Desde hace décadas, en la Argentina, pase lo que pase, el peronismo siempre está. Aunque se esconda porque perdió una elección y está en proceso de lamerse las heridas. Y no conforme a todos quién es su líder. Aunque no entienda aún por qué los pobres dejaron de votarlos. La realidad es que ha llegado hasta acá con la intensidad que se le conoce. Vaya a saber ahora si la historia cambió con la llegada del presidente Javier Milei, un outsider de la política que busca mostrarlos como la casta responsable de la crisis que atraviesa el país. Entender cómo trajeron a tres generaciones hasta el 2024 resulta clave también para medir qué capacidad tienen aún de influir y trabar la marcha política, y qué chances tiene de sobrevivir.

En esta ardua tarea se metió Laura Di Marco, periodista política, analista de la realidad, al escribir Juicio al peronismo (Sudamericana), el libro donde aborda la “gloria y caída de la maquinaria de poder más importante de la democracia” y “la historia de cómo el PJ se convirtió en la verdadera casta de la Argentina”, como reza en la bajada de tapa. Su trabajo editorial se nutre además de dos éxitos como La Cámpora, uno de los libros más vendidos desde el regreso de la democracia, y Macri: historia íntima y secreta de la elite argentina que llegó al poder, que en 2017 al ser publicado fue el best seller político del año.

“Hubo muchas actas de defunción que le extendieron al peronismo a lo largo de los años”, dice Di Marco y sin embargo, reencarnan. “Me parece muy importante el cómo se renueva el peronismo. Hay una fórmula. El peronismo, como dice el sociólogo Juan Carlos Torre, tiene muchas almas y tiene un corazón permanente y un alma contingente, va encontrando en los distintos períodos la forma de venderte que son lo nuevo, que son diferente”, agrega.

¿Cómo encaja Milei en este devenir peronista? ¿Puede ser una “pausa” entre dos gobiernos peronistas? Di Marco vuelve a preguntárselo; la primera vez lo había hecho siendo Mauricio Macri presidente. “Una vez le pregunté a Macri si su gestión era una pausa entre dos peronismos –recuerda–. Y me dijo “no, no, esto es un proyecto de poder”. Bueno, no lo fue. Por eso con Milei no sabemos si es una pausa, un interregno, algo nuevo o es otra forma de peronismo. Es nuestra The Crown. La Argentina no tiene corona, pero tiene peronismo. Tiene reyes, tiene reinas”.

–Considerando que el 75% de la historia moderna argentina gobernó el peronismo… ¿Somos todos peronistas?

–El peronismo es populismo, pero el populismo es más que el peronismo: es un modo de ver el mundo, una serie de creencias, un modo político y de ver la economía que a la Argentina la ha traído hasta acá. Perón decía “Peronistas somos todos”, como decía Mussolini “fascistas somos todos”, pero porque el populismo se convirtió en una biografía de la Argentina. Es un modo de ser, un modo de vincularse. En el libro que acabo de publicar, cuento una escena, que es la de la serie Borgen, la historia que tiene como protagonista a la primera ministra danesa, y vos la ves como cuando regresa a pocos meses de dejar su cargo, y tiene que hacer una fila para entrar al parlamento danés, tiene que anunciarse para entrar como cualquier hijo de vecino. ¿Eso qué te indica de esa sociedad? Que está basada en pactos racionales, donde la ley está por encima. Una sociedad donde realmente hay una democracia liberal con división de poderes. Y que eso tiene que ver con una cultura. Acá sería impensable que un presidente, incluso un excomisario o el hijo de un puntero, no tuviera un trato preferencial. El tema del vacunatorio vip también forma parte de esa cultura. Y esa cultura la tenemos todos, eso de que la ley importa poco en la Argentina. El peronismo y el kirchnerismo lo encarnaron pero… ¿Pero cómo fue? ¿Fue el populismo, el peronismo, lo que arruinó el país? ¿O es que el peronismo, por ya tener una socialización previa de tres siglos de cristiandad hispana, de nuestra inmigración que era muy católica también, que tiene mucho que ver con la cultura del populismo, encontró una tierra fértil para anclar y ser una fórmula exitosa? No sé si todos somos peronistas, todos tenemos populismo. Por eso Milei también tiene una parte de populismo. Tampoco podemos esperar un líder danés.

