Al contrario de lo que sucede con el cannabis o la cocaína, hay drogas que no proceden directamente de una planta o de un compuesto natural, sino que se crean sintéticamente en laboratorios, habitualmente con fines médicos. El LSD (dietilamida de ácido lisérgico -25), diseñado -accidentalmente- por Albert Hofmann en 1943, o la ketamina, que vio la luz por primera vez en 1962, son ejemplos de ello. 

Esta segunda ha tomado cierta relevancia en los últimos días a raíz de los resultados de la autopsia del actor Matthew Perry, una de las estrellas de la sitcom Friends‘, finalizada hace ya casi 20 años. Quien daba vida a Chandler Bing, que se convirtió en algo así como un amigo íntimo para los fans de la serie, habría consumido esta sustancia antes de su muerte. No obstante, todavía no hay evidencias del tipo de uso que el actor le habría dado. 

Más allá del suceso, la ketamina es una droga que ha migrado ilegalmente a las calles y que ya no solo se utiliza para tratar enfermedades bajo tutela médica, sino que ha comenzado a ganar protagonismo en el ámbito recreativo: los últimos datos del Journal of Psychopharmacology revelan que el 11% de la población mundial la ha probado alguna vez, y en España, el 0,9% la consume

¿Qué es la ketamina?

La ketamina -o keta- es un medicamento analgésico que ha demostrado ser eficaz para inducir la anestesia y que pertenece al grupo de las arilciclohexilaminas. Tiene su antecedente en la droga fenciclidina (PCP), también conocida como «polvo de ángel», que comenzó su circulación en los años 50 como anestésico intravenoso, pero que se retiró al saberse de sus efectos secundarios, que iban desde la agitación hasta los delirios. 

Actualmente, la ketamina es utilizada sobre todo en el ámbito veterinario, concretamente como tranquilizante en el proceso preoperatorio de animales de gran tamaño, como caballos. Así, si bien sus aplicaciones médicas están bien estudiadas y monitoreadas, su presencia en espacios no regulados ha desembocado en casos de adicción y sobredosis: y es que los niveles de tolerancia de esta droga son muy elevados, lo que significa que tiene un alto potencial para crear dependencia psicológica. 

Una de las razones por las cuales se puede llegar a abusar de esta droga es por sus efectos para tratar la depresión: han sido numerosos los estudios que avalan sus beneficios, aunque las investigaciones son limitadas en cuanto a las dosis, la duración de los tratamientos, la posibilidad de proporcionar un alivio permanente o sus efectos secundarios.

Por otro lado, sin embargo, en 2019 la Food and Drugs Administration (FDA) aprobó en Estados Unidos un fármaco basado en un derivado de la ketamina, la esketamina, presentado en forma de spray nasal, para el tratamiento de esta enfermedad mental que afecta a 1 de cada 5 adultos en el país. Una aprobación que no tardó en imitar la Agencia Europea del Medicamento, que ya permite la administración de este medicamento; en España, solo a través de algunos centros privados y bajo la supervisión de dos sanitarios.

¿Cuáles son los efectos de la ketamina?

Partiendo de la base de que la pureza de las sustancias comercializadas de forma ilícita puede variar con respecto a sus versiones reguladas, en el ámbito ilegal la ketamina es una droga psicodélica y disociativa.

Sus efectos secundarios pueden poner en riesgo la salud del consumidor:

En dosis bajas, produce efectos similares a los de borrachera por alcohol, con pérdida de coordinación y dificultades para hablar y pensar o visión borrosa.En dosis elevadas, sin embargo, puede provocar delirios, alucinaciones, pérdida de la noción del espacio y del tiempo y distorsión de la realidad. A largo plazo, úlceras y dolor de vejiga, problemas de riñón, dolor de estómago,  depresión y pérdida de la memoria.

Además, cabe destacar que esta se combina con otras sustancias como el alcohol o la cocaína -lo que da lugar a una droga conocida popularmente como tusi-. Esto, sin duda, aumenta el riesgo de sufrir una sobredosis, ya que puede provocar depresión respiratoria o apnea.

Al tratarse de una droga que genera una rápida tolerancia, aquellos que la consumen son propensos a crear adicción. Y librarse de ella puede ser un desafío y requerir apoyo y tratamiento profesional. 

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