Las estampas, los colores, la mezcla de materiales, la presencia de tendencia limitada a un detalle que no desvía su propio estilo, son los elementos que caracterizan la impronta de Agustina Cerato. La experta en interiorismo rehúye de las fórmulas seguras que se refugian en los tonos neutros, blanco y maderas claras. En cambio, la riqueza de recursos es una constante en sus ambientes.

Si bien su primera profesión fue la gastronomía, que la llevó a vivir en las principales ciudades de Europa, la decoración fue más fuerte y la condujo de vuelta al país para desarrollarse en ese ámbito, donde en 2007 abrió su primer local. “Esta pasión por la casa la tengo desde siempre. Desde los ocho años me recuerdo cambiando de lugar los muebles de mi cuarto. Y hoy la veo a una de mis hijas, Serena, muy parecida a mí”. Tanto su gusto por la decoración, como por la cocina –aún hoy los fines de semana se la pasa cocinando en su casa– tienen que ver con una cuestión creativa y artística.

Con una intuición y un ojo entrenado a fuerza de recorrer el mundo, cuando viaja su vista se detiene en las tendencias en decoración. “Soy muy loca de las estampas y, cuando volví, necesité hacer eso. Acá no se ve tanto. En el mundo se arriesgan mucho más en el tema del color, de las estampas y de las formas”. En su casa, la cocina está empapelada con un papel verde con monos. “Puede ser osado acá. Allá es lo más normal del mundo. Cuando estoy diseñando una colección me dicen ‘¿Te parece tanto?’. En mi último viaje a Londres, en septiembre, vi que no es mucho lo que hacemos con el tema de las estampas y de superponer papel con un cuadro arriba. Eso es muy europeo”, recalca.

Según Cerato, en nuestro país se eligen mucho los neutros, los diseños nórdicos o lo blanco en tándem con el color madera. “Y van todos por ahí. El argentino se compra lo mismo que su amigo, el sillón blanco con la funda, la mesa color petiribí y las pantallitas de mimbre. Pero buscando se puede conseguir una araña antigua al mismo precio que una de fibras naturales y se obtiene algo original”.

Distingue estilo de tendencia. “El estilo tiene que ver con la calidad y con la mezcla de materiales. Se puede poner un animal dorado como decoración en una biblioteca, con los libros entre objetos de deco. Está bueno incluir en las decoraciones lo que el dueño de casa tiene porque es lo que hace que la casa tenga su sello, su estilo”, apunta. El equilibrio es clave para no caer en excesos. “Hay que tener cuidado. Si se pone un espejo con marco grotesco sobre un mueble laqueado, mezclado con un mueble Luis XV y sillas de terciopelo negro, es un montón”, advierte.

Reconoce su propio sello como ecléctico: se inclina por la mezcla de estilos y de cada uno toma algo. En sus decoraciones es posible encontrar un elemento que represente la tendencia del momento, pero que no guía la totalidad del proyecto. “Si el color que se usa es el amarillo y se ven sillones amarillos por todos lados, no voy a tomarlo ahí. Tal vez, hago en amarillo una lámpara”, ejemplifica. “También el espejo de petiribí con las lámparas de fibras naturales. Son divinas, pero cambiemos el modelo y no recurramos más a las dos típicas que caen sobre la mesa de petiribí del living, con los sillones de terciopelo y las sillas de esterilla”.

Respecto a las tendencias de este invierno, destaca el protagonismo del bouclé en tapizados, que ya estuvo presente en temporadas anteriores. “Para mi gusto ya es demasiado, pero se lo sigue viendo”. Otro material que continúa vigente es el terciopelo, y el lino es una opción más clásica. Color tierra, ladrillo, bordó, verde oliva y el beige en todas sus gamas dan calidez a las casas en los días más fríos. Sobre las formas, las curvas se imponen en mesas bajas y de comedor, en sofás y sillones. “Se ven en los sillones grandes y en las sillas. Es la máxima tendencia”, asegura.

Las mesas incorporan patas centrales, semejantes a columnas. Según el diseño pueden ser una o dos. En iluminación, las lámparas gigantes centralizan la atención en livings y comedores, con toques dorados y de piezas artesanales en cerámica. Además, hay una vuelta a las arañas, que se corrieron de escena hace varios años, sobre todo las clásicas, con brazo”. En su caso, promete relanzar modelos de arañas de hierro con flores.

Las estampas, en cortinados, sillas y sillones. Geométricos, con paisajes o flores “aportan mucho estilo y personalidad. Yo me animo a todo junto, en pared, tapizados y almohadones”. Para los que temen excederse en su uso, aconseja aplicarlas de a poco e ir sumando, hasta dónde uno reconozca que se siente bien. La sensación “es casi física”, dice. Para no equivocarse, tiene que haber un hilo conductor, que puede ser el color. Se pueden usar dos tonos que vayan bien juntos. En la mezcla aparece la riqueza.

Su premisa es conservar el propio estilo y, al mismo tiempo, sumar tendencia. Su casa se renueva de verano a invierno. ¿Cómo? Cien por ciento con flores. En el invierno, con ramas y ramos verdes. Y en verano, al revés, sobre la mesa del recibidor de entrada, tres floreros, cada uno con flores de diferentes colores: amarillas, violetas y fucsias.

 

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