Inclusive tenés que hasta Cristina lo admira a Milei. Cuando dice “Milei es kirchnerista a su modo”

–”Es el populismo, estúpido”, podríamos entonces decir reeditando la célebre frase de Bill Clinton “es la economía, estúpido”.

–Sí, y todos los somos. En distintos grados. Milei no es un populista económico y eso es muy importante porque la gente lo votó por su agenda de reformas económicas. Pero sí tenemos rasgos populistas por nuestra socialización… Como aquello de “hacete amigo del juez” o “a ver qué contacto tengo para sacar el registro” o “a quién conozco para que me atiendan más rápido en tal oficina o para adelantarme en la fila”. Eso es más profundo. Es ver a la sociedad, como dice el historiador Loris Zanatta, como un organismo natural en donde lo que importa son mis amigos, mi comunidad, mis compañeros de militancia, de colegio. Cuando escribo el libro de Mauricio Macri, hablo de la sociología del Newman, su colegio, y por qué iba la gente a esa escuela. Iban para tener contactos. Eso está por encima de la eficiencia, la efectividad, la competitividad sana. Estoy acá porque soy amigo de… y pertenezco a una clase social.

–Ahora si todos somos populistas más que peronistas, y en las últimas elecciones el peronismo perdió, y aún no logra salir de ese estupor… ¿estamos entonces en condiciones de pensar que el peronismo murió?

–Hubo muchas actas de defunción que le extendieron al peronismo a lo largo de los años. Incluso Tulio Halperín Donghi hizo un libro que se llama La larga agonía de la Argentina peronista, y la publicó en los 90, y eso no pasó. Después vino otra encarnación. Me parece muy importante el cómo se renueva el peronismo. Hay una fórmula. El peronismo, como dice el sociólogo Juan Carlos Torre, tiene muchas almas y tiene un corazón permanente y un alma contingente, va encontrando en los distintos períodos la forma de venderte que son lo nuevo, que son diferente.

–Y a veces lo hacen hasta negando al peronismo. Por ejemplo, Malena Galmarini junto a Sergio Massa diciendo que al peronismo hay que “reinventarlo”, que se lo vació de contenido en las últimas tres décadas, y que además ellos son del Frente Renovador…

–Sin duda, tal vez Massa si hubiera asumido podría haber sido una encarnación distinta del peronismo. No estuvo tan lejos. Solo se trataba de negar la encarnación anterior del peronismo, de decir que habían traicionado al pueblo. Como hicieron los Kirchner con los Menem, que eran súper menemistas, y después lo negaron. Siempre el peronismo tiene éxito con su narrativa de reconstrucción. Que es lo que no hizo Alberto Fernández y por eso fracasó.

–Pero algo pasó en la última elección. Perdieron tres millones de votos entre Alberto Fernández y Sergio Massa.

–Sí, 12 puntos. Nunca podés dar por muerto a nadie. Después de haber hecho este libro durante tres años, aprendí mucho, leí mucho, entrevisté a muchos especialistas, por supuesto lo viví, tengo 30 años de periodista, yo creo que teniendo en cuenta las elecciones que viene perdiendo el peronismo, la deserción de los pobres, Torre lo destaca mucho, dice “acá hay algo novedoso, durante décadas el peronista votaba peronismo”, y también lo dice Zarazaga, gran explorador del conurbano. Cambió la identidad del peronismo, y cambió la intensidad. Hay una deserción de los más pobres.

–Y de los más jóvenes…

–La revolución tecnológica lo cambió todo. El otro día hablaba con Jesús Rodríguez y le decía “pobre Alfonsín que no tuvo las redes sociales para mostrar lo que es casta”. Vos agarrás a cualquiera de los gordos de la CGT bajándose de un auto de alta gama y lo viralizás, y no hace falta que digas nada. Son millonarios. La fractura de la sociedad del trabajo, la grieta entre trabajadores formales e informales que antes el peronismo los tenía unidos, eran “los trabajadores”. Esta fragmentación le hace mucho mal al peronismo porque al igual que la Iglesia, el peronismo tiene un relato colectivo, una narración colectiva, que es lo que está en crisis. Hoy lo que el presidente Milei supo captar es el derecho individual. La chica que trabaja en casa fue mamá muy joven y me dice: mi hija quiere un iPhone. Y le pregunto: ¿para qué lo quiere? Me responde que lo quiere porque lo tienen los hijos del novio, lo tiene su vecina, porque es pertenecer. El aspiracional viene por ahí y por las redes. La fragmentación política le hace más daño al peronismo.

