartido hacia cientos de personas, pero en este caso era ella quien necesitaba en carne propia vivenciar todo lo aprendido.

Sin embargo, toda esa experticia en el mundo espiritual no impidió que en los primeros momentos sintiera temor. “Frente al diagnóstico, una se siente muy vulnerable. Es imposible no sentir un poco de miedo. En mi caso, siempre tuve mucha aversión a los pinchazos, a las agujas, me iba a tener que armar de valor para lo que se venía. La muerte siempre está allí, es parte de la vida, pero de alguna manera en el día a día no pensamos en que está a la vuelta de la esquina. El cáncer te recuerda la propia finitud”.

Luego de esa reflexión, tomó una fuerte determinación: iba a atravesarlo con fortaleza, iba a abrazar la enfermedad en lugar de resistirla. Tantos años de meditación y de camino espiritual, comenta, debían ser un ejemplo para ella y para los demás. Todo eso, en parte, ayudó a que enfrentara la cirugía de la mejor manera.

¿Qué despertó en vos la enfermedad?

La posibilidad de ayudar a otras mujeres con cáncer a través de charlas y conferencias. Estos años tuve conversaciones hermosas que atesoro en mi corazón con cada una de las mujeres que me contactó en busca de un consejo o de una palabra de aliento.

¿Qué consejos les darías a las personas que se encuentran atravesando un cáncer?

Lo que yo les recomendaría, desde mi experiencia, es que veamos la enfermedad como una oportunidad para profundizar en nosotros mismos. Ir hacia adentro y hacernos las preguntas que, tal vez, en el día a día no nos hacemos, por estar corriendo. ¿Quién soy? ¿Para qué vine a esta vida? ¿Soy feliz? Si me tocara dejar este cuerpo pronto: ¿estoy en paz conmigo mismo y con los demás?

En la actualidad, Celina, que tiene 51 años, continúa trabajando en consultoría, disfruta de cada uno de los logros de sus hijos (Santino y Bernardo) y sigue convencida, dice, de que es necesario incorporar herramientas para un bienestar saludable e integral.

 

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