Un desequilibrio de hongos en el tracto intestinal podría contribuir a una inflamación excesiva en personas con casos graves de COVID-19 o con síntomas prolongados de la enfermedad, conocidos como «COVID persistente», revela un nuevo estudio publicado en la revista Nature Immunology.

Según el estudio, los individuos con la enfermedad en estado grave presentaban niveles elevados de un hongo que puede activar el sistema inmunológico e inducir cambios duraderos en él.

Martin Hönigl, investigador clínico en micología en la Universidad Médica de Graz en Austria, quien no participó en el estudio, afirma que este resalta la importancia de explorar nuevas rutas de investigación y tratamiento que podrían ofrecer alguna forma de alivio a quienes están gravemente enfermos.

El estudio llega a sugerir que los tratamientos antifúngicos podrían brindar algún alivio a las personas con enfermedad crítica. Se plantea la posibilidad de que los antifúngicos, que ya son de uso común en la medicina, podrían ser purificados para tratar específicamente los casos severos de COVID-19, lo cual abre una nueva frontera en las opciones terapéuticas disponibles.

Implicaciones en la inflamación y el sistema inmune

Los seres humanos albergamos billones de microorganismos en nuestro cuerpo, que desempeñan roles fundamentales en nuestra salud. Por ejemplo, las bacterias presentes en nuestro tracto intestinal (la microbiota) desempeñan un papel crucial en una amplia variedad de funciones fisiológicas, desde la digestión eficiente de los alimentos hasta la regulación del sistema inmunológico. Además de estas funciones, la microbiota intestinal se ha revelado como un reloj biológico asombrosamente preciso, con la capacidad de estimar la edad de un individuo con un alto grado de exactitud.

Si bien la mayor parte de la microbiota está compuesta por bacterias, el componente fúngico (micobiota) también interactúa con el sistema inmunológico. Trabajos anteriores han demostrado que muchas personas con COVID-19 tienen una microbiota intestinal alterada y barreras protectoras interrumpidas, lo que podría permitir que patógenos entren en el torrente sanguíneo.

En el estudio citado, el equipo examinó muestras de sangre de 91 personas hospitalizadas con COVID-19 en 2020. Aproximadamente tres cuartas partes de estos individuos tenían la enfermedad grave y requerían altos niveles de oxígeno suplementario o ventilación mecánica invasiva.

Estas personas producían aproximadamente cuatro veces más anticuerpos contra tres especies de hongos comunes en el intestino, incluida la levadura Candida albicans, en comparación con individuos que nunca habían dado positivo para SARS-CoV-2. Este hallazgo sugiere que estos pacientes tenían cantidades elevadas de dichos hongos, lo cual estaba positivamente correlacionado con la gravedad de la enfermedad.

Teorías sobre el COVID persistente

El estudio también arrojó luz sobre cómo las alteraciones en la micobiota durante una infección por SARS-CoV-2 podrían contribuir a la inflamación asociada con el COVID persistente. Aran Singanayagam, inmunólogo respiratorio en Imperial College London, comenta que hay varias teorías sobre lo que podría desencadenar síntomas persistentes después del COVID: «La disbiosis microbiana, ya sea del intestino o de los pulmones, es una teoría importante que la gente está proponiendo, y creo que este estudio añade peso a esa teoría».

Sin embargo, todavía se necesita más investigación para dilucidar la relación entre los hongos intestinales y la COVID-19. No está claro si los cambios observados en la micobiota de las personas con COVID-19 son una consecuencia de la enfermedad o si, por el contrario, estos cambios preexistían y hacían a las personas más susceptibles. Las investigaciones futuras podrían revelar más sobre los mecanismos involucrados y cómo los tratamientos antifúngicos existentes podrían ser reutilizados de manera efectiva para ayudar a las personas con COVID-19.

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