Abre los ojos y podrás verme. Estoy a tu alrededor. Me muevo entre los ríos, los lagos y los océanos, tanto los tranquilos como los feroces. Abre los ojos y escucha la canción que arrastran los vientos, también en ella estoy presente. Observa cada rincón de tu alrededor: las montañas, los prados, la fauna, la flora… Todos forman parte de mí. Soy la Tierra y mi tiempo se está agotando… pero el tuyo también.

La biodiversidad, entendida como la pluralidad de todos los seres vivos de la Tierra, la vida en todas sus formas, desaparece a un ritmo cada vez más vertiginoso. Los científicos advierten que un millón de especies, de los ocho millones estimados, podrían extinguirse en tan solo unas décadas. ¿Cómo afecta este escenario a los humanos? La biodiversidad nos permite vivir. Por ejemplo, las plantas nos proporcionan alimentos y medicinas, producen oxígeno, regulan la humedad y contribuyen a la estabilización del clima. Los océanos actúan como sumideros de carbono y absorben alrededor del 50% del carbono emitido a la atmósfera.

Detrás de la pérdida de la biodiversidad se encuentra un solo culpable: la actividad humana. El uso de la tierra -la deforestación, el monocultivo, la urbanización-, la agricultura y ganadería intensivas, la sobrepesca, la contaminación o el cambio climático, son algunas de las actividades que propician este escenario. Por ejemplo, el uso de la tierra convierte ecosistemas ricos en biodiversidad, como las selvas, en extensiones agrícolas o ganaderas que acaban con el hogar de una infinidad de especies animales y vegetales. Así mismo, el cambio climático provoca que algunas especies desaparezcan o migren a zonas menos cálidas. Para ilustrar esta situación, observamos como la población de osos polares se está viendo frenéticamente reducida por el deshielo de las regiones polares.

La Tierra siempre consigue seguir su curso, la naturaleza siempre se recupera, pero nosotros no. En Chernóbil, los humanos convertimos la zona en un infierno inhabitable. Sin embargo, después de treinta años de su evacuación, la naturaleza ha conseguido encontrar el camino de vuelta a casa, convirtiendo la ciudad en un paraíso natural. Los humanos no podemos esperar lo mismo. No es a la Tierra a quien se le agota el tiempo, es a nosotros.

Para evitar las catástrofes que numerosos informes científicos describen, las soluciones están sobre la mesa: proteger y repoblar los boques, establecer zonas de no pesca, disminuir el territorio ganadero -cambiando nuestra dieta a una basada en el consumo de productos de origen vegetal-, y utilizar las energías provenientes de la naturaleza, las energías infinitas.

Abre los ojos y no te limites a verme… Mírame de verdad. Observa los ríos, los lagos y los océanos que forman parte de mí, escucha la melodía que se lleva el viento. Hemos entrado en tiempo de descuento, el reloj está corriendo, tanto el tuyo como el mío. Ninguno de los dos se detiene. Pero todavía estás a tiempo… Todavía me puedes salvar. Todavía te puedes salvar.

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