–Sumado a que hay muchos jóvenes que no vivieron “la década ganada” del kirchnerismo, que a ellos no les dio nada… Y tal vez Milei viene con la posibilidad del iPhone y las zapatillas nuevas. Igual me cuesta no pensar a Milei en relación al peronismo… ¿Y si es una nueva encarnación? ¿Un menemismo 2.0?

–Creo que es muy pronto para saber hoy eso. De si encarna o no algo nuevo. Depende de cómo le vaya económicamente. De si logra bajar la inflación y reactivar la economía. Milei tiene un liderazgo con aspectos populistas, tiene su propio pueblo. En el último tiempo trabajé mucho el concepto de populismo, porque es un término en disputa. Qué es. Para dividirlo muy fácilmente, tenés populismo económico, cultural y político. Este último es como muy sencillo de detectar, porque es los buenos y los malos, vamos a elecciones, votemos, yo soy los buenos, vos sos los malos. Para Milei, los buenos son los argentinos de bien. Los malos son la casta. Definió su pueblo: los argentinos de bien. Así como en el peronismo, el pueblo son los pobres. Muy apoyado por la iglesia católica y parte del peronismo clásico. Pero Milei no tiene nada de populista en lo económico y eso no me parece un tema menor. Carlos Menem sí lo tuvo en su última etapa. Esto de gastar de más para ganar elecciones. Milei no compra el favor popular a través del clientelismo ni a través de planes, al contrario. Prometió dolor para después estar mejor. Eso no lo hace un populista. No compra con cargos públicos.

–¿Y en qué sí lo ves populista a Milei?

–Lo veo populista en esto de no creer en la intermediación de las instituciones. Es Milei no hablando en el Congreso cuando asumió y hablándole a la gente. Ignorando la casta. O diciendo: “si mi programa sale mal el problema es de la casta”. En que el mundo se divide en buenos y malos. Loris Zanatta dice que todos los populismos tienen los buenos, los malos y un salvador. En este caso el salvador es él. Y es en definitiva un relato bíblico: te voy a llevar a un paraíso. Que es el paraíso de la Argentina prodigiosa que Milei promete, es tocar ese gen del progreso que hubo en el país a principios del siglo XX. Tocó algo que estaba dormido en la Argentina, esta resignación que teníamos hacia la decadencia. Tocó el gen del progreso.

–Pero para quienes lo comparan con Sarmiento, no lo desvela la educación pública, no apuesta por la universidad estatal. La educación, frente al ajuste generalizado, no está siendo la excepción porque es el futuro.

–Estamos hablando de una época distinta a la de Sarmiento. Otro anclaje. Creo que está en construcción también. Pero considero que, por primera vez, tenemos un líder que está pensando en el largo plazo. El otro día lo escuchaba a Alejandro Rozitchner que decía: “bueno, Milei es un líder un poco bestia, que está proponiendo una agenda de reformas importante a nivel económico”, y que creo que tiene que ver mucho con la locura que vivimos en los últimos cuarenta años, donde la Argentina estuvo dominada por el peronismo…

–¿No sigue ejerciendo esa dominación desde el Congreso?

–Sin duda. El peronismo cuando está en la oposición se enrienda en internas feroces. Ahora creo que está en una crisis parecida a la del 83, está mareado. Inclusive tenés que hasta Cristina lo admira a Milei. Cuando dice “Milei es kirchnerista a su modo”. Y desde ya el juego sigue dominando por el peronismo. El peronismo volvió a sus dueños permanentes. Al peronismo permanente.

–Hay una imagen que vos destacás en el libro y que usan varios analistas del peronismo que es la de la casa de dos plantas. ¿Por qué no nos la compartís?

