lionel-k2vD--620x349@abc.jpgUna de las grandes preocupaciones de la masa social azulgrana es ver cómo Leo Messi se enfunda la camiseta de otro equipo para tratar de levantar la Champions League. El episodio vivido este pasado verano, cuando envió un burofax al club solicitando su salida y las posteriores declaraciones culpando a Josep Maria Bartomeu de la declive deportiva del equipo y de sus intenciones de cambiar de equipo, confirmaron la brecha abierta entre el argentino y la planta noble. Unas diferencias irreconciliables que impedirían la renovación o ampliación de contrato que desde la directiva se pretendía. El presidente le retó: «Si asegura públicamente que el culpable de que se quiera ir soy yo y acepta seguir , me marcho inmediatamente», aseguró públicamente Bartomeu, que al final se salió con la suya gracias a una cláusula que vetaba su marcha salvo si pagaba la cláusula de rescisión, cifrada en 700 millones de euros. La salida de Bartomeu abre un nuevo escenario teniendo en cuenta que deberán celebrarse elecciones, como mucho en tres meses, y que habrá un nuevo presidente justo después de Navidades, a lo más tardar. Eso permite al mandatario que salga escogido en las urnas convencer a Messi de que prosiga su camino en el club catalán antes de que se pueda comprometer con cualquier otro equipo, ya que hasta el uno de enero no está facultado para negociar su futuro. La directiva entrante tiene margen de maniobra para convencerle con un proyecto ganador de que puede y debe acabar su carrera en el club en el que debutó en la élite. Aunque se especula que este pasado verano había llegado a un acuerdo con el Manchester City y que las bases podrían seguir vigentes a partir del 30 de junio, cuando acaba se relación contractual con el Barcelona, no hay nada firmado. Además, Messi podría estar receptivo a la propuesta del nuevo presidente teniendo en cuenta el trauma que supuso para su familia cuando les comunicó a su esposa e hijos que había decidido marcharse del Barça. El rosarino sabe que con 34 años cumplido (los hace el 24 de junio) su carrera llega a su fin y prima más la estabilidad familiar que las aventuras deportivas. Eso, sin tener en cuenta, además, que el club que se haga con sus servicios debería afrontar el pago de una ficha anual cercana a los ochenta millones de euros brutos, cifra nada desdeñable en tiempos restrictivos por la crisis causada por la pandemia. También hay un elemento a tener en cuenta y es que Leo Messi pasará convertirse en arma electoral desde el momento en que queden convocadas las elecciones y los precandidatos pasen el corte que les permita optar realmente a la presidencia. Conseguir el guiño de Messi se cotizará mucho. Si Víctor Font manejaba cartas ganadoras gracias a la complicidad de Xavi Hernández que aceptó liderar su proyecto y regresar al Barcelona para ocupar el banquillo si ganaba los comicios, ahora cualquier gesto de Messi puede decantar la balanza en las urnas. Las bazas de Joan Laporta crecerían exponencialmente si finalmente decide presentarse, ya que la relación entre el expresidente y el rosarino es muy estrecha y al abogado no le costaría demasiado convencerle para que diera un pequeño empujón al socio indeciso. No hay que olvidar que bajo el mandato de Laporta se construyó también un equipo ganador capaz de conquistar el sextete. De todas formas, es muy probable que Messi quiera mantenerse al margen, aunque parece claro que reconsiderará su intención de marcharse.

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