En los rincones escondidos de los bosques de Asia oriental y las montañas Apalaches del Este de los Estados Unidos, una planta de lo más singular, la Diphylleia grayi, esconde una de las características que más han fascinado a los expertos y amantes de la botánica. Apodada cariñosamente como la “flor esqueleto”, esta planta no solo destaca por su sencilla belleza, sino también por una propiedad que parece sacada de cuento: cuando entra en contacto con el agua, sus pétalos se vuelven completamente transparentes.

Se trata de una característica que la vuelve única, diferenciándola así del resto de plantas y convirtiéndola en un espécimen digno de estudio científico. Te contamos de donde viene esa singular transparencia y por qué la combinación de una estructura celular específica y de la interacción con la luz es tan importante para que aparezca este fenómeno.

UNA FLOR SINGULAR

La Diphylleia grayi crece en regiones como Japón, Corea y los bosques situados al este de los Estados Unidos. Se trata de una planta de mucha resistencia, que puede desarrollarse y vivir en lugares sombríos y húmedos, pero también en zonas donde alcanza el sol, llegando a soportar temperaturas de entre unos grados bajo cero, a los casi 30 grados. Es de carácter perenne y pertenece a la familia Berberidaceae, destacando por sus grandes hojas lobuladas que simulan ser paraguas para las pequeñas flores blancas que la decoran, en las cuales crecen racimos en la primavera y el verano.

Es curioso como su nombre científico proviene del griego “di” y “phyllon”, lo cual sigifica “dos-hojas”, lo cual hace referencia directa a la disposición de sus hojas en pares opuestos: algo de lo más descriptivo. Su epíteto específico tiene, por el contrario, un origen algo diferente. “Grayi” rinde homenaje al botánico Samuel Frederick Gray, quien hizo grandes contribuciones al estudio de las plantas y los vegetales en el siglo XIX.

EL ENIGMA DE LA TRANSPARENCIA

Ahora bien, aunque todas esas características sean de lo más atractivas y la conviertan en una flor de lo más interesante, su propiedad más atractiva sigue siendo su transparencia. Así, cuando llueve, sus pétalos blancos pierden el color, volviéndose transparentes y dejando visibles las venas de la planta. Es de esta forma, que las gotas de agua se adhieren a la estructura venosa, creado así una especie de retícula que simula ser un esqueleto, otorgando a la Diphylleia un aspecto que recuerda más a un vegetal fantasmagórico que a un espécimen vivo.

Pero, ¿por qué ocurre esto? Pues bien, todo se basa en la estructura de los pétalos de nuestra flor. En ellos, las células se organizan en una especie de formación esponjosa con el objetivo de retener y almacenar la máxima cantidad de agua posible. Cuando la flor está seca, las células contienen el agua suficiente para mantener esa forma esponjosa y, a la vez, dejar que la luz que incide en los pétalos se disperse, dando como como resultado una apariencia blanca y opaca.

Sin embargo, cuando llega la lluvia y los pétalos se mojan, estos absorben aún más agua. Consecuentemente, las células se expanden, llenándose de agua de forma más uniforme. De esta forma, con esta nueva estructura, cuando la luz pasa a través de los pétalos, se encuentra en su mayor parte con agua, por lo que no se dispersa tanto y puede viajar de manera más directa y con menos obstáculos a través de la planta. Como resultado, los pétalos se vuelven transparentes y la estructura interna es visible, tomando un aspecto que bien recuerda a la de un esqueleto.

OTRAS CURIOSIDADES DE DIPHYLLEIA GRAYI

Más allá de esa propiedad relacionada con la transparencia, la “flor esqueleto” alberga alguna serie de características adicionales que la vuelven muy valiosa. Por ejemplo, ¿sabías que se trata de una planta usada en la medicina tradicional en algunas culturas asiáticas? Parece ser que, aunque su eficacia y seguridad no están científicamente probadas, la Diphylleia era muy utilizaba en ciertas zonas tanto como un “remedio natural” ante ciertas dolencias, como en la fabricación de ciertos tintes naturales.

Por otro lado, se trata de una flor con un enorme simbolismo cultural. En muchas de esas poblaciones asiáticas se la relacionaba directamente con la pureza y la belleza efímera, debido a su capacidad para volverse transparente bajo la lluvia. Además, esa “sensación de vida eterna” que aporta su apariencia fantasmagórica, produjo que múltiples personas la consideren un símbolo de la buena suerte y la protección.

A pesar de todo y, aunque sea una planta que destaca por su resistencia ante los cambios en su entorno, actualmente se encuentra en peligro. Su hábitat natural, los bosques, se está destruyendo debido a las actividades de deforestación y urbanización. Por lo tanto, la conciencia sobre la importancia de proteger su entorno natural es esencial para garantizar la supervivencia de esta especie a largo plazo.

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