En un mundo donde las tecnologías emergentes como la Inteligencia Artificial (IA) se están entrelazando rápidamente con la vida cotidiana, las decisiones que toman los líderes sobre cómo manejar este avance se vuelven cruciales. 

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha marcado un hito importante en este ámbito al firmar una orden ejecutiva que busca controlar el desarrollo y aplicación de la IA en diversos sectores de la sociedad. Esta acción subraya la relevancia y los riesgos inherentes de la IA, la cual Biden describió como «la tecnología más trascendental» de nuestra época. Sin embargo, la trascendencia de esta tecnología no viene sin desafíos, lo que requiere una gestión cautelosa y bien informada.

 

La orden ejecutiva de Biden, firmada en un contexto de urgencia comparable a situaciones «extremadamente excepcionales» de décadas pasadas, resalta la gravedad con la que la administración actual está tratando la evolución de la IA. Esta acción no solo refleja un reconocimiento de la influencia transformadora de dicha tecnología en la ciencia, economía y sociedad, sino también de los peligros que puede representar si no se regula adecuadamente.

EL CONTROL DE LA IA

La IA, con su capacidad para mejorar nuestras vidas, explorar el universo y potencialmente ayudar a erradicar enfermedades como el cáncer, representa una extraordinaria revolución tecnológica. Sin embargo, también presenta riesgos que no pueden ser ignorados. La explotación de datos personales, especialmente de adolescentes, y el potencial de crear adicciones a las redes sociales son problemas palpables que pueden tener un impacto profundo en la salud mental y el bienestar de las personas.

Además, la IA mal regulada podría suponer riesgos graves para la seguridad nacional y económica, un escenario que la orden ejecutiva busca evitar.

 

La anticipación de Biden hacia una transformación tecnológica profunda en los próximos cinco años, más significativa que la experimentada en los últimos 50, revela una visión sobre la rapidez con la que la IA está avanzando. Su acción resalta la necesidad de un enfoque proactivo para guiar el desarrollo de la IA en una dirección que beneficie a la sociedad en su conjunto, estableciendo un precedente para otros gobiernos a seguir.

Además, la orden ejecutiva tiene un componente pragmático esencial. Al exigir a las empresas que notifiquen a la administración antes de poner a prueba cualquier sistema que pueda representar un riesgo grave para la seguridad nacional o la salud pública, se crea un mecanismo de supervisión y responsabilidad. Esta medida, aunque puede ser vista como una restricción por algunos sectores, es crucial para prevenir y mitigar posibles daños. 

UNA LLAMADA A LA TRANSPARENCIA

En un esfuerzo por mantener la integridad y la transparencia, la orden incluye medidas para combatir el fraude y el engaño mediante el etiquetado claro del contenido generado por la IA.

Esta medida podría desencadenar una tendencia hacia una mayor transparencia en el diseño y la operación de sistemas de IA, lo que a su vez podría ayudar a mitigar los riesgos asociados con el uso indebido de la tecnología. La transparencia no solo es esencial para la rendición de cuentas, sino que también puede facilitar una comprensión más profunda de cómo la IA impacta en la sociedad, permitiendo una adaptación y regulación más informadas.

Asimismo, la orden ejecutiva pone en el radar la vigilancia sobre las posibles amenazas de los sistemas de IA en infraestructuras críticas y en campos sensibles como el químico, biológico, radiológico, nuclear o de ciberseguridad. Estos son dominios donde un error o un acto malintencionado podría tener consecuencias catastróficas. La supervisión gubernamental en estos sectores es un paso crucial para asegurar que la IA se desarrolle y se aplique de manera que no comprometa la seguridad nacional o pública.

MODELO GLOBAL

La ambición de la administración de Biden no se limita a las fronteras estadounidenses. La participación activa en la escena internacional, ilustrada por la próxima visita de la vicepresidenta Kamala Harris al Reino Unido para una cumbre mundial sobre IA, resalta la importancia de la colaboración y el diálogo entre naciones. En palabras de Harris, una tecnología con un impacto global requiere una «acción global», un ethos que parece guiar la estrategia estadounidense.

Por consiguiente, el papel de Estados Unidos como pionero en la formulación de políticas sobre IA podría servir como un catalizador para una acción colectiva, impulsando a otras naciones a adoptar medidas similares. Al mismo tiempo, establecería un estándar internacional, proporcionando un marco que podría ser adaptado y adoptado por diferentes países conforme a sus necesidades y contextos específicos. 

Con todo, cabe destacar que la orden ejecutiva de Joe Biden no es la primera ley o regulación en el mundo dirigida a la inteligencia artificial. Antes de esta medida, la Unión Europea ya había estado trabajando en marcos regulatorios para la IA. 

En 2021, la Comisión Europea publicó una propuesta para una Ley de Inteligencia Artificial (IA Act), que se considera generalmente como un paso significativo hacia la regulación de la IA a nivel continental​. En junio de 2023, la UE también estaba en camino de adoptar el primer marco regulatorio integral para la IA a nivel mundial. Además, la UE está estableciendo los primeros estándares amplios del mundo para regular o prohibir ciertos usos de la inteligencia artificial en 2023.

En suma, la IA tiene el potencial de transformar muchos sectores, incluidos la salud, la educación, la economía y la seguridad, y lo puede hacer a gran velocidad. No hay ningún antecedente en la historia de lo que está por ocurrir, tanto para lo bueno como para lo malo. De modo que una regulación adecuada es esencial para garantizar que esta nueva herramienta se utilice de manera ética y segura. 

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