En esta imagen capturada por el Telescopio Espacial James Webb podemos apreciar un denso campo de estrellas con nubes de gas y polvo ondeando a través de él. Las nubes son estructuras irregulares, tenues, densas y brillantes que oscurecen el centro de la imagen. Galaxias brillantes con varias formas y tamaños destellan a través del gas y las estrellas. 

Destacando en un color rojo intenso podemos observar la galaxia irregular NGC 6822, la cual se encuentra a aproximadamente 1,5 millones de años luz de distancia del sistema solar y es el vecino galáctico más cercano de la Vía Láctea que no es uno de sus satélites.

NGC 6822 tiene una metalicidad muy baja, lo que significa que contiene proporciones muy bajas de elementos más pesados que el hidrógeno y el helio. La metalicidad es un concepto absolutamente clave en astronomía, en parte porque las estrellas producen en gran medida otros elementos, además del hidrógeno y el helio durante su vida. 

Por lo tanto, en el Universo muy primitivo (antes de la formación de la primera generación de estrellas) todo tenía una metalicidad muy baja. Esto hace que los objetos contemporáneos de baja metalicidad, como NGC 6822, sean de gran interés para comprender cómo procesos como la evolución de las estrellas y el ciclo de vida del polvo interestelar ocurrieron en el Universo primitivo. Esta fue, de hecho, la motivación de estas observaciones de NGC 6822 con el James Webb. 

Es más, el estudio de NGC 6822 tiene una interesante historia muy anterior a las investigaciones modernas con Webb. Fue descubierto por primera vez por E.E. Barnard, quien presentó su descubrimiento en un artículo muy breve en 1884 en The Sidereal Messenger. Al igual que con muchos objetos astronómicos que aparecieron difusos con los telescopios de la época, NGC 6822 se clasificó erróneamente como una «nebulosa extremadamente débil».

En los años siguientes, surgió una serie de confusiones en torno a NGC 6822 sobre su tamaño aparente, brillo e incluso qué tipo de objeto era, porque los astrónomos de la época no tenían en cuenta de forma adecuada cuán diferente podría verse el mismo objeto con diferentes telescopios.

Así, Edwin Hubble, estudiaría posteriormente este objeto en profundidad y publicó un artículo mucho más detallado en 1925. Su trabajo fue excepcionalmente importante para la evolución de la comprensión del Universo por parte de la humanidad, porque, en las propias palabras del Hubble: «NGC 6822, era el primer objeto definitivamente identificado en una región fuera del sistema galáctico».

Su artículo contribuyó a resolver el debate que se estaba librando entre los astrónomos sobre la extensión del Universo en ese momento al demostrar que había objetos astronómicos que se encontraban más allá de la Vía Láctea.

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