Cariñoso y juguetón, el golden retriever es una de las razas de perro más populares en la actualidad; pero por desgracia, son compañeros efímeros: su esperanza de vida media oscila entre los 10 y los 12 años, y alrededor de un 65% de ellos mueren a causa del cáncer. Es la tercera raza canina con mayor riesgo de sufrir esta enfermedad, pero podría ser que en sus genes llevasen también la clave para enfrentarse a ello.

Un grupo de investigación de la Universidad de California en Davis (EEUU) ha llevado a cabo un estudio sobre la incidencia del cáncer en los golden retrievers y ha descubierto algo que podría ayudar a investigar la enfermedad no solo en esta raza de perros, sino tal vez incluso en los humanos: una variación particular de un gen que también posee nuestra especie.

El gen particular HER4

“Asumimos que la mayoría de los golden retrievers tienen una predisposición genética al cáncer, pero si algunos de ellos viven hasta los 14, 15 o 16 años, pensamos que podría haber otro factor genético que esté ayudando a mitigar los genes malos, y hemos descubierto que este gen es el HER4”. Así lo explica Robert Rebhun, especialista en medicina veterinaria y uno de los investigadores que ha elaborado el estudio publicado en la revista GeroScience.

El equipo de investigación analizó el ADN de 304 golden retrievers, prestando especial atención a aquellos que habían alcanzado o superado los 14 años de edad y a aquellos que habían muerto antes de los 12. Lo que descubrieron es quelos perros más longevos tenían en común una variante particular del gen ERBB4/HER4, o simplemente HER4: todos ellos vivieron al menos dos años más que la media para esta raza, lo cual supone un incremento de entre un 15 y un 20% en su esperanza de vida.

El gen HER4 interviene en la producción de una proteína relacionada con el crecimiento de la epidermis: el receptor tirosina-quinasa, que envía señales a las células para que se reproduzcan. Por ese motivo, se le relaciona con la multiplicación celular descontrolada que caracteriza al cáncer. Otros genes similares se asocian con típos específicos de cáncer, como el de mama; además de otras enfermedades como la esclerosis lateral amiotrófica, que padecía el físico Stephen Hawking.

Optimistas pero prudentes

La identificación de este gen como un potencial agente de prevención del cáncer puede tener importantes repercusiones, aunque los investigadores son prudentes al respecto. Hay múltiples factores que intervienen en el cáncer y los autores señalan que deberían hacerse más estudios para determinar el alcance real de este gen en la predisposición a la enfermedad y que, sobre todo, deberían realizarse con una población más amplia de perros.

En particular, el equipo ha querido señalar una variable que consideran significativa, y es que la influencia de este gen en la aparición y desarrollo del cáncer parece ser más importante en las hembras que en los machos. Esto se debe aparentemente a dos factores: el primero es que el gen HER4 tiene un marcador específico que solo se manifiesta en las hembras, y el segundo es que el receptor tirosina-quinasa interactúa con los estrógenos, un grupo de hormonas relacionadas con el desarrollo de los caracteres sexuales femeninos, como las mamas; por ello, las hembras se ven más afectadas en caso de variaciones en el gen HER4.

“Los perros padecen muchos de los cánceres que también afectan a los humanos, lo cual hace que este descubrimiento también sea importante para nuestra especie”, afirma Robert Rebhun, quien se muestra esperanzado por las posibilidades que abre el estudio. “Si encontramos que esta variante del HER4 es importante en la formación o progresión del cáncer en los golden retrievers, o si realmente puede modificar el riesgo de cáncer en esta población predispuesta al cáncer, eso es algo que puede usarse en futuros estudios sobre el cáncer en humanos”.

A pesar de las incógnitas que todavía quedan, los investigadores son optimistas. “Habrá muchos genes implicados, pero el hecho de que el gen asociado con la longevidad también sea un gen implicado en el cáncer fue realmente interesante para nosotros”, afirma la doctora Danika Bannarsch, coautora del estudio.

Las implicaciones del estudio genético para los golden retrievers y otras razas

Al margen del progreso de la investigación científica, si se confirma que este gen realmente interviene en la aparición y desarrollo del cáncer, tendría implicaciones importantes para la cría de golden retrievers y posiblemente de otras razas también predispuestas al cáncer. Uno de los peligros de la cría selectiva es que la endogamia, al limitar la variedad genética en una población, “fije” ciertas enfermedades en una raza. Hay cuatro razas en particular con un elevado riesgo de padecer cáncer; son, por este orden: bóxer, beagle, golden retriever y rottweiler.

Para mitigar este riesgo, algunos criadores intentan ampliar el pool genético cruzando diversas variantes de una misma raza. El golden retriever tiene tres linajes o “tipos” (inglés, americano y canadiense) que presentan algunas diferencias de aspecto, como resultado de la introducción de razas distintas en el proceso de cría: por ello, al cruzar individuos se consigue ampliar el abanico genético y reducir el riesgo de que el cáncer quede “fijado” en los genes de la descendencia.

Identificar un gen implicado en el cáncer abre una posibilidad mucho más efectiva, la de realizar análisis genéticos en los individuos para hacer criar a aquellos que presenten la variante del HER4 que los hace más resistentes a la enfermedad. En pocas generaciones esto podría disminuir drásticamente la incidencia del cáncer en una raza, aumentando su esperanza de vida global. La doctora Bannarsch señala que “dos años para un golden retriever suponen un incremento de un 15 o un 20% en su esperanza de vida, el equivalente a 12 o 14 años para una persona. ¿No querríamos todas que nuestras queridas mascotas vivieran dos años más?”

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