Pese a que autosexualidad o masturbación es un comportamiento ampliamente extendido en todo el reino animal y particularmente frecuente en los primates, las investigaciones sobre este comportamiento y su historia evolutiva siempre han sido escasas y poco profundas. 

Además, a nivel superficial, la masturbación plantea un problema para la teoría de la Evolución: no incrementa de forma directa las perspectivas de supervivencia, reduce la libido, produce una exclusión de las parejas reproductivas y supone un coste en términos de tiempo, atención y energía. En consecuencia, históricamente la masturbación ha sido considerada, en el peor de los casos, como un comportamiento patológico, y en el mejor de ellos como un escape sexual ante una libido muy elevada. 

Sin embargo, la hipótesis de que la masturbación podría ser una patología nunca ha tenido en cuenta este comportamiento en los primates, ni se ha preguntado por las causas últimas que podrían encontrarse detrás de esta práctica, en apariencia, exclusivamente hedónica. 

Ahora, no obstante, una nueva investigación publicada en la revista Proceedings of The Royal Society B bajo el título The evolution of masturbation is associated with postcopulatory selection and pathogen advoidance in primates ha encontrado que  la masturbación podría tener un propósito evolutivo. 

Onanismo, un producto de la selección natural

Para llegar a esta conclusión, el equipo dirigido por la doctora del departamento de Antropología del Colegio Universitario de Londres, Matilda Brindle, reunió el conjunto de datos más grande jamás recopilado sobre la masturbación en primates, aunando información de casi 400 fuentes entre las que se incluyeron 246 artículos académicos y 150 cuestionarios e informes personales de primatólogos y cuidadores de zoológicos. A partir de estos datos, los autores rastrearon la distribución del comportamiento autosexual entre primates para comprender cuándo y por qué evolucionó la masturbación, tanto en hembras como en machos.

Fue de este modo que el equipo descubrió que la masturbación tiene una larga historia evolutiva entre los primates y probablemente estuvo presente en el ancestro común de todos los monos y simios, incluidos los humanos; un comportamiento para cuya explicación barajan varias hipótesis. 

Un ejemplo es la llamada hipótesis de la selección poscopulatoria, la cual propone que la masturbación ayuda a una fertilización exitosa. Esto se puede lograr de varias maneras: en primer lugar, la masturbación masculina -sin eyaculación- puede aumentar la excitación antes del sexo; una táctica particularmente útil para aquellos machos de bajo rango que podrían verse interrumpidos durante la cópula, ayudándolos a eyacular más rápido. En segundo lugar, la masturbación, en este caso con eyaculación, permitiría que los machos expulsaran un semen de calidad inferior, dejando disponible un esperma fresco y de alta calidad para el apareamiento que es más probable que supere al de otros machos. 

Otra hipótesis, la llamada hipótesis de evitación de patógenos, propone que la masturbación masculina reduce la posibilidad de contraer una infección de transmisión sexual -ITS- después de la cópula al limpiar la uretra -uno de los lugares  más propensos a la ITS- con la eyaculación obtenida a través de la masturbación. 

En el caso de las hembras, una respuesta evolutiva a la masturbación femenina podría hallarse en la llamada hipótesis de la selección sexual, la cual postula que la excitación y el orgasmo femenino podrían facilitar la fecundación. Así, la excitación femenina aumenta el pH vaginal, creando un ambiente más amable para los espermatozoides. De hecho, el trasudado vaginal asociado con la excitación actúa filtrando los espermatozoides de menor calidad y facilitando la transferencia de espermatozoides de alta calidad hacia el útero.  De manera similar, las contracciones derivadas del orgasmo femenino pueden mejorar el paso de los espermatozoides a través de la cavidad uterina, y las secreciones de prolactina asociadas al mismo proporcionarles un recurso extra para este propósito. 

En este sentido, si bien se sabe poco sobre la duración de la supervivencia de los espermatozoides dentro del tracto reproductivo femenino en primates, es bien sabido que en el caso de los seres humanos los espermatozoides pueden ser viables durante más de 5 días dentro del útero. Parece probable, por tanto, que las hembras puedan utilizar la masturbación pre o poscopulatoria como estrategia para aumentar sus posibilidades de ser fecundadas por un macho determinado.

Según expresa Brindle, «estos hallazgos arrojan luz sobre un comportamiento sexual muy común, pero poco comprendido, y representan un avance significativo en nuestra comprensión de las funciones de la masturbación». «El hecho de que el comportamiento autosexual pueda tener una función adaptativa sea omnipresente en todo el orden de los primates y sea practicado por miembros de ambos sexos en cautiverio y salvajes, demuestra que la masturbación, lejos de una patología, es uno más de entre un repertorio de comportamientos sexuales saludables”.

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