Curra, una hembra de rinoceronte blanco del sur, murió el 25 de noviembre en el parque y reserva natural Ol Pejeta de Kenia a causa de una infección bacteriana. Pero en su vientre atesoraba una valiosa llave que podría abrir la puerta a la salvación de sus parientes del norte, una subespecie extinta en estado salvaje y condenada a desaparecer para siempre.

El animal había gestado un embrión viable de rinoceronte blanco del norte que un equipo de científicos había transferido con éxito más de un mes antes a partir de esperma congelado de un macho ya fallecido que vivió en cautividad en un zoo austríaco.

A pesar de que la cría y la madre no sobrevivieron, el éxito de este experimento reproductivo es algo completamente inédito y podría ser un primer paso para evitar la desaparición de esta subespecie de perisodáctilos de la que solo existen dos ejemplares vivos, ambas hembras, y sin capacidad reproductiva. 

Una especie condenada a la extinción

El rinoceronte blanco del norte (Ceratotherium simum cottoni) es una de las dos subespecies de rinoceronte blanco que existen, aunque algunos científicos consideran que se trata de una población distinta de la especie de rinoceronte blanco (Ceratotherium simum).

A pesar de su nombre, los rinocerontes blancos y negros son del mismo color. Se les llama así debido a un error de traducción. En concreto, una mala interpretación de la palabra holandesa «wijde» («ancho» en inglés), que en realidad se utilizaba para describir la forma plana de la boca de estos animales, una adaptación que les permite pastar la hierba y que los diferencia de sus parientes, los rinocerontes negros, cuya boca está adaptada para ramonear hojas, brotes y ramas. 

El área de distribución del rinoceronte blanco del norte abarcaba en su día una amplia región que se extendía a través de Sudán del Sur y algunos territorios adyacentes de Uganda y la República Democrática del Congo hasta la República Centroafricana. En la década de 1970 había unos 500 ejemplares, pero en poco más de un decenio su población descendió hasta los 15. Los últimos cuatro individuos en estado salvaje fueron avistados en el Parque Nacional de Garamba, República Democrática del Congo, en agosto de 2005. 

El rinoceronte blanco del sur ha corrido mejor suerte. En 1900 quedaban menos de 100 ejemplares, pero hoy se cuentan más 20.000 en libertad. Según explica Laura Moreno, responsable del programa de especies de WWF, a National Geographic, esta rápida recuperación es una consecuencia directa del éxito de la ejecución de programas de conservación que los han salvado de la extinción. Gracias a ellos, la subespecie del sur está catalogada como «casi amenazado» por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza

¿Cómo se extinguió el rinoceronte blanco del norte en estado salvaje?

La principal amenaza para su supervivencia en la naturaleza era (y sigue siendo para todos los rinocerontes) la caza furtiva. Y es que estos animales son muy codiciados por sus cuernos, a los que en muchos países de África y Asia se les atribuye propiedades medicinales. La inestabilidad política que vivió la región a finales del siglo XX, junto con unas medidas de conservación ineficaces, fueron el caldo de cultivo perfecto para que las poblaciones de rinoceronte blanco del norte cayeran en picado hasta extinguirse en estado salvaje.

El rinoceronte blanco del norte está condenado a la extinción después de la muerte del último macho en 2018 

¿De dónde proceden los rinocerontes blancos del norte de Ol Pejeta?

En 2009 un equipo de conservacionistas trasladaron 4 ejemplares de esta subespecie (dos machos y dos hembras) al parque nacional Ol Pejeta Conservancy, una de las áreas de conservación más importantes de Kenia, desde el zoológico Dvur Králové, en la República Checa. Los científicos y los conservacionistas esperaban que un hábitat más natural alentaría a estos animales a reproducirse, sin embargo, no fue así. Uno de los machos, Suni, murió en octubre de 2014 por causas naturales. El otro, Sudán, falleció en 2018 debido a su avanzada edad. Esto dejó a la especie tocada de muerte, con solo 2 ejemplares vivos, ambas hembras, aunque infecundas. 

Única alternativa: fecundación artificial de una hembra del sur

Dadas estas circunstancias, la fecundación artificial, una de las pocas alternativas posibles para recuperar la especie, no puede llevarse a cabo en óvulos fecundados de las dos únicas hembras del norte.

Lo que hace necesario buscar una madre sustituta, que tiene que ser obligatoriamente del sur. Eso es justo lo que han llevado a cabo recientemente un equipo de biólogos de Biorescue, un consorcio financiado por el Gobierno alemán que trabaja desde hace unos 15 años gestando artificialmente embriones a partir de óvulos y esperma de una docena de rinocerontes blancos del norte recogidos de reservas naturales y zoológicos durante el último siglo.

En este caso, los investigadores del equipo BioRescue-Leibniz-IZW lograron fecundar óvulos de una hembra del sur que vive en el zoo belga de Pairi Daiza con esperma de un macho del norte que vivió en el zoo de Hellbrunn, en Austria. Cuál fue su sorpresa cuando comprobaron que el experimento había gestado con éxito un embrión que alcanzó los 6,4 centímetros de longitud.

Un logro histórico

“Fue un momento realmente emocionante y un logro científico sin precedentes”, afirma Thomas Hildebrandt, científico jefe de BioRescue y experto en reproducción de animales silvestres del Instituto Leibniz de Investigación de Zoológicos y Animales Salvajes de Berlín, en un vídeo publicado en redes sociales en el que afirma que el experimento suponía un punto de inflexión en todo lo conseguido hasta ahora.

No es para menos, pues esta tecnología tiene sus límites, y es que la recogida de óvulos es un procedimiento complicado que solo puede llevarse a cabo 3 veces al año, por lo que el número de gametos naturales es limitado. En segundo lugar, la variabilidad genética es muy reducida: solo 12 individuos, de los cuales solo 6 pueden obtenerse óvulos y espermatozoides.

la recuperación a largo plazo: ¿un objetivo muy ambicioso?

Si algún día se consiguen embriones viables que sobrevivan, el objetivo a largo plazo es reintroducir los rinocerontes blancos del norte y sus futuras crías en hábitats seguros dentro del área de su área de distribución original, algo que, siendo muy optimistas, solo podría alcanzarse como mínimo a partir de 50 años, siempre y cuando se demuestre que los embriones son perfectamente viables y pueden ser reintroducidos en el medio natural.

¿Es este un objetivo demasiado ambicioso? «La transferencia de embriones es una excelente noticia, pues es la primera vez que se reproduce in vitro. Pero ello no significa que se pueda recuperar la especie, algo realmente difícil de lograr con tan pocos ejemplares. Esta especie -y cualquiera- solo podrá salvarse si se revierten las causas de amenaza, como la caza furtiva, y eso es algo que hay que trabajar mucho antes de que las poblaciones empiecen a acusar un importante declive. No antes, pues la recuperación posterior es mucho más difícil y costosa, no solo en cuanto a dificultad, sino también en cuanto a coste económico», puntualiza Laura Moreno desde WWF.

La organización conservacionista recuerda que más de 1.000 rinocerontes son abatidos al año para comerciar con sus cuernos, uno de los productos más codiciados del mercado negro, lo que los convierte en uno de los animales más traficados del mundo. Y eso es algo que sí se puede revertir antes de que sea demasiado tarde.

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