–Se basan en la idea de Steven Levinsky que vino en los 90 para estudiar al peronismo. Pero hay varios autores que la toman. Llega a la Argentina en plena revolución neoliberal, va a las villas y ve que en las villas hay capillitas de culto, porque los populismos son religiones, todos los populismos, por eso el fanatismo, las divisiones familiares, porque no es una pelea racional, es religión. Bueno, va a las villas y ve que hay capillitas de culto de Evita y Perón, pero no hay ninguna foto de Menem, y ve que el neoliberalismo no había permeado en los sectores populares. Entonces, dice, acá hay dos niveles, el peronismo es una casa donde hay dos niveles, un piso que es permanente, donde viven los sindicatos, los empresarios prebendarios, la iglesia católica. La casta territorial, los que siempre están. Porque el peronismo es nacionalismo, catolicismo, militares, sindicalistas y empresarios que viven del Estado. Eduardo Fidanza diría los dueños de la casa. ¿Pero qué pasa con los dueños? Los Duhalde, los D’Elía, los Espinoza de la vida que manejan el territorio, son impresentables. No pueden ir a elecciones. ¿Y qué hacen entonces? Tienen un piso de arriba, un inquilino cuyo alquiler es caro. Y ese piso de arriba lo van alquilando. Un día se lo alquilan a Menem, otro día a los Kirchner. Se lo podrían haber alquilado a Massa. Y esa base disponible siempre está dispuesta para cualquier inquilino.

–¿Milei no tiene cabida en ese piso de arriba?

–Todavía no. Y no sé si va a estar. Hoy está en un enfrentamiento permanente con el peronismo. Los movimientos sociales, los sindicalistas, los gobernadores… Está construyendo su período. Lo que hemos tenido nosotros son momentos no peronistas que no han llegado a consolidarse. Entonces mi duda es si estamos en una pausa entre dos castas o dos peronismos. La idea del peronismo como The Crown me la da el politólogo Carlos Floria que dice “el gran espectáculo de la política argentina es la sucesión”. Y le digo: esto a mí me suena a monarquía.

–¿Cristina Kirchner está lista para “dejar la casa”?

–Es una incógnita. Cristina Kirchner fue la que obturó un período de renovación del peronismo al hacer de Alberto Fernández algo igual a ella. Alberto no pudo traicionarla. No pudo decir: “Cristina nos hundió”. No pudo simbólicamente matarla, como hicieron los Kirchner con Duhalde en 2005. Alberto no tuvo un discurso propio, fue Cristina. Eso agotó una nueva encarnación. La sobrevida política de Cristina mató al peronismo por lo menos en la etapa de Fernández.

–Y aun así, a futuro, si llega a haber un regreso del peronismo al poder, ¿Cristina tiene chances?

–Me parece difícil, pero creo que no hay que dar a nadie por muerto en la Argentina, mucho menos a una líder como Cristina. No la doy por muerta ni tampoco al peronismo. Carl Marx decía, y también lo decían los pensadores liberales, Stuart Mill lo decía, cuando una sociedad cambia su modo de producir bienes y servicios cambian las formas de la política. Y hay una ampliación de la representación. Por eso la revolución francesa dio origen a la democracia liberal. Creo que estamos ante una nueva revolución productiva, la digital. Y Cristina atrasa mucho en ese sentido. Eso lo cuenta mucho Zarazaga, estar en contra de la tecnología, contra Mercado Libre, cuando los pobres lo usan. Estar en contra del campo, que es quien te ingresa divisas. No tener una política para la seguridad. Que esa bandera la tenga la derecha o el no peronismo si preferís. Porque otra cosa que planteo en el libro es que la Argentina no tiene izquierda y derecha, tiene peronismo y no peronismo.

–También ahí cuesta ubicar a Milei.

–Milei es raro en ese sentido. Tiene cosas de derecha, sin duda, pero también está desarmando la Argentina corporativa. ¿Querés algo más de derecha que la Argentina corporativa? ¡Es raro! El otro día me llama un francés que está haciendo un documental y me dice: “lo vi con la motosierra y me pareció que era Marine Le Pen”. No, no, no, le dije. No tiene nada que ver con lo que vos pensás de Francia. Tampoco los medios públicos son como los europeos. ¿Crees que la Televisión Pública es como la BBC de Londres? A Milei hay que mirarlo con categorías argentinas.

–El populismo siempre necesitó de la Justicia para avalar, para tapar, de hecho vos decís en el libro algo que marcaba Carlos Corach sobre que “los jueces adictos de hoy se convertirán un día en independientes”. ¿Creés que hoy Milei está construyendo una Corte pensando que la va a necesitar?

