Se suele decir que el mar es la cuna de la vida, y no es una exageración: no solo fue el lugar donde aparecieron los primeros organismos complejos, sino que durante cientos de millones de años fue el único en el que vivían. Pasaron unos 150 millones de años antes de que los primeros anfibios se atrevieran a aventurarse en tierra firme, y otros 50 millones para que algunos animales abandonasen completamente el medio acuático para hacer una vida plenamente terrestre. Sucedió a finales de un período llamado Carbonífero, hace unos 310 millones de años.

Estos animales se llamaban amniotas e incluyen a todos los reptiles, mamíferos y aves que existen hoy en día y que han existido, así como a sus antepasados comunes. Gracias a una serie de adaptaciones innovadoras, pudieron sobrevivir en tierra firme de una forma que ningún otro vertebrado había sido capaz de hacer, y así conquistar todo un nuevo mundo.

Los retos de vivir en tierra

La transición de una vida acuática o semiacuática a una totalmente terrestre presentaba una serie de retos. En primer lugar requería un tipo de piel diferente, que les protegiera de elementos agresivos como la luz solar, el polvo o la lluvia, a la vez que prevenía la deshidratación. Los tres tipos de animales amniotas que existen hoy en día poseen diversos tipos de protección: los reptiles tienen escamas, las aves plumas y los mamíferos (en su mayoría) pelo.

La piel de los primeros amniotas estaba compuesta por una especie de escamas primitivas formadas por queratina endurecida, la misma sustancia que conforma las uñas. Recientemente, un estudio describió un conjunto de fragmentos de piel de amniota que conservan las marcas de estas escamas, un hallazgo extremadamente raro. Estos fragmentos tienen unos 289 millones de años y son la muestra de piel de amniota más antigua que se ha encontrado jamás; los primeros amniotas surgieron hace unos 310 millones de años, por lo que es un ejemplo magnífico de cómo eran los tejidos de estos animales.

La piel pertenece a una criatura llamada Captorhinus aguti, que vivió durante el período Pérmico y es uno de los primeros animales que podemos llamar reptiles. Esta capa de queratina endurecida les permitía protegerse de los rayos del Sol y de la abrasión, además de evitar que su piel se deshidratase. Durante el Pérmico todas las tierras emergidas formaban un único supercontinente llamado Pangea, por lo que el clima era muy árido y seco en gran parte del planeta.

Este clima propició otra de las características que desarrollaron los amniotas: una serie de capas en el interior de los huevos que protegían al embrión y lo mantenían húmedo. Al contrario que los anfibios, los huevos de reptiles y aves – y también de los primeros mamíferos – debían desarrollarse en un ambiente terrestre y frecuentemente seco.

La diversificación de los amniotas

Los amniotas, inicialmente, se diferenciaron en dos clases: los sinápsidos y los saurópsidos. Los primeros incluían a los antepasados de los primeros mamíferos, llamados terápsidos, y a otro grupo de animales extintos conocidos como pelicosaurios o “reptiles mamiferoides” (aunque en realidad no eran ni reptiles ni mamíferos).

El segundo grupo, el de los saurópsidos, incluye a todos los animales actuales o extintos que son reptiles o aves. Aquí se incluyen todos los grandes reptiles prehistóricos terrestres, marinos o voladores, entre ellos los dinosaurios; así como a las aves, que descienden de un grupo concreto de dinosaurios llamado manirraptores y acabaron diferenciándose de los reptiles.

Cada uno de estos tres grupos – reptiles, aves y mamíferos – evolucionó de forma diferente. Los reptiles son los que más han conservado sus características primitivas, aunque se han diversificado enormemente a lo largo de millones de años. Las aves y unos pocos mamíferos (ornitorrincos y equidnas) han conservado algunas de esas características, mientras que la mayoría de mamíferos las han abandonado por completo. Estos animales pronto sustituyeron las escamas por otro tipo de estructuras: plumas en el caso de los primeros y pelo en los segundos. Los mamíferos, además, abandonaron en su mayoría la reproducción ovípara.

Durante gran parte del Mesozoico, fueron los reptiles quienes dominaron el mundo, pero con la extinción masiva del Cretácico-Paleógeno, hace unos 66 millones de años, las cosas cambiaron: la mayoría de grandes animales se extinguieron, poniendo a reptiles, mamíferos y aves en igualdad de oportunidades para hacerse con el nuevo mundo surgido después del cataclismo. Las aves colonizaron los cielos después de la desaparición de los pterosaurios, mientras que reptiles y mamíferos se repartieron la tierra.

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