Alguna vez te has preguntado por qué, aunque el agua es un fluido transparente, sin color, vuelve a los tejidos más oscuros cuando los moja. Quizás es un hecho muy presente en el día a día pero que, cuando te paras a pensarlo, llega a carecer de sentido lógico. ¿De dónde procede ese color opaco? ¿Lo produce el agua o proviene de la propia tela? Pues bien, la explicación es completamente científica y tiene que ver directamente con la luz que llega a nuestros ojos y con un fenómeno elemental en óptica conocido como refracción.

LA NATURALEZA DEL COLOR

En primer lugar, debes saber que los colores que vemos en la ropa y, en realidad, en cualquier material, se corresponden a aquellos que reflejan. ¿Qué quiere decir esto exactamente? La luz que viene del Sol se compone de diferentes longitudes de onda, cada una de ellas relacionadas con un color del espectro visible y que, en su conjunto, dan lugar a la luz blanca. Ahora bien, cuando este conjunto de haces multicolores llega a las fibras de la ropa, estas, debido a su estructura y a las propiedades de los átomos que la forman, tienen la capacidad para absorber algunos de ellos y reflejar el resto, desviándolos de nuevo siguiendo la misma dirección en la que incidieron.

Esto quiere decir que, por ejemplo, unos vaqueros casuales se ven de color azul porque el tejido que los forma ha reflejado los haces de luz con longitud de onda equivalente al color azul, la cual ha llegado a nuestros ojos, y ha absorbido todo el resto de componentes del haz, evitando que el resto de los colores se desvíen hacia nosotros. Una vez en nuestro cuerpo, esa luz entra a través de la pupila de ojo y es el cerebro el encargado de traducir esa longitud de onda en específico a un color, permitiéndonos apreciar nuestro entorno bañado por un abanico de colores.

SECO VS MOJADO

Ahora bien, si seguimos con el ejemplo de los vaqueros, te habrás percatado que, cuando están mojados, su color suele ser menos vivo que cuando estos están secos, momento en el cual el azul es mucho más brillante. Pues bien, en realidad, el proceso que te permite ver esos colores no ha cambiado en absoluto: aunque esté mojado, la luz sigue incidiendo y solamente los tonos azules son reflejados, permitiéndote apreciar igualmente tus pantalones de color azul. Ahora bien, hay un detalle que diferencia esta situación de la anterior: en los espacios libres de la fibra del material, existen moléculas de agua.

Dependiendo del tejido, los huecos que hay entre las fibras de tela serán mayores o menores. Por ejemplo, un jersey de punto tendrá huecos más inestables y amplios que unos vaqueros, mucho más consistentes, densos y rígidos. Entonces, cuando una prenda se moja, las moléculas de agua quedan albergadas entre esas fibras, ocupando los huecos y provocando que cuando la luz llegue a tu prenda, la luz en vez de reflejarse, se refracte. De esa forma, de la luz que no sea absorbida, una parte de ella pasará a través de las moléculas de agua cambiando su dirección y, otra, de igual forma que antes, se reflejará sobre su superficie, llegando hasta nuestros ojos.

La consecuencia de este fenómeno es que, debido a que una parte pasa a través de las moléculas de agua, la cantidad de luz reflejada que llegue a nosotros será mucho menor, provocando que la intensidad del color disminuya y apreciemos ese vaquero mojado en un todo mucho más oscuro que antes. Curioso, ¿verdad?

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