–Milei es un nerd en el mejor sentido de la palabra, está enfocado en su tema, que es la macroeconomía. Las demás cosas, lamentablemente, no le interesan. Por eso, la postulación de Ariel Lijo. Hoy por hoy eso lo tiene delegado en otras personas que meten casta en otros sectores. Su mandato, que es el que los argentinos le delegaron, es bajar la inflación y llegar al déficit cero. Está obsesionado con ese tema. Y el resto, por ahora, no le importa mucho. Lo delega, y lo delega mal muchas veces, porque pone personas que cree que son increíbles como este tipo José Beni en la administración de puertos, que es un kirchnerista que responde a Máximo Kirchner. O Lijo, que es súper cuestionado y que lo puso simplemente porque él estaba enojado con la Corte. Cuando Milei hacía entrevistas durante la campaña, y vos lo sacabas del tema económico, hacía agua. Por ejemplo Bertie Benegas Lynch, que dijo esta barbaridad contra lo que hay un consenso general como la educación obligatoria y gratuita, Milei piensa exactamente lo mismo. Lo que pasa es que no lo diría. Cuando se mete con el tema de las armas, del mercado de los órganos, ahí hace agua. Pero la Argentina lo votó por otro tema. Antes de la campaña, me tomé unos días en Córdoba, para escribir, y vi que los que lo seguían eran feministas, pacifistas, interesados en el cambio climático, y lo iban a votar por la cuestión económica y por el tema de la seguridad. Es un fenómeno.

–Hablemos del papa Francisco. ¿Es o no es peronista?

–Definitivamente el Papa es peronista.

–Da la impresión que a Macri no lo quería, pero que a Milei lo trata mejor.

–Lo recibió muy bien a Milei, es cierto, pero a los quince días hizo un video mortal hablando del dios mercado, hablando contra Milei, criticándolo. El Papa está en las antípodas del liberalismo. Por eso encaja mucho con el peronismo, lo ha acompañado. Lo que pasa es que todos los populismos tienen como agenda oculta al pobrismo, a la pobreza. Es así porque cuando vos comenzás a adquirir autonomía económica, a dejar de ser pobre, empezás a ser diverso. Por eso la importancia de las redes para los pobres, las redes democratizan mucho, da aspiraciones de clase media, de progreso, de crecer. Se terminó aquello de “somos el pueblo de Dios”, el pueblo homogéneo. Si no se aggiorna, también se va a quedar sin fieles. Va de la mano del peronismo. El Papa con Macri fue mucho más duro porque era rico, divorciado, cosmopolita, sin sensibilidad religiosa, y porque pertenecía a un grupo sospechado de la Argentina. Milei es un don nadie. Un tipo al que por ahora no parece que le importe hacerse rico. Se propone como alguien común. Va todo el tiempo con la misma campera, es uno más. Y eso al Papa le debe caer simpático. Macri era como el prototipo del cipayo. De todas maneras creo que la Iglesia, que es parte del peronismo permanente, va a seguir combatiendo a Milei por una cuestión ideológica. Pero le irrita menos que Macri.

–¿Qué está pasando ahora con la capacidad de movilización del peronismo? Muchos empleados públicos con el ajuste de Milei quedaron sin empleo, y cuando convocan a marchas, el sindicalismo, sectores del peronismo, los piqueteros, no va nadie…

–Los actores que movilizan perdieron absoluta legitimidad. Ya la habían perdido. Milei lo sabe, eligió muy bien a sus enemigos. Si mirás encuestas, la gente identifica la inflación como el principal problema de la Argentina. Y el segundo problema que indica es la casta. La gente ubica a la dirigencia política como parte del problema. El otro día escuché a alguien decir “los cuerdos nos trajeron hasta acá”. Viste que dicen que Milei es loco… Bueno, ¡qué venga alguien diferente!

–Pero para quienes lo comparan con Sarmiento, no lo desvela la educación pública, no apuesta por la universidad estatal. La educación, frente al ajuste generalizado, no está siendo la excepción porque es el futuro.

–Estamos hablando de una época distinta a la de Sarmiento. Otro anclaje. Creo que está en construcción también. El peronismo lo que encontró en la marcha de las universidades es una fuerza política, que es la fuerza libertaria que le está disputando el relato por primera vez. Que haya aparecido Massa en escena, que además fue quien congeló el presupuesto de la UBA en 2022 y lo prorrogó hasta 2023, es lo mejor que le puede pasar a Milei. Lo que le pasa a Milei más allá de sus errores, sus extrabruptos, es que lo que tiene enfrente está totalmente deslegitimado. Y Milei, frente a eso, ya se diferencia de Juntos por el Cambio, por eso se lo fagositó, logró imponer una narrativa, una agenda propia que la controla. Y que es que esta movilización es por los privilegios de los Yacobitti de la vida, que quiere defender sus negocios, que no se deja auditar, además. Hay otra cuestión que es el adoctrinamiento de la UBA, que no es plural, es de algunos. Por eso Yacobitti dice “si vos votás a Milei no podés estudiar en la UBA”, que es una bestialidad. Estamos viendo un cambio de era tras el que el peronismo no va a volver a ser lo que era.

–Vamos a la pata sindical del peronismo. ¿En qué se parecen Moyano y Grabois?

–Moyano es el exponente típico de la casta. Vos le explicás a cualquier extranjero que un sindicalista es un empresario, un millonario, y no lo pueden creer. O que otro sindicalista es dueño de un canal de televisión y nunca trabajó como lo que representa su oficio. O tiene una universidad o tiene revistas. Es inentendible. Se han hecho ricos a costa de los trabajadores pobres. Moyano es la casta, tiene una matriz mafiosa. El peronismo tiene una matriz mafiosa y Moyano la expresa: el bloqueo, la extorsión a empresas. Lo más oscuro del peronismo. Grabois tiene un modelo de país pobrista, ahora le salió todo este curro con los fideicomisos que no le conocíamos, pero le veo un gen más auténtico que a Moyano. Igual creo que hay que investigar un poquito más a Grabois. Pero hay diferencias. Fui a la casa, me recibió en Villa Adelina, y es bastante tranquila, viene de una familia de clase media alta… Pero la diferencia fundamental entre ambos es que Grabois representa a la Argentina subsidiada y Moyano a los trabajadores formales. Dos Argentinas que tienen dos agendas totalmente diferentes. Unos pelean por la baja del impuesto a las ganancias, y los otros pelean por planes. Por eso me parece difícil que vuelva un peronismo que pueda representar a ambos. En la última elección, los pobres votaron a Milei. Y lo votaron hasta en Orán, Salta, donde Milei nunca había ido. Ganó más en el interior que en AMBA.

–Distinto pero parecido Milei a sus antecesores en lo que al periodismo se trata… El enojo, el conflicto. ¿Por qué creés que Milei elige ese lugar?

–Primero, porque es su costado populista. Hablamos de un populismo político y cultural, pero no económico. Un mix. Hay varios factores que confluyen en este vínculo entre Milei y la prensa. Primero, estamos en medio de una revolución tecnológica donde hay instituciones que están quedando viejas, que tienen que aggiornarse. Y el periodismo también tiene que aggiornarse. El periodismo también tiene un sector que es casta. Que también ha insultado. Hay periodistas que no son el blanco de Milei y lo critican, pero son respetuosos en sus críticas. Para que a uno lo respeten también tiene que respetar. No somos todopoderosos, también tenemos que hacer una autocrítica. Y por el lado de Milei, hay que tener en cuenta también que es intolerante. Y tiene ciertos periodistas que elige porque se siente cómodo, en eso se parece al kirchnerismo. Lo que siento es que Milei ataca instituciones del siglo XX. Los medios han cambiado… El streaming es tan importante como la televisión por cable o la radio. Cada uno le habla a su tribu. Hay un mundo que está quedando atrás y para sobrevivir hay que aggiornarse.

–La última: juicio al peronismo ¿culpable o inocente?

–Culpable. Muy responsable de lo que nos ha pasado. No porque los demás no lo sean, sino por la cantidad de años que gobernó la Argentina y cuando no gobernó, influyó. Tenemos un presidente que tiene cuatro meses en el poder y no ha logrado que le voten una sola ley. Y ya le van a hacer otro paro. Esta capacidad que tienen de configurar a la Argentina. Torre tiene una frase que lo explica muy bien: “No hay argentino adulto que no haya vivido bajo un cielo peronista”. Y es verdad. El peronismo ha configurado esta sociedad y nos ha llevado a esta decadencia.

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