Hacia noviembre de 2021, casi dos años después de que el coronavirus emergiera en Wuhan, China, más de 4.000 millones de personas habían sido vacunadas contra el virus, y 5 millones habían fallecido.

Dos nuevas variantes, conocidas como alfa y delta, habían surgido y luego habían menguado.

Sin embargo, posteriormente, la pandemia presentó una nueva y considerable sorpresa. Investigadores en Botsuana y Sudáfrica alertaron al mundo sobre una versión altamente mutada del virus que se propagaba rápidamente. La variante Omicron, como la denominó la Organización Mundial de la Salud, rápidamente superó a otras formas del virus, manteniéndose dominante en su segundo aniversario.

Un nuevo desafío 

Cuando Omicron salió a la luz por primera vez, Estados Unidos y otros países creyeron erróneamente que podrían detener su propagación prohibiendo a los viajeros de Sudáfrica. En realidad, ya se había esparcido ampliamente. En cuestión de días, Reino Unido, Italia y Alemania descubrieron rastros de Omicron en pruebas positivas de COVID.

Desde su aparición, Omicron no solo demostró ser asombrosamente infecciosa, sino también una maravilla evolutiva, desafiando muchas de las suposiciones previas de los virólogos.

Dio lugar a un número impresionante de descendientes, que se volvieron mucho más hábiles para evadir la inmunidad y encontrar nuevas víctimas. Era casi como si hubiera otra pandemia.

Los expertos intentan escudriñar en los secretos de Ómicron a fin de prepararse para el futuro, especulando si podría convertirse en una parte permanente de la vida, mutando constantemente como la gripe estacional. 

La batalla continúa

La habilidad de Omicron para propagarse rápidamente fue el resultado de docenas de mutaciones que alteraron la superficie del virus, de modo que los anticuerpos producidos por vacunas o infecciones previas no podían adherirse firmemente a él y prevenir su invasión a las células. 

Muchos expertos en Omicron sospechan que la variante adquirió sus nuevas mutaciones mientras infectaba a una sola persona con un sistema inmunológico débil

A medida que los investigadores de salud pública seguían la ola de Omicron a finales de 2021, notaron una diferencia crucial de oleadas anteriores. Comparado con variantes previas, Omicron hospitalizaba a una menor fracción de personas infectadas. Una razón era que muchas personas ya tenían inmunidad a formas anteriores del coronavirus. Nuestras defensas inmunitarias incluyen no solo anticuerpos, sino también células inmunitarias especiales que pueden reconocer y destruir células infectadas. 

Esta segunda línea de defensa se mantuvo incluso contra Omicron, evitando que muchas de las nuevas infecciones se volvieran graves. Aun así, Omicron causó tantas nuevas infecciones que aún desató una devastadora ola de hospitalizaciones.

El impacto de Omicron sigue siendo significativo, y la lucha contra sus variantes continúa. Los fabricantes de vacunas intentaron mantenerse al día con la rápida evolución de Omicron. En agosto de 2022, la Administración de Alimentos y Medicamentos autorizó dosis de refuerzo que apuntaban a la subvariante BA.5, que era dominante en ese momento. En septiembre de 2023, la agencia autorizó una vacuna para XBB. Pero XBB ahora está disminuyendo, mientras evoluciona una colección de variantes aún más evasivas. 

Expertos en Omicron han declararon que el caos causado por el virus podría estar cerca de su fin. Pero en agosto emergió una nueva variante, BA.2.86, con un conjunto de mutaciones que probablemente surgieron en una persona con un sistema inmunológico debilitado. Inicialmente, BA.2.86 no parecía cumplir con su potencial genético, pero recientemente ha ganado impulso, desarrollando una mutación que le permite evadir aún más anticuerpos. 

Esta forma mutada, conocida como JN.1, se ha convertido en la versión más resistente del coronavirus y está creciendo rápidamente en Francia, con potencial para extenderse a otros países. La evolución futura de JN.1 es incierta, dependiendo de las defensas inmunitarias que encuentre en su propagación.

Así que en este escenario, aún incierto, nuestra única alternativa es continuar invirtiendo en el desarrollo de nuevas vacunas. La efectividad de estas vacunas aumentará si se actualizan constantemente para adaptarse a la evolución del virus. Un virus, por lo visto, aún muy escurridizo

Facebook Comments