En los últimos tiempos, un frío extremo ha cubierto vastas regiones de Estados Unidos, Europa y Asia, desencadenando una ola de especulaciones y teorías conspirativas sobre la inexistencia del calentamiento global. 

Sin embargo, esta percepción errónea se desmorona ante una comprensión más profunda de cómo el cambio climático está influyendo en los patrones climáticos de nuestro planeta.

 

Aclarando conceptos

El clima se define como los patrones meteorológicos promedio en una región durante un largo período. Se compone de la media de variables como temperatura, precipitaciones, humedad y vientos, recopiladas durante décadas o incluso siglos.

En contraste, el tiempo atmosférico refleja variaciones diarias. Es, esencialmente, el estado de la atmósfera en un momento y lugar específicos, sujeto a cambios diarios o incluso horarios.

Por lo tanto, un invierno extremadamente frío no invalida décadas de tendencias de calentamiento global. De hecho, el cambio climático está alterando estos patrones, llevando a climas más cálidos en promedio y a fluctuaciones más impredecibles.

La paradoja del enfriamiento por calentamiento

El término «calentamiento global», acuñado hace décadas, describe el fenómeno por el cual los gases de efecto invernadero atrapan calor en la atmósfera, elevando la temperatura media del planeta. 

Sin embargo, este cambio atmosférico no sólo tiene lugar en temperaturas más altas. Los científicos ahora comprenden que el aumento de gases como el carbono y el metano conduce a un abanico más amplio de cambios, incluyendo fenómenos meteorológicos extremos y desastrosos.

Por ejemplo, un estudio de 2017 en Nature Geoscience y otro de 2019 en Nature Communications encontraron una correlación entre temperaturas más cálidas en el Ártico e inviernos más fríos en Norteamérica. Estos cambios se deben a la alteración del flujo del chorro polar, una banda de aire que circula alrededor del Ártico. El calentamiento del Ártico, que ocurre cuatro veces más rápido que en el resto del planeta, debilita este chorro polar, permitiendo que el aire frígido se desplace hacia latitudes más bajas.

 

Un futuro de clima extremo

Más allá de las temperaturas récord y las tormentas de nieve, se espera que el cambio climático intensifique otros patrones climáticos extremos. A medida que el chorro polar se ralentiza, inundaciones y sequías podrían volverse más persistentes y severas. Un estudio de 2019 publicado en Science Advances predice que los eventos climáticos extremos y mortales podrían aumentar hasta un 50% para el año 2100.

Estos fenómenos no son meras especulaciones futuristas: ya estamos presenciando sus efectos devastadores. El año pasado, marcado por eventos meteorológicos récord, es un claro indicativo de lo que nos espera. El entendimiento científico actual nos advierte que las temperaturas extremas, ya sean altas o bajas, son manifestaciones del mismo problema subyacente: el cambio climático.

De este modo, aunque algunas regiones experimentan frío intenso, esto no contradice la realidad del calentamiento global. Más bien, subraya la complejidad del sistema climático de la Tierra y la urgencia de abordar el cambio climático de manera integral. La ciencia detrás del fenómeno es clara: el calentamiento global está creando un mundo de contrastes extremos, donde el calor extremo y el frío intenso coexisten como dos caras de la misma moneda climática.

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