Nadie puede negar que uno de los placeres del verano es tumbarse en una playa a escuchar el ronroneo de las olas de mar de fondo, mientras sientes el calor del Sol sobre tu cuerpo. Es un momento de calma y relajación que, además, deja como resultado un bonito bronceado sobre tu piel, muy ansiado por muchos en estos meses de calor. Bueno, eso sí, siempre y cuando hayas protegido tu piel y no se vea dañada con dolorosas y perjudiciales quemaduras.

Pero, ¿sabías que ese bonito tono de moreno es, simplemente, una medida protectora de tu piel frente a la incidencia del Sol? ¿Y que existen ciertos rayos para los cual la única defensa es el protector solar? De hecho, ¿sabías que incluso puedes ponerte moreno a la sombra? Te contamos todo sobre el funcionamiento de tu piel al contacto con los rayos del Sol para que puedas entender mejor lo que le sucede a tu organismo en verano y, además, seas capaz de  protegerlo de la mejor forma posible.

 UN MECANISMO DE PROTECCIÓN

Los rayos del Sol, por muy satisfactorio que pueda ser el calor que transmiten, pueden llegar a ser muy perjudiciales para el organismo. Y es que, son capaces de traspasar las barreras de la piel y alcanzar las células, alterándolas de manera abrupta y dañina. Es decir, la radiación es capaz de incitar la descomposición de nutrientes responsables del correcto funcionamiento celular, alterando las propias células y produciendo su mutación y, en el peor de los casos, el desarrollo de enfermedades como cáncer.

Para evitar este daño, el cuerpo cuenta con su propio mecanismo de protección: la melanina. Así, es capaz de detectar la llegada de los rayos solares y poner en marcha todo un proceso de respuestas celulares. Los protagonistas son los melanocitos, unas células derivadas de la cresta neural, con la capacidad de producir un pigmento llamado melanina. Esta sustancia, que además posee un tono oscuro, se desplaza por la piel, se empaqueta en una especie de bolsitas llamadas vesículas y se sitúa alrededor de las células.

De esta forma, cuanto más Sol llega, más melanina rodea a la célula con el objetivo de protegerla y evitar que entre en contacto con la radiación y los rayos la penetren. Toda esa acumulación de melanina aporta a la piel el tono marrón característico del bronceado, siendo un poco más intenso cuanta más exposición recibe la piel. 

LOS RAYOS UVB Y UVA

Sin embargo, y por muy increíble que sea este proceso, no genera una respuesta ante toda la radiación del Sol, sino que sólo ante una parte de ella. Así, la radiación ultravioleta (UV) solar se descompone en tres subtipos: la UVC, la UVB y la UVA. En principio, y siempre y cuando el cambio climático no siga avanzando, no te deberías preocupar por los UVC, pues son un tipo de rayos filtrados por la capa de ozono y que nunca llegan a la superficie.

En el caso de los UVA y UVB, la cosa es muy diferente, pues sí traspasan tu piel, alcanzando tu organismo. Sin embargo, existe una clara diferencia entre ellos: la melanina sí es capaz de detener a los UVB, pero no a los UVA, los cuales solo puedes evitar que penetren en la piel mediante la aplicación de una capa de protector solar como defensa.

Los UVB son rayos capaces de penetrar en la dermis, por lo que son esos que pueden alanzar las células, mutarlas y generar enfermedades de tipo cancerígenas. Además, son los causantes de las quemaduras solares. Sin embargo, la melanina puede detener su avance y proteger a las células de su efecto. Eso sí, siempre y cuando la cantidad de melanina existente sea suficiente para ello.

Por su parte, los UVA son un tipo de rayos que penetran más que los anteriores en la piel, pero no tienen un efecto tan directo sobre las células, sino que dañan directamente el colágeno y la elastina. Al no producir quemaduras solares ni bronceado, se conocen como “rayos invisibles”, pues atraviesan la piel sin que te des cuenta: ni tú ni tu organismo. Y es que el cuerpo no produce ningún tipo de reacción contra ellos. Son los responsables del desarrollo de problemas de pigmentación, de respuestas fotoalérgicas y fototóxicas, además de que producen un envejecimiento prematuro de la piel y la única forma de protegerse de ellos es con la aplicación de protector solar.

Es por esa razón que, aunque estés moreno, necesitas aplicarte crema de sol con un factor de protección alto. Y es que, la única forma de proteger tu piel de todos los tipos de radiación solar y evitar el desarrollo de problemas de salud es mediante el uso de crema solar. Da igual que estés bronceado, tu piel sigue sufriendo y te necesita para protegerse.

MORENO A LA SOMBRA

De hecho, ¿sabes que la aplicación de protector solar es recomendada aunque estés en bañador bajo la sombrilla? Y, aunque pueda parecer una exageración y métodos de protección extremos, es algo muy lógico y razonable. Y es que, hay que tener en cuenta que algunas superficies tienen ciertas características que las hace ser reflectoras, es decir, actuar con si de un espejo se tratase. Por lo tanto, aunque estés bajo una sombra, puede que la radiación reflejada en la arena, el césped, el cemento o el agua que tienes alrededor, lleguen hacia ti de igual forma.

Los datos hablan claro: el césped es capaz de reflejar el 20% de los rayos solares que inciden sobre él, la arena el 15 % y la espuma del agua del mar hasta el 25 %. Por lo tanto, aunque te coloques a la sombra, es recomendado la aplicación de un protector que defienda tus células de esos rayos “extraviados” y, así, te evites quemaduras indeseables